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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

domingo, 29 de diciembre de 2013

Lectio: Sagrada Familia La huída a Egipto y el regreso a Nazaret Mateo 2,13-23

a) Oración inicial:
Oh Dios, nuestro Creador y Padre, tú has querido que tu Hijo, engendrado antes de
la aurora del mundo, fuese en todo semejante a nosotros encarnándose en el seno
de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Envía sobre nosotros tu mismo
Espíritu vivificador, para que podamos ser siempre más dóciles a la acción
santificadora, dejándonos transformar dócilmente por el mismo Espíritu en la
imagen y semejanza de Jesucristo tu Hijo, nuestro hermano, salvador y redentor.





b) Lectura del Evangelio de Mateo:
13 Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor
se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma contigo al niño y a su madre
y huye a Egipto; y estáte allí hasta que yo te
diga. Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle.» 14 Él se levantó, tomó de noche al
niño y a su madre, y se retiró a Egipto; 15 y

estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para
que se cumpliera lo dicho por el Señor por
medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16 Entonces Herodes, al ver que había sido
burlado por los magos, se enfureció
terriblemente y envió a matar a todos los niños
de Belén y de toda su comarca, de dos años
para abajo, según el tiempo que había
precisado por los magos.17 Entonces se
cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: 18 Un clamor se ha oído en Ramá,mucho
llanto y lamento:es Raquel que llora a sus hijos,y no quiere consolarse, porque ya
no existen.
19 Muerto Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le
dijo: 20 «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel,
pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.» 21 Él se levantó, tomó
consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. 22 Pero al enterarse de
que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí;
y, avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese lo dicho por los profetas: Será llamado
Nazoreo.
c) Momento de silencio:
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

2. MEDITATIO 
a) Clave de lectura:
El evangelio de Mateo ha sido llamado el “Evangelio del Reino”. Mateo nos invita a
reflexionar sobre la venida del reino de los cielos. En la estructura de su relato
evangélico algunos han visto un drama en siete actos, que trata de la realidad de la
venida de este Reino. El drama comienza con la preparación para esta venida del
reino en la persona del Mesías niño y termina con la venida del Reino en el
sufrimiento y en el triunfo con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, Hijo
de Dios.
El pasaje del evangelio propuesto para nuestra reflexión, forma parte por así decir
del primer acto, en el cual Mateo nos presenta la persona de Jesús como el
cumplimiento de las Escrituras. Mateo es el evangelista que más veces cita el
Antiguo Testamento para demostrar que en Cristo se cumplen la ley y los profetas.
Jesús, la realización y la perfección de las Escrituras, ha venido al mundo para
restablecer el reino de los cielos, ya anunciado en la alianza de Dios con su pueblo.
Con la venida de Cristo, esta alianza no se limita sólo al pueblo hebreo, sino que se
extiende a todos los pueblos. Mateo dirige una comunidad de hebreos cristianos,
perseguida por la sinagoga, y la invita a la apertura hacia los gentiles. Él es el
escriba sabio que sabe sacar de su tesoro lo que es antiguo y lo que es nuevo. El
evangelio ha sido primeramente escrito en arameo y después redactado en griego.
El pasaje Mateo 2,13-23, hace parte de la sección que trata del nacimiento y la
infancia de “Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahán” (Mt 1,1). Jesús es hijo de su
pueblo, pero también es hijo de toda la humanidad. En su genealogía se encuentran
influencias extranjeras (Mt 1, 3-6). Los primeros llamados a dar homenaje al recién
nacido, además de María su Madre (Mt 2, 11), son los Magos. El Mesías atrae a los
sabios con su luz ofreciéndoles la salvación (Mt 2,1-12). Los Magos reciben esta
salvación en contraste con Herodes y la Jerusalén turbada (Mt 2,3). Desde su
nacimiento, Jesús es perseguido por los jefes de su pueblo y al mismo tiempo
revive las esperiencias dolorosas de su pueblo.
Ya desde su nacimiento revive la experiencia de su pueblo exiliado y humillado más
de una vez. El evangelio nos demuestra esto con el relato de la huida a Egipto y la
matanza de los inocentes. El drama de estos sucesos se desarrolla delante de
nosotros en estos apartados:
i) El ángel que aparece en sueños a José después de la partida de los Magos, y la
huída a Egipto (Mt 2,13-15).
ii) Herodes que cae en la cuenta de la burla de los Magos y mata a todos los niños de Belén (Mt 2, 16-18).
iii) La muerte de Herodes y el regreso “clandestino” de la Santa Familia, no a Belén
sino a Galilea (Mt 2, 19-23)
El tema del rey que mata a los temidos adversarios es común en la historia de toda
dinastía real. En la literatura bíblica además de esta escena de Herodes que busca
al Niño Jesús para matarlo, encontramos en el Antiguo Testamento algunos relatos
semejantes. En el primer libro de Samuel, Saúl rechazado por el Señor, tiene temor
de David e intenta matarlo (1 Sam 15; 18; 19; 20). Mical y Jonatán lo ayudan a
escapar (1Sam 19,20). Además, en el primer libro de los Reyes, el rey Salomón, en
su vejez, infiel a Dios y a sus padres, con el corazón pervertido, cometió lo que es
malo a los ojos del Señor (1 Re 11,3-13). Por eso el Señor suscita contra él un
adversario (1 Re 11,14), Hadad, que durante el reino de David huye y se refugia en
Egipto (1 Re 11,17). Otro adversario de Salomón es Jeroboán, que también se
refugia en Egipto para escapar del rey que quiere matarlo (1 Re 11,40). Esto era el
período de la degeneración del reino. En el segundo libro de los Reyes, esta vez en
el contexto del asedio a Jerusalén, que sucede “en el año nono de su reinado [de
Nabucodonosor], en el décimo mes, el diez del mes” (2 Re 25,1) del año 589,
encontramos el saqueo de Jerusalén y la segunda deportación del pueblo en el año
587 (2 Re 25, 8-21). El pueblo “que quedaba en el país de la Judea” (2Re 25,22) se
somete a Godolía puesto como gobernador por Nabucodonosor. “Ismael [...] con
diez hombres [...] dieron muerte a Godolía, a los Judíos y Caldeos que estaban con
él”. Luego, por temor de los Caldeos, huyeron a Egipto (2 Re 25-26). En el libro del
profeta Jeremías encontramos también el relato de Uría “un hombre que
profetizaba en el nombre del Señor” (Jer 26, 20). Éste huye a Egipto porque el rey
Joaquín trataba de matarlo. El rey logró encontrarlo en Egipto y lo mató (Jer 25 20-
24).
Con estos hechos que aclaran la huída de la Sagrada Familia a Egipto, Mateo nos
hace ver a Jesús que ya desde niño participa de la suerte de su pueblo. Egipto se
convierte para Jesús en refugio, como lo fue para los patriarcas:
- Abrahán que “descendió en Egipto, para vivir allí, porque la carestía pesaba sobre
aquel país” (Gén 12,1)
- José amenazado por los hermanos que intentan matarlo por envidia y es después
vendido a los mercaderes que lo conducen a Egipto entregándolo a Putifar (Gén 37,
12-36)
- Israel (Jacob) que sale para Egipto llamado por su hijo José (Gén 46, 1-7).
- La familia de Israel (Jacob) que entra en Egipto y allí se establece (Gén 46-50; Ex
1, 1-6)
Mateo cambia el sentido de la cita tomada de Oseas 11,1: “De Egipto llamé a mi
hijo” y la interpreta como si Dios llamase a su Hijo Jesús para huir a Egipto (Mt
2,15). El sentido original de Oseas era, que el Señor llamó a su hijo Israel a huir a
Egipto para formar un pueblo. La huída a Egipto de Jesús y el exterminio de los
inocentes de Belén nos recuerda la opresión de Israel en el país de Egipto y el
exterminio de los recién nacidos machos. (Éx 1, 8-22) La profecía aplicada para la matanza de los inocentes está tomada del libro de la
consolación compuesto por los capítulos 30 y 31 del libro del profeta Jeremías. El
lamento está ligado a la promesa del Señor que consuela a Raquel esposa de Jacob
(Israel) madre de José sepultada según la tradición cerca de Belén y le promete
que habrá una compensación por sus penas, sus hijos que no volverán jamás (Jer
31, 15-18).
Volviendo de Egipto después de la muerte de Herodes, José decide establecerse en
Galilea en una ciudad llamada Nazaret. Jesús será llamado Nazareno. Más tarde
también sus discípulos serán reconocidos como Nazarenos (Act 24,5). Este
apelativo además de indicar el nombre de una ciudad, puede también referirse al
“retoño”, o sea, al “neçer” de Isaías 11,1. Puede también referirse al resto de Israel
 (ver Is 42,6)


b) Preguntas para la reflexón personal:
i) ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este relato de Mateo?
ii) ¿Què significa para ti el reino de los cielos?
iii) ¿En qué se diferencia el reino de los cielos de los reinos de este mundo?
iv) Mateo nos presenta la persona de Jesús como aquél que se identifica con la
suerte de su pueblo. Lee los pasajes citados en la clave de lectura para reflexionar
y orar obre los acontecimientos del pueblo de Dios, en el que Jesús se ha
identificado. ¿Cuáles son las situaciones semejantes en nuestro mundo? Pregúntate
que puedes hacer tú para mejorar el ambiente en el que vives y trabajas...sobre
todo si no concuerdan con el reino de los cielos.

3. ORATIO 
a) Oración personal en silencio.
b) Termina la lectio divina con esta oración:
Padre misericordioso, concédenos seguir los ejemplos de la Sagrada Familia de
Jesús, José y María, para que estemos siempre seguros en las pruebas de esta vida
hasta el día en que nos reunamos en la gloria del cielo. Por Cristo nuestro Señor.

4. CONTEMPLATIO 
La paz de Cristo reine en vuestros corazones. (Col 3,15)

domingo, 22 de diciembre de 2013

Mensaje Navideño del Arzobispo Rafael Romo Muñoz



TIJUANA.- El Excelentísimo Señor Arzobispo Metropolitano, Don Rafael Romo Muñoz, desea a todos los católicos y comunidad en general una esperanzadora Navidad.
“Estamos en estos días que ya hemos recorrido todo este periodo de Adviento que desemboca en la Navidad. ¿Qué significa Adviento? Adviento es una espera. Esperamos al que viene, por eso este período se llama Adviento porque es la esperanza de la venida del Mesías”, dijo el Arzobispo.

Explicó que no se trata nada más de la ternura del bebé, del Niño Dios, lo que nos mueve a todos en el afecto, en el encuentro fraterno, en la convivencia familiar, etcétera.
“El anuncio es del Mesías que viene. Es un anuncio que nos dice: ´he aquí que una Virgen concebirá y dará a luz a un hijo´, y después viene el anuncio a María que le dice el ángel: ´Dios te ha escogido para ser la madre de su Hijo. Y ella si llena de sorpresa, pero también en una acción profunda de gracia dice: ´Hágase en mí según tu palabra´”, destacó Monseñor Romo Muñoz.
Relató también la llegada de los pastores quienes recibieron el anuncio de Dios a través de los ángeles, así como de los Reyes Magos que llegaron a adorar al Niño Jesús siendo guiados por la estrella, sintieron un llamado especial de parte del Niño Dios.
“Pero no se queda allí el Adviento, sino que es la llegada del Mesías que va a llevar todo un caminar de todo ser humano, que se desarrolle su vida y que viene a cumplir una misión. Y la misión de Jesús es redimirnos. El Mesías viene a redimirnos, y por eso no podemos detenernos en este tiempo de Navidad solamente en el anuncio del Mesías que viene como un niño, sino que viene a realizar la salvación y la redención del mundo entero”, mencionó el Arzobispo.
De ahí que tengamos que encontrar a Jesús realizando su obra redentora en su pasión, muerte y resurrección.
Y nos invita a pedir al Señor nos bendiga en nuestras personas, que sepamos recibirlo y que nuestro corazón esté abierto en ese adviento lleno de emotividad, de calor y amor para recibir al Señor que viene al corazón de cada uno de nosotros; que bendiga a nuestros hogares en este tiempo particularmente familiar donde debe sentirse la presencia del salvador, y que nos conceda la armonía y la paz que tanto anhelamos.
“Feliz Navidad para todos ustedes, que reciban al Señor con todo el corazón y que él les bendiga abundantemente”, deseó Monseñor Romo Muñoz.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo IV de Adviento Ciclo A

   


PRIMERA LECTURA: Isaías 7, 10-14 
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 23 (Va a entrar el Rey de la Gloria) 

SEGUNDA LECTURA: Romanos 1, 1-7 


Invocación al Espíritu Santo: 
Ven Espíritu Santo, 
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias. 
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de 
su Hijo Jesús, el Cristo. 
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. 
Amén

«Le pondrás el nombre de Jesús porque salvará de los pecados»

TEXTO BIBLICO: Mateo 1, 18-24

1,18: El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida 
con José, y antes del matrimonio, resultó que estaba embarazada, por obra del Espíritu 
Santo. 1,19: José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla 
públicamente, pensó abandonarla en secreto. 1,20: Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del 
Señor se le apareció en sueños y le dijo: —José, hijo de David, no temas recibir a María 
como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. 1,21: Dará a luz 
un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 1,22: Todo 
esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del profeta: 
1,23: Mira, la virgen está embarazada, dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel —que 
significa: Dios con nosotros—. 1,24: Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel 
del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa.. 
LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio bíblico del texto. 
La Iglesia nos presenta para este cuarto domingo de Adviento un texto del evangelista Mateo, quien nos 
recuerda cómo es el proceso de cómo María quedó embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo y 
cómo José reaccionaba en su interior hasta la aparición del Angel. José recibe finalmente a María en un 
acto de obediencia ciega a Dios. 
Debemos situarnos en la ley del Antiguo Testamento. En primer lugar María ya estaba desposada, es 
decir casada con José, porque se había firmado entre José y Joaquín (el padre de María), el acta 
matrimonial. Luego había que esperar un tiempo para preparar la gran fiesta, donde María era llevada 
en forma muy bella con su corona de novia hasta la casa de José, donde viviría. Pero había que 
prepararse, tener los animales engordados para la fiesta, el vino, y la comida, invitar a los familiares, y 
todo eso. Tal vez eran algunos meses de preparación. Pero María según la ley de Moisés, ya era 
“propiedad” de José, aunque no vivieran juntos porque esperaban la fiesta. 
En este transcurso sucede la Anunciación del Ángel Gabriel y María es cubierta con el Espíritu Santo 
quedando embarazada y esperando a Jesús. María se va a visitar a Isabel. 
Pero… cuando regresa… al ver José que estaba embarazada, sin saber de dónde provenía la criatura, 
podía hacer dos cosas según la ley de Moisés: Mandarla a apedrear o despedirla en secreto y no decir 
más nada. Como José era un hombre bueno y justo, no le pareció prudente mandar a matar a María 
bajo la lapidación. Entonces dice el texto que ya estaba listo y decidido para abandonarla en secreto. 
Aquí, aparece nuevamente el Ángel en el sueño de José. No debe tener miedo de recibirla por esposa, 
porque la criatura es obra del Espíritu Santo. Es el Ángel el que le da el nombre a quien nacerá y dice 
que debe llamarse JESÚS (que significa YAHVEH SALVA), y le explica que su Hijo salvará al Pueblo de sus 
pecados. 
Mateo culmina este relato con la relación de la profecía de Isaías, La virgen está embarazada y tendrá al 
hijo que será el EMMANUEL, que quiere decir DIOS CON NOSOTROS. 
José, obediente al diálogo con el Ángel, supera el miedo, hizo lo que se le había dicho y recibió a María 
en su casa. 
Reconstruimos el texto: 
 ¿Cómo comienza este texto? ¿de quién está hablando san Mateo? 
 ¿Qué ha sucedido con María? 
 ¿Cuál es la decisión que ha tomado José?



 ¿Con quien se encuentra José? ¿Qué le dice? 
 ¿Cuál es el nombre que debe él como padre y custodio de Familia ponerle al Hijo de 
María? ¿Qué significa ese nombre? 
 ¿Qué hace después José?

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
1. La vida en relación con el Señor siempre nos habla de obediencia, aún cuando no entendamos. 
2. ¿Cómo es mi obediencia a los mandatos del Señor? ¿Soy verdaderamente obediente, o sólo 
tomo los que yo deseo, convirtiéndome en un cristiano a medias? 
3. ¿Cuáles son las cosas, obligaciones, que me pide el Señor que me cuesta más aceptar? 
4. ¿Suelo tomar la vía más fácil de salir de las obligaciones y tratar de irme de lo que me pide el 
Señor? 
5. ¿Le pido a Dios con frecuencia que me muestre su camino, que me muestre su voluntad sobre 
mí, para hacer el bien como Él me lo pide y no como yo lo interpreto? 
6. ¿Estoy abierto a que el Señor me pida cualquier cosa de mi vida? 
7. ¿Qué más podría hacer yo para ser un discípulo misionero?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor? 
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
 Gracias porque nos invitas a no tener miedo a tus planes. 
 Gracias porque nos invitas a compartir tus sueños de evangelización. 
Continuemos nuestra oración con las palabras del Papa Benedicto XVI en el Angelus del domingo IV de 
Adviento en 2007 
Queridos hermanos y hermanas: 
Sólo un día separa a este cuarto domingo de Adviento de la santa Navidad. Mañana por la noche 
nos reuniremos para celebrar el gran misterio del amor, que nunca termina de sorprendernos. 
Dios se hizo Hijo del hombre para que nosotros nos convirtiéramos en hijos de Dios. Durante el  

Adviento, del corazón de la Iglesia se ha elevado con frecuencia una imploración: "Ven, Señor, 
a visitarnos con tu paz; tu presencia nos llenará de alegría". La misión evangelizadora de la 
Iglesia es la respuesta al grito "¡Ven, Señor Jesús!", que atraviesa toda la historia de la salvación 
y que sigue brotando de los labios de los creyentes. "¡Ven, Señor, a transformar nuestros 
corazones, para que en el mundo se difundan la justicia y la paz!". 
“..queremos… recordar a todos los cristianos —en una situación en la que con frecuencia ya no 
queda claro ni siquiera a muchos fieles la razón misma de la evangelización— que "acoger la 
buena nueva en la fe impulsa de por sí" a comunicar la salvación recibida como un don. 
En efecto, "la Verdad que salva la vida —que se hizo carne en Jesús—, enciende el corazón de 
quien la recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad a comunicar lo que se ha recibido 
gratuitamente" . Ser alcanzados por la presencia de Dios, que viene a nosotros en Navidad, es un 
don inestimable, un don capaz de hacernos "vivir en el abrazo universal de los amigos de Dios" , 
en la "red de amistad con Cristo, que une el cielo y la tierra" , que orienta la libertad humana 
hacia su realización plena y que, si se vive en su verdad, florece "con un amor gratuito y 
enteramente solícito por el bien de todos los hombres" . 
No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los hombres lo 
que hemos recibido gratuitamente de Dios. No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de 
este exigente y fascinante compromiso. La alegría de la Navidad, que ya experimentamos 
anticipadamente, al llenarnos de esperanza, nos impulsa al mismo tiempo a anunciar a todos la 
presencia de Dios en medio de nosotros. 
La Virgen María, que no comunicó al mundo una idea, sino a Jesús mismo, el Verbo encarnado, 
es modelo incomparable de evangelización. Invoquémosla con confianza, para que la Iglesia 
anuncie también en nuestro tiempo a Cristo Salvador. Que cada cristiano y cada comunidad 
experimenten la alegría de compartir con los demás la buena nueva de que Dios "tanto amó al 
mundo que le entregó a su Hijo unigénito para que el mundo se salve por medio de él" (Jn 3, 16-
17). Este es el auténtico sentido de la Navidad, que debemos siempre redescubrir y vivir 
intensamente.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.  

Él salvará a su pueblo de sus pecados . (versículo 1.21b ) 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga. 
ACCION: ¿A qué me comprometo?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
Si estoy solo, volver sobre este texto, y preguntarme seriamente hasta qué punto quiero dar un paso al 
costado, como José por no aceptar la voluntad del Señor. Abrirme a sus mensajes y a sus mensajeros No 
tener miedo de ser profeta de Jesús. Y al anunciarlo, convertirse en misionero. 
En el grupo proponerse una actividad obediencia. Tal vez exponer las cosas que son difíciles de 
entender y de cumplir. Ser discípulo es ser misionero. Preparar a otras personas para que reciban a 
Jesús. 


martes, 10 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA – III DOMINGO ADVIENTO –Ciclo A ¿ERES TÚ EL QUE TENÍA QUE VENIR?

                            Mateo 11, 2-11 
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
-«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió:
-«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
-«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿0 qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti."
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»
Palabra de Dios


“Estén alegres en el Señor” es el mensaje de este tercer domingo de Adviento. ¿El motivo? El Señor está
cerca y con él viene la Salvación que comienza a hacerse realidad en Jesús de Nazaret. Alabemos con alegría y júbilo a Dios que es fiel a su Palabra. 

1. Oración inicial 
Señor Jesús, los discípulos de Juan vienen 
y te preguntan si eras Tú el esperado, 
o si debían esperar a otro…, 
y fue ahí, que Tú hiciste referencia 
a tu vida, a tus actos, a tu manera de ser, 
a tus actitudes y gestos, 
para confirmar tu identidad, 
por eso, Señor, 
te pido, que me ayudes a ser consciente, 
de que creer en ti, no es teoría, 
sino vida y actitudes, 
que seguirte a ti, no es cuestión 
de prácticas rituales y externas, 
sino una manera de ser y de actuar, 
buscando identificarnos contigo, 
queriendo hacer vida tus mandamientos, 
buscando ser como Tú. 
Ayúdanos a que en esta Navidad, 
nuestra vida exprese nuestra fe en ti 
y así hagamos ver que somos cristianos. 
Que así sea.

                                                     I.    LECTIO  ¿Qué dice el texto?


No siempre es fácil reconocer ni al enviado ni la 
salvación que Dios ofrece. Sobre todo si no coincide con nuestros 
esquemas mentales o religiosos. Se necesita una búsqueda 
sincera y un saber aceptar lo bueno que viene de Dios. Juan 
Bautista obró así. Escuchemos: 


Preguntas para la lectura: 
 ¿Qué preguntan a Jesús los discípulos de Juan Bautista? 
¿Cómo les responde Jesús? 
 ¿Qué signos que realiza el mensajero de Dios (Is 35, 5-5 y 
61, 1-3) con los signos que Jesús lleva a cabo? 
 ¿Qué bienaventuranza añade Jesús al final de la cita de 
Isaías? ¿Qué quiere decir con ella? 
 ¿Qué dice Jesús de Juan Bautista? ¿Cuál es su misión? 
 ¿Qué comparación utiliza para marcar la firmeza y el 
compromiso de Juan con la voluntad de Dios?

II. MEDITATIO  ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto? 


Motivación: La vida y la misión de Juan están en función de 
Jesús, del anuncio de su venida definitiva. La meditación de este 
evangelio ayude a iluminar nuestra misión a favor del Reino. 
“…eres Tú el que debe venir o tenemos que esperar a otro? 
(Mt 11,3)” Hoy para nosotros, ¿qué importancia tiene esta 
pregunta?, ¿por qué? 


 Entre las obras que Jesús enumera como signo de su 
identidad para los discípulos y para el mismo Juan está la de 
curar. ¿La curación que yo le pido a Dios es solamente la 
física? ¿Hay alguna actitud en mí que necesite ser curada? 
¿Cuál? 
 Dichoso el que no encuentre en mí motivo de tropiezo. ¿Qué 
actitudes de Jesús siguen siendo escandalosas para mí, y 
por tanto, me cuesta aceptar o entender? 
¿Redescubro mi vocación como profeta de Dios? ¿Qué debo 
mejorar para ser mejor profeta del Señor? 
¿Busco realmente ser mensajero de Dios y preparar los 
caminos para que las personas se encuentren con Él? 
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con 
sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia 
realidad y situación personal. 

III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra? 

Motivación: Para conocer mejor a Jesús y descubrir las 
esperanzas que trae, no hay mejor cosa que ponerse en actitud 
de oración y dejar que la Palabra resuene e ilumine nuestra vida 
y nuestros proyectos futuros. 
 Luego de un tiempo de oración personal, compartimos en 
grupos nuestra oración (o todos juntos) 
 Se puede, también, recitar el salmo responsorial que 
corresponde a este domingo (salmo 145)





IV. CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?


Motivación: Hermanos y Hermanas, como miembros de la 
Familia Vicenciana, en este tiempo de Adviento, estamos 
llamados a estar cerca de los que llamamos nuestros Amos y 
Señores cuando viven en situaciones de tinieblas y 
desesperación, y a ser para ellos instrumentos de esperanza y de 
vida. Juntos, como Familia Vicenciana y con nuestros Amos y 
Señores, estamos llamados a ser constructores de solidaridad 

que tiene por cimientos el amor y no constructores de muros que 
dividen a la humanidad. 
Estamos llamados a vivir la vida de Jesús, esta vida que llegó 
hasta nosotros el día en que nació. Él nos invita a ir más allá de 
los muros, más allá de los límites, más allá de las fronteras que a 
menudo nosotros mismos hemos construido o que han sido 
construidas por la sociedad en la que vivimos. (Mensaje de 
Adviento del P. Gregorio Gay, CM, Superior General de la CM) 
“Vuestras resoluciones tienen que ser de esta manera: yo iré a 
servir a los pobres, procuraré hacerlo de una manera 
sencillamente alegre para consolarlos y edificarlos” (IX, 47) 
 ¿Qué podemos hacer para que nuestras obras apostólicas 
seas signos claros del Reino?

Oración final 
Gracias, Señor, 
porque me invitas a allanar los senderos, 
a preparar el camino para que vengas. 
Gracias, Señor, 
porque quieres contar conmigo. 
Gracias, Señor, 
porque quieres entrar en mi casa 
y hacer de ella una morada nueva. 
Gracias, Señor, 
porque te acuerdas de nosotros 
y de mí, 
y te pones en el camino 
por el que yo voy caminando, 
para que te encuentre 
porque Tú me has encontrado. 
Gracias, Señor, porque vienes, 
porque estás, porque estarás. 






viernes, 6 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo II de Adviento Ciclo A



TEXTO BIBLICO: Mateo 3, 1-12
         «Estén en vela para estar preparados» 



3,1: En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea, 
3,2: proclamando: 
 —Arrepiéntanse, que está cerca el reino de los cielos. 
 3,3: Éste es a quien había anunciado el profeta Isaías, diciendo: 
 —Una voz grita en el desierto: 
 Preparen el camino al Señor, 
 enderecen sus senderos. 

 3,4: Juan llevaba un manto hecho de pelo de camello, con un cinturón de cuero en la 
cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 
 3,5: Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de la región del Jordán, 3,6: y se hacían 
bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 
 3,7: Al ver que muchos fariseos y saduceos acudían a que los bautizara les dijo: 
 —¡Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a escapar de la condena que llega? 
3,8: Muestren frutos de un sincero arrepentimiento 3,9: y no piensen que basta con decir: 
Nuestro padre es Abrahán; pues yo les digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos  

para Abrahán. 3,10: El hacha ya está apoyada en la raíz del árbol: árbol que no produzca 
frutos buenos será cortado y arrojado al fuego. 
 3,11: Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno 
con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con 
Espíritu Santo y fuego. 
 3,12: Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha: reunirá el trigo en el granero, y 

quemará la paja en un fuego que no se apaga. 


LECTURA: ¿Qué dice el texto? 
Estudio bíblico del texto. 
 
La Iglesia nos sigue presentando en el inicio del año litúrgico, en el Adviento de preparación a la llegada 
del Señor, textos que nos van adentrando en el espíritu de la Espera y de la Esperanza. 
 
Mateo nos habla de Juan, a quien llama “el bautista”, y es el profeta que esperaban para preceder al 
Mesías (ver 2 Reyes 1, 8 ss y Zacarías 13,4). Juan lleva una vida muy austera, porque su bien supremo es 
el encuentro con Dios. Su vida ya es gran parte de su prédica. Porque él con toda autoridad proclama y 
vive. El encuentro de todos los peregrinos que venían a recibir el bautismo, hacía que confesaran sus 
pecados y el arrepentimiento de los mismos para volver a Dios. 
 
El primer párrafo se refiere al arrepentimiento. Es decir, hacer un verdadero acto de conciencia sobre las 
cosas que en el Pueblo de Israel, se han apartado de la Ley de Dios, porque llega el Señor, el Dios de 
Israel, y en su llegada debe encontrar al Pueblo viviendo en las promesas que ambos se han hecho. “Yo 
seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. Y si se habían torcido los senderos hay que enderezarlos. Hay que 
volver a vivir de acuerdo a la ley de Dios. 
 
El bautismo de Juan prepara para el encuentro con Jesús, el Señor, el Cristo. Éste encuentro es un 
acontecimiento final y definitivo para una vida nueva. Pero Juan aclara que es necesaria la conversión, el 
arrepentimiento, y critica a los fariseos y saduceos (dos importantes ramas del judaísmo recalcitrante) 
porque van al bautismo como un rito externo, cuando él dice que lo más importante es la conversión del 
corazón. El arrepentimiento y una vida nueva, producirá frutos. Ya llega, dice Juan, el que tiene el hacha 
en la mano, y quien no tenga frutos para mostrar, será cortado como el árbol del que se esperan frutos. 
 
Juan dice que él no es digno ni siquiera de desatar la correa de sus sandalias. En la antigüedad, ésta era 
una actividad reservada sólo para los esclavos no judíos. Es algo que implica una gran distancia entre el 
amo judío y el esclavo que ni siquiera estaba en el pueblo de la salvación. Con esto Juan quiere decirnos  
 
que quien viene (es decir Jesús) es tan importante, y también tan distante. Como la distancia que hay 
entre un Señor y un esclavo. Y él ni siquiera merecería este puesto. 
 
Y el que viene después de Juan, o sea Jesús, el Cristo, Él es el único esperado para redimir a la 
humanidad. Y Él tiene la autoridad de bautizar con el Espíritu Santo y con Fuego. (Recuerden que el 
Fuego en la Biblia también se usa para purificar). 
 
La preparación para recibir a Jesús, el Cristo implica entonces una conversión y una disposición, pues 
como aclara Juan el Bautista, quien no acepte al Señor será separado como el trigo se separa de la paja 
para que ésta sea quemada. 
 
Reconstruimos el texto: 
 
1. ¿Cómo comienza el pasaje leído? ¿Quién es el personaje que aparece en el desierto de 
Judea y qué dice? 
2. ¿Qué profeta había anunciado la presencia del precursor? 
3. ¿Cómo vivía Juan? ¿Cuál era su actividad principal? 
4. ¿Quiénes iban a verlo? ¿Qué es lo que Juan les decía a los fariseos y saduceos? 
5. Juan bautiza con agua ¿Cómo bautizará el que viene luego de él? 
6. ¿Cómo se sintetiza la predicación de Juan? 

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. Estamos en un momento de espera del Señor ¿en verdad yo estoy en esta tensión 
dinámica preparándome para recibir a Jesús? 
2. ¿Qué significaría en mi vida arrepentirse? ¿De qué cosas debo arrepentirme? ¿Y 
enderezar mi sendero? ¿De qué se trata esto en mi propia vida? 
3. ¿Es mi vida un modelo de sencillez evangélica? ¿habrá en mi vida algo que estorbe 
para decir que sí vivo el Evangelio? ¿las cosas que yo tengo las pongo al Servicio del 
Señor? ¿Habrá alguien que en mi vida se escandalice porque estoy viviendo lejos del 
Evangelio? 
4. Cuando me acerco a la vida de la Iglesia ¿Creo que sólo son ritos externos, pero no 
me cambio desde adentro? ¿Soy capaz de verme con la mirada de Jesús? ¿Cuáles 
cosas creo que el Señor me pediría que cambie para ser su discípulo? 
5. ¿Doy frutos de cristianismo? ¿Realmente mi vida es una forma de conversión para los 
demás? ¿Cuáles son las cosas buenas que hago que podría multiplicar? ¿Cuáles son 
las cosas buenas que no hago y que siento que el Señor me llama para hacerlas?  

6. ¿Estoy convencido que debo prepararme para su venida? ¿Cómo será este encuentro 
con el Señor? 

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias por recordarme que tú volverás. Quiero esperarte. Quiero tener una actitud de espera. 
Señor, a través de tu Palabra, descubro que también yo puedo ser un fariseo o un saduceo, que se 
sentían los religiosos del momento, porque cumplían con ritos externos. Dame valor para cambiar lo 
que tengo que cambiar. 
 
Oremos con el salmo 71 preparándonos a la celebración de la Eucaristía del próximo Domingo 
 
71,1: A ti, Señor, me acojo nunca quede defraudado. 
71,2: Por tu justicia, líbrame y rescátame, tiende tu oído hacia mí y sálvame. 
71,3: Sé mi roca de refugio, siempre accesible, la que prometiste para liberarme, pues mi peña y mi alcázar 
eres tú. 
71,4: Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y opresor. 
71,5: Tú eres mi esperanza, Señor mío, y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 
71,6: Desde el seno materno me apoyaba en ti, desde la entrañas de mi madre me sostenías. ¡A ti la 
alabanza continua! 
71,7: Eres un prodigio para muchos, pues tú eres mi refugio fortificado. 
71,8: Llena está mi boca de tu alabanza, de tu elogio todo el día. 
71,9: No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones, cuando decaen mis fuerzas, 
71,10: porque mis enemigos hablan de mí, quienes me espían dictaminan: 
71,11: Dios lo ha abandonado, persíganlo, aprésenlo, que no hay quien lo libre. 
71,12: Oh Dios, no te quedes lejos, Dios mío, apresúrate a socorrerme. 
71,13: Sean confundidos y humillados los que atentan contra mi vida; cúbranse de humillación y de 
vergüenza los que buscan mi daño. 
71,14: Yo en cambio esperaré siempre, reiterando tus alabanzas. 
71,15: Mi boca anunciará tu justicia y tu salvación todo el día, aunque no sepa contarla. 
71,16: Entraré en tu fortaleza, Señor mío, recordaré tu justicia, Señor, sólo tuya. 
71,17: Me instruiste, Dios mío, desde mi juventud y hasta hoy he anunciado tus maravillas.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Muestren frutos de un sincero arrepentimiento . (versículo 3,8) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación 

ACCION: ¿A qué me comprometo? 

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, buscando lo que el Señor me está diciendo, demandando. Él 
quiere entrar en contacto más personal conmigo. Profundizo en mi oración y cercanía con Él. Pero como 
signo exterior, voy a realizar alguna acción humilde. Por ejemplo ayudar en la limpieza a alguna persona 
anciana o pobre que necesite ayuda, visitar a algún enfermo y llevarle consuelo y cariño, o alguna obra 
de caridad, que manifieste mi actitud de espera en el Señor. 
 
En el grupo proponerse una actividad que nos ayude a demostrar que estamos a la espera del Señor. Si 
bien, un cambio personal es necesario, es bueno revisar la vida del grupo y proponerse actividades de 
servicio del Evangelio. Es tiempo propicio para una actividad externa que manifieste a Jesús que llega. 
Puede ser organizar una pastorela, una oración comunitaria, tal vez si puedes apoyar en la parroquia 
alguna actividad que apoye el sacramento de la reconciliación y un acto penitencial, sería muy oportuno. 




martes, 26 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo I de Adviento Ciclo A

                                                                                   
                 
       «Estén en vela para estar preparados»
           
   TEXTO BÍBLICO: Mateo 24, 37-44 

24,37: Jesús les dijo a sus discípulos: La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos 
de Noé: 24,38: en aquellos días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, 
hasta que Noé se metió en el arca. 24,39: Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y 
se los llevó a todos. 
 Así será la llegada del Hijo del Hombre. 24,40: Estarán dos hombres en un campo: a uno 
se lo llevarán, al otro lo dejarán; 24,41: dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. 
 24,42: Por tanto estén prevenidos porque no saben el día que llegará su Señor. 
 24,43: Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a 
llegar el ladrón, estaría cuidando para que no le abran un boquete en la pared. 24,44: Por 
tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio bíblico del texto. 
 
Estamos comenzando un nuevo año y ciclo litúrgico, el “A”. En el tiempo del adviento, que significa 
advenimiento o preparación de la llegada. Nuestra pregunta, es ¿a quién esperamos? Esperamos a Jesús 
en su segunda venida. Por eso, este tiempo es ponernos en una “tensión dinámica” de esta espera. 
 
Obvio, estamos preparándonos para el memorial del nacimiento de Jesús. Pero esto nos recuerda que Él 
volverá y por eso la Iglesia nos pone estos textos tan importantes para ir anhelando este encuentro con 
Jesús. Que mientras tanto, Él llega a nuestra vida, a nuestro corazón, entabla un diálogo con nosotros. 
 
El momento del fin de los tiempos, cuando vuelva Jesús a reinar para siempre es desconocido. Pero se 
trata de dejar algo sin dar fechas, no para poner nerviosa a las personas, sino para insistir en la vigilancia 
y la atención que debemos prestar en todos los momentos de nuestra vida. Debemos estar atentos. 
 
La venida del Señor, no se debe entender, como muchos pretenden hacer sus acertijos, como algo en el 
tiempo inminente. Lo que nos está asegurando el Señor es que Él mismo volverá al fin de los tiempos. Y 
por lo tanto, no debemos estar cómodos, instalados en un mundo donde creemos que aquí es donde se 
darán todos los beneficios. La famosa teología de la prosperidad, no concordaría con este texto. Porque 
en verdad la verdadera prosperidad, es tener el mayor tesoro en nuestra vida que no son cosas 
materiales que se pueden perder. El mayor bien supremo y absoluto, es dejarse abrazar por Jesús y ser 
su discípulo, estar en permanente contacto con Él. Lo que nos lleva a no atender al mundo ni a las cosas, 
sino más bien atender a Jesús y vivir de acuerdo a sus requerimientos. Nadie sabe esa fecha, por lo tanto 
es mejor estar atentos permanentemente. 
 
Jesús comienza su narración recordando el libro del Génesis, cuando el Diluvio, el único preparado era 
Noé y su familia. A los demás ni les interesó. Esta imagen puesta por Jesús es para recordar que hay que 
estar atentos y prevenidos. No sabemos cuándo será ese día. Pero sabemos que ocurrirá. 
 
Lo mejor es estar preparados para el día de la segunda venida del Señor. 
 
Hagámonos unas preguntas para reconstruir el texto: 
 
1. ¿A quiénes se dirige el Señor? 
2. ¿Cómo será la llegada del Señor? 
3. ¿Con qué imagen bíblica compara el Señor su regreso? 
4. ¿Qué pasará con las personas ese día? 
5. ¿Cuál es la recomendación de Jesús? 

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. Cuando recitamos el Credo, decimos que Jesús volverá a Juzgar a vivos y muertos. 
¿Estoy convencido de esto? ¿Qué significa para mí que Jesús volverá? 
2. Mucha gente vive desentendida de la gran realidad de la historia de la Salvación. ¿somos 
nosotros como aquellos de la época de Noé y nos perdemos en las cosas mundanas? 
3. Jesús nos advierte que muchos serán llevados y otros serán dejados. ¿Cómo tomo en mi 
vida personal estas palabras de Jesús? 
4. Si tuviera que medir el tiempo que yo dedico al encuentro con el Señor, qué puedo decir 
de mí mismo y del uso del tiempo? 
5. Estar prevenidos… dice el Señor. ¿Cómo hago yo, para que todo lo que realizo en mi 
vida, sea el reflejo de lo que el Señor me pide a través de la oración? 
6. Es toda mi vida, mis estudios, mi trabajo, mis contactos con las personas, una preparación 
para este encuentro definitivo con el Señor? 


ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias por advertirnos cómo debemos vivir. 
No queremos ser indiferentes a tu palabra, a tu llamado, a tu advertencia. 
Queremos estar atentos al encuentro contigo. Señor ven a mi vida, a mi corazón. Quiero consagrar 
todos los momentos del día a Ti. 
Que no desvíe mi mirada al mundo, donde el príncipe del mal quiere cautivarme y alejarme de tu 
presencia. 
 
Recitamos el Salmo 121 
121,1: Canción de peregrinación. Levanto los ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? 
121,2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
121,3: No dejará que tropiece tu pie, no duerme tu guardián.  
121,4: No duerme, ni dormita el guardián de Israel. 
121,5: El Señor es tu guardián, el Señor es tu sombra, el Altísimo está a tu derecha; 
121,6: de día el sol no te hará daño ni la luna de noche. 
121,7: El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu vida. 
121,8: El Señor guarda tus entradas y salidas ahora y por siempr

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto? 

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará 
cuando menos lo esperen. (versículo. 44) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación

ACCION: ¿A qué me comprometo?


Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen sobre mi vida de relación con el 
tiempo y el uso de las cosas creadas por Dios para mí. Cuánto tiempo dedico a reforzar mi vida en un 
encuentro personal con el Señor. ¿Cuáles son las cosas que yo realizo y están lejos del plan de Dios para 
mi vida? Proponerse una meta concreta, hacer una acción donde pueda demostrar que mi tiempo es 
para el Señor, y poder animar a otros a que hagan lo mismo. 
 
En el grupo proponerse una actividad que nos ayude a demostrar que sí estamos convencidos de que 
Jesús volverá. ¿Qué ocurrirá entonces con nosotros? Buscar alguna actividad exterior que muestre a 
otros nuestra fe en Jesús, el Señor de la Historia. Puede ser demostrar nuestra fe con una cartelera, con 
un anuncio, o bien organizar algo que sea para que todos puedan darse cuenta que estamos dando 
testimonio de nuestra fe y queremos prepararnos para recibir a Jesús.

martes, 19 de noviembre de 2013

Lectio Divina Dominical – Domingo de Cristo Rey del Tiempo Ordinario Ciclo C



   «Señor Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino»


                                             TEXTO BIBLICO: Lucas 23, 35-43



23,35: Cuando crucificaron a Jesús, el pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo: —Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. 23,36: También los soldados se burlaban de él. e acercaban a ofrecerle vinagre 23,37: y le decían: —Si eres el rey de los judíos, sálvate. 23,38: Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos.  23,39: Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:  —¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.   23,40: Pero el otro lo reprendió diciendo:   —¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena? 23,41: Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; pero él, en cambio, no ha cometido ningún crimen.  23,42: Y añadió:  —Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí.   23,43: Jesús le contestó:    —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.



LECTURA
¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto.           
El año litúrgico se cierra con esta fiesta de Cristo, Rey. Israel recorrió un largo camino respecto al reinado. Era un pueblo nómada y tribal al principio, de tradición democrática y no monárquica. Ya en el Libro de los Jueces (9:7-21) encontramos en llamado “Apólogo de Jotam” (un apólogo que como una fábula, o historia para una enseñanza moral), en que se critica el deseo de querer ser rey. La narración sobre el deseo de Israel de tener un rey se encuentra en 1 Sam 8, y ahí muestra Yahveh su disgusto por el deseo de Israel de ser ‘como las naciones’, es decir, los paganos, y tener un rey, que al fin y al cabo los oprimirá con su vida lujosa y desenfrenada. Y así sucedió, pues Salomón comenzó siendo sabio pero terminó necio y mujeriego (se casó con muchas extranjeras que desviaron su corazón a dioses paganos), y como castigo el reino se dividió; todo esto se puede leer en 1 Re 11-12. La legislación deuteronómica sobre el reinado, precisamente teniendo en mente a Salomón, se encuentra en Dt 17:14-20. El rey debe ser uno del pueblo, un hermano, y no tener ni muchas mujeres ni muchos caballos, ni llevar al pueblo de nuevo a Egipto como esclavos (entres sus mujeres, Salomón se casó con la hija del faraón).
La primera lectura nos presenta a David precisamente como uno del pueblo de Israel, un pastor. Un poco después en este segundo libro de Samuel, al capítulo 7, encontramos la gran profecía/promesa que sólo de la descendencia de David deberá salir (literalmente, Yahveh “hará que se levante,” que es lenguaje bíblico de resurrección, 2 Sam 7:12) el rey de Israel, o el Mesías. Pero antes de que se cumpla esta esperanza, Israel de hecho vuelve a “Egipto” (2 Re 25:26; realmente, la mayor parte de la gente se fue al exilio en Babilonia) y queda truncada la monarquía (Israel estará sin rey judío, sólo bajo reyes extranjeros que la oprimen). En el exilio babilónico, el profeta Ezequiel, en nombre de Dios, insiste en que Yahveh volverá a ser rey sobre su pueblo aunque sea a la fuerza, Ez 20:32-44. De hecho, Yahveh será de nuevo, como antaño, el único Pastor de su pueblo, a través de su siervo David, que será no tanto rey, sino “príncipe” (literalmente, “uno que está levantado”), Ez 34; 37:24-28.`
Jesús, el Buen Pastor que hace lo que dice Dios que hará con sus ovejas en Ez 34:15-16, es decir: apacentar (hacer que se acuesten para comer, como se dice en Mc 2:15); buscar la perdida; vendar y curar a la enferma (Jesús se llama médico en Mc 2:17). Pero nadie se imaginaba cómo sería “levantado” el Mesías: sería “levantado” sobre el trono de la cruz (ver la profecía de Jesús con juego de palabras en Jn 12:32-33; en arameo, el idioma de Jesús, “ser levantado” significa tanto “ser exaltado” como “ser crucificado”). La cruz era un trono satírico, una burla muy cruel de los romanos, para los pretendientes a la realeza, para los que eran o se consideraban una amenaza para el imperio.[1] Y de hecho, la lectura del evangelio nos presenta a Jesús crucificado objeto de burlas. Jesús fue el que no se salvó a sí mismo para salvarnos a nosotros. Ni Dios su Padre lo eximió (Rom 8:32), como Abraham con Isaac, sino que lo entregó por nosotros. Pero el “levantamiento” de Jesús sobre la cruz mostró su realeza de verdad, y fundamenta su pleno derecho de ser nuestro Señor y Rey, gobernando más conquistando nuestros corazones que por fuerza. Y así nos dice la Carta a los Hebreos que el Dios de la paz “condujo hacia arriba,” sacándolo del reino de la muerte, “a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre de la alianza eterna” (13:20).
Nos hacemos unas preguntas para recordar el texto bíblico:
  1. ¿Cómo comienza este texto? ¿cuál es la escena?
  2. ¿Quiénes estaban mirando y burlándose de Jesús? ¿Qué es lo que le decían a Jesús?
  3. ¿Quiénes más estaban en la escena burlándose de Jesús y qué le ofrecían?
  4. ¿Cuál es la frase central en la que le dicen a Jesús sobre su reinado?
  5. ¿Qué decía el cartel que estaba sobre la cruz de Jesús?
  6. ¿Qué le decía uno los malhechores a Jesús? ¿Cómo le contestó el otro?
  7. El segundo malhechor se dirigió a Jesús con unas palabras concretas: ¿Qué le pidió a Jesús?
  8. ¿Cuál fue la contestación que le dio Jesús?
.
MEDITACIÓN
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto? 
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
Estamos ante uno de los momentos más importantes en la historia de la Salvación. Cuando Jesús asume ser desde ahora la única víctima agradable al Padre Dios. Ya no será necesario seguir inmolando corderos a Dios. Jesús se ha ofrecido y con su sangre nos ha comprado para Dios, nos ha liberado de toda atadura, y con su muerte nos libró de la muerte eterna… Es importante que ante este texto me haga estas preguntas:
  1. ¿Al igual que el pueblo, yo me quedo lejos de Jesús, de la religión y a veces hasta murmuro y critico?
  2. ¿Cuántas veces he negado la cruz, mi cruz? ¿Cuántas veces le he pedido a Dios que me libere de mis cruces?
  3. ¿He pensado que Jesús no debía haber sufrido? ¿Preferiría otra forma de Salvación? (tal vez mi actitud es como la de Pedro y Jesús me diría que me aparte de Él)
  4. ¿Cuántas veces quiero poner a prueba a Jesús? (Hay momentos en que le decimos: “Si eres Dios que se sane tal persona… Si eres Dios que no sufra tal amigo… Si eres Dios que se salve este niño inocente… Si eres Dios que yo pueda tener un buen trabajo… Si eres Dios que mi familia esté a salvo…. Porqué le ocurrió un accidente a esta persona tan buena?) ¿Qué hacemos en estos casos… si escuchamos esto de otros, qué decimos?
  5. Sabemos que Dios es omnipotente… todo lo puede. ¿entendemos que Dios permitió el sufrimiento de su Hijo, y que la cruz es el trono donde Él quiso venir a Reinar?
  6. La cruz del Señor va en contra de toda perspectiva humana, La cruz del Señor es la salvación para nosotros. Su muerte es nuestra vida. ¿Acepto esto, acepto y agradezco a Jesús que reine sobre mí, desde la cruz?
  7. Hoy proclamamos a Jesucristo, Rey del Universo, porque con su muerte en Cruz liberó toda la creación que había caído en la desgracia. ¿Dejo reinar a Jesús en mi vida? O ¿prefiero vivir el “reino de este mundo a mi manera”?
.
ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias por venir a enseñarnos un nuevo camino que nos lleva hacia Ti. La cruz redentora.
Gracias por aceptar venir a salvarme, a liberarme, a hacerme una nueva creatura.
Así como en el Antiguo Testamento se sellaban con la sangre de los corderos ofrecidos en holocausto, hoy queremos pedirte con nos selles con tu Sangre Bendita y salvadora. Que el maligno enemigo, al que tú venciste desde la cruz no tenga ningún poder sobre nosotros.
Te declaramos Rey de nuestras vidas, Reina Jesús por siempre en mi vida y en mi corazón.
Amén.
.
CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
 Jesús, acuérdate de mí. (versículo 42)
Te aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso. (43)
Y de esta forma nos ponemos en contemplación
.
ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen sobre mi vida de relación con Cristo crucificado y reinante desde la cruz. Hasta qué punto lo acepto. Me comprometo en ser un anunciador de Jesús. Y voy a buscar al menos a una persona que no conozca bien sobre Jesús para poder anunciarle que su vida está salvada por Jesús a través de su cruz. Que me sienta un misionero.
En el grupo proponerse una actividad  que nos ayude a demostrar que sí estamos convencidos de Jesús, el Cristo Rey del Universo, quien reina en mi vida y nos ayuda a liberarnos de las pasiones que nos atan a este mundo. Podríamos hacer en nuestro grupo un cartel con las cosas que este mundo considera importantes, y los reinos como el económico, el poder, el poseer, el dominar, y en contraposición, la cruz salvadora de Jesús. Visitar a personas que están necesitadas del amor de Jesús, y en su nombre, visitarlos, como grupo, acompañándolos en sus necesidades.

martes, 5 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA 32do. Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

                   TEXTO BIBLICO: Lucas 20, 27-38 

  «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos»
  
             
20,27: Se acercaron entonces unos saduceos, los que niegan la resurrección, y le 
preguntaron a Jesús: 
 20,28: —Maestro, Moisés nos ordenó que si un hombre casado muere sin hijos, su 
hermano se case con la viuda, para dar descendencia al hermano difunto. 
 20,29: Ahora bien, eran siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar 
hijos.20,30: Lo mismo el segundo 20,31: y el tercero se casaron con ella; igual los siete, 
que murieron sin dejar hijos. 20,32: Después murió la mujer. 
 20,33: Cuando resuciten, ¿de quién será esposa la mujer? Porque los siete fueron maridos 
suyos. 
 20,34: Jesús les respondió: 
 —Los que viven en este mundo toman marido o mujer. 20,35: Pero los que sean dignos 
de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no tomarán marido ni 
mujer;20,36: porque ya no pueden morir y son como ángeles; y, habiendo resucitado, son 
hijos de Dios.  
  20,37: Y que los muertos resucitan lo indica también Moisés, en lo de la zarza, cuando 
llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob. 
 20,38: No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. 
 
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO 
 
LECTURA: ¿Qué dice el texto? 
 
 
Estudio bíblico del texto. 
 
Las principales lecturas de este domingo, ya llegando al final del año litúrgico de nuestra Iglesia, 
tratan del tema de la resurrección. Como todo en la historia humana y también en la Biblia, hay una 
evolución, un desarrollo, en las creencias sobre la vida ultratumba, en el más allá después de la muerte. 
El ser humano es un ser consciente y relacional, habla y ama. Cuando muere, deja un recuerdo, pero los 
que lloran su ausencia recuerdan sus palabras y acciones y toda su dignidad en vida, de modo que desde 
el principio es difícil pensar, y se rechaza, que el ser humano simplemente desaparezca y deje de existir. 
Aunque en el caso de los malvados, no se mantiene un buen recuerdo y a veces se busca, y se trata de 
lograr, que no se recuerdan. Así los romanos tenía lo que llamaban “condenación de la memoria,” en 
que quitaban todo monumento conmemorativo de grandes malvados, como fue el caso con el 
emperador Domiciano, en tiempos del Libro del Apocalipsis. 
 
Pero la existencia después de la muerte era algo oscuro para Israel por muchos años, aunque parece que 
existió un amplio culto a los muertos, a los ancestros, que perduró aún en tiempos del “Tercer Isaías” 
después del exilio babilónico, es decir, aun en el siglo sexto antes de Cristo y hasta después. Por eso la 
necromancia, el invocar a los muertos, está proscrito por Deuteronomio 18:9-12. Un gran pecado del rey 
Saúl fue ir a una “nigromante,” es decir “adivina de cadaver” para consultar al profeta difunto Samuel, 1 
Samuel 28:3-25. Éste, como se pensaba de todos los muertos entonces, yacía en šeol, un lugar lúgubre, 
aburrido, sin contacto con Dios y sin poder alabarlo (ver Salmo 88:4-6, 11-13). Lo mejor era no ser 
molestado en la existencia ultratumba (1 Samuel 28:15). 
 
Pero los anhelos humanos de perdurar después de la muerte se expresan en varios lugares de la Biblia, 
como el Salmo 16 y en el famoso pero oscuro pasaje de Job 19:25-27, o en sentido simbólico en la 
famosa escena de los huesos que cobran vida en Ezequiel 37. Pero por la mayor parte, la teología del día 
afirmaba la retribución, los premios y castigos, sólo en esta vida. Hizo falta un gran acontecimiento para 
darle un empujón a las ideas sobre la vida en el más allá. 
 
Un retrato de ese acontecimiento, que duró varios años, nos lo da la primera lectura de los Libros de los 
Macabeos. Fueron escritos acerca de la gran persecución del rey sirio Antíoco IV “Epífanes,” que quiso 
acabar de una vez con el judaísmo, prohibiendo las prácticas principales de esta religión de consagración 
de todo un pueblo, es decir, de separación de los judíos de los no judíos o “gentiles.” Prácticas como la  

circuncisión, la observancia del sábado y la dieta košer. En nuestra primera lectura se trata de forzar a 
un judío a comer carne de puerco, que estaba prohibido por la Ley de Moisés. Muchos judíos sufrieron 
el martirio por sus creencias, que, si no hubiesen sido fieles a ellas a pesar de tanta persecución y 
sufrimiento, quizá se hubiera acabado el judaísmo y ¡no tendríamos a Jesús! Pero a la luz de tanta 
fidelidad hasta la muerte por el verdadero Dios y su Ley, la suerte de esos caídos no podía simplemente 
ser la de todos, en ese triste šeol. El gran profeta Daniel es el primero en recibir una revelación angélica 
(ver Daniel 10-12) que claramente habla de la resurrección de los muertos, justo en referencia a la 
persecución que detallan los Libros de los Macabeos. Al final del tiempo ( en primer lugar, se trata del 
fin del tiempo de la persecución, pero como el Libro del Apocalipsis, el valor de la profecía se extiende al 
final de los tiempos), habrá una gran batalla, luchará el ángel Miguel contra los malvados, y se salvará el 
pueblo de Dios. 
 
Y la profecía angélica continúa: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos 
para la vida eterna, otros para la desgracia, para el horror eterno” (Daniel 12:2). Esta creencia es la que 
se refleja en nuestra primera lectura. Algunos estudiosos piensan que se trata de una resurrección para 
el juicio final, que tiene que ver sólo con los muy buenos y los muy malos, pero la tradición ve en la 
palabra “muchos” un sentido universal. 
 
Dijimos al principio que la idea sobre la suerte después de la muerte evolucionó. No se encuentra en la 
Ley de Moisés, en el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia; ver, p.e., la referencia a šeol en 
Génesis 37:35). En tiempos de Jesús, había varios partidos o grupos judíos con diferentes creencias y 
posiciones. Los fariseos habían evolucionado, aceptaban no sólo la Ley, sino también los Profetas, y los 
Escritos (entre los cuales, para los judíos –y también para los Protestantes-- se encuentra el Libro de 
Daniel, aunque no los Libros de los Macabeos). Por eso los fariseos aceptaban la creencia en la 
resurrección, mientras los muy conservadores saduceos no: los saduceos sólo aceptaban la Ley o la Torá 
de Moisés, y por ende no creían en la resurrección; ver el pleito entre estos dos grupos en Hechos 23:6-
10. 
 
El evangelio nos presenta una discusión entre Jesús y los saduceos sobre esta creencia de la 
resurrección, los saduceos presentándole a Jesús una situación absurda de una mujer que tuvo que 
casarse con siete hermanos (también eran siete los hermanos en la primera lectura) bajo la ley del 
“levirato,” o sea, la obligación del cuñado de darle descendencia, hijos, su hermano difunto que murió 
sin ellos (y así, cuando se hizo esta ley, se temía que el difunto moría sin dejar nada de sí, que realmente 
desaparecía, pues no había vida real después de la muerte). Jesús, que cree en la resurrección, le 
contesta a los saduceos que en la vida en el más allá ya no será como en ésta en que se casa la gente y 
tiene hijos; seremos como ángeles cuando resucitemos (esto inspira mucho a los célibes consagrados, el 
anticipar nuestro estado definitivo o escatológico). Y para machacar su respuesta, Jesús les acusa de ni 
siquiera conocer la Ley de Moisés que es su única Sagrada Escritura: en el Libro del Éxodo, cuando Dios 
se identificó como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, no se definió como Dios de muertos, sino de 
vivos, pues para Dios todos estamos vivos. 
  

 
MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto? 
 
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. ¿Me doy cuenta que en varias ocasiones también quiero poner a prueba a Jesús? 
(Cuántas veces decimos que si Jesús existe que me dé una prueba, que si Dios no me 
abandonó, que me dé una prueba… ¿está bien esto?) 
2. ¿Creo firmemente como lo afirma la Iglesia desde los primeros discípulos, que Cristo 
resucitó y vive? ¿Qué significa esto en mi vida? 
3. ¿Entiendo que es Jesús vivo y resucitado quien me invita a un diálogo conmigo? 
4. ¿Estoy convencido que la Resurrección de los muertos es parte de nuestra fe y la 
profeso con seguridad? 
5. ¿Vivo de acuerdo a los valores del Evangelio y en diálogo con Jesús resucitado para 
poder ir preparando también mi vida en la eternidad? 
 
 
ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor? 
 
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias porque me invitas a dialogar contigo, y me ayudas en el camino hacia Ti. 
Gracias, porque aunque no merezco la vida eterna, Tú me la ofreces, y yo quiero vivir de tal manera 
que pueda entrar en la Gloria del Padre para vivir siempre contigo. 
Tú deseas para mí la felicidad completa, que es muy distinta de la vida cosquilleante de un momento 
presente sin claros horizontes. En esta vida asumo muchas de las contrariedades y las vivo con 
deseos de eternidad. 
Tú eres un Dios de vivos, Tú mantienes a los que son fieles contigo. Ponemos también en tus manos 
a todos los fieles creyentes y discípulos que profesaron su fe, para que con tu amor los recibas en tu 
Reino. 
Señor, que vivamos de tal manera, que podamos gozar de tu Reino algún día, cuando Tú nos llames 
a tu presencia. No tememos ese día, lo esperamos con júbilo. Gracias Señor por la vida que nos das, 
y la que nos ofreces en la eternidad 
Amén 
  

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto? 
 
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Dios, no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él 
todos viven. (versículo 38) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación 
 
ACCION: ¿A qué me comprometo? 
 
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen de conciencia sobre mi vida y 
cómo voy en este camino de la vida hacia la eternidad. Reflexiono si estoy sólo haciendo mis cosas para 
la vida eterna. Y tomar una decisión, que sea importante. ¿Qué cosas cambiaré para demostrar mi 
convencimiento? 
 
En el grupo proponerse una actividad que muestre a toda la comunidad, que nos interesa vivir en este 
mundo de tal manera, que podemos seguir creciendo en los valores cristianos. Podríamos invitar a la 
comunidad completa antes de la celebración de este domingo a compartir este ejercicio de Lectio 
Divina, para prepararnos y tomar una decisión concreta de anunciar a otras personas, amigos, colegas, 
vecinos, la importancia de una vida coherente para alcanzar la felicidad eterna. 

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