Material Asamblea 2010 P.D.M

Material Asamblea 2010  P.D.M
Material Asamblea 2010 P.D.M Haz clic ne la imagen para entrar

La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

viernes, 29 de marzo de 2013

Domingo 31 de Marzo de 2013 Domingo de Resurreccion Ciclo C



TEXTO BÍBLICO: Juan 20, 1-9
1 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía
estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. 2 Entonces se fue corriendo a donde
estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
— ¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!
3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4
Los dos iban corriendo juntos; pero el otro
corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero
no entró. 6 Detrás de él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; 7
y
además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las
vendas, sino enrollada y puesta aparte. 8 entonces entró también el otro discípulo, el que había
llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. 9 Pues todavía no habían
entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar.
1. LECTURA
¿Qué dice el texto?
P. Fidel Oñoro cjm
 Algunas consideraciones para una lectura provechosa…
En Juan 20,1-9, leemos hoy el pasaje que describe el sensacional descubrimiento de la tumba
vacía por parte de María Magdalena y de los dos más autorizados discípulos de Jesús,
desatándose así una serie de reacciones. El relato contiene elementos muy valiosos que nos
ayudan a dinamizar nuestro propio camino pascual.
Esta vez vamos a hacer anotaciones breves sobre las frases más importantes del relato, como
una invitación para saborear el texto entero.
1. María Magdalena descubre que la tumba está vacía (20,1-2)
Notemos los movimientos de María Magdalena:
 María madruga: “Va de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro”
(20,1).
Esta acción es signo evidente de que su corazón latía fuertemente por Jesús. El amor no da
espera. Pero también es cierto que la hora de la mañana y los nuevos acontecimientos tienen
correspondencia: de madrugada muchos detalles anuncian un gran y radical cambio, la noche se
aleja, el horizonte se aclara y bajo la luz todas las cosas van dando poco a poco su forma. Así
sucederá con la fe en el Resucitado: habrá signos que anuncian algo grande, pero sólo en el
encuentro personal y comunitario con el Resucitado todo será claro, el nuevo sol se habrá
levantado e irradiará la gloria de su vida inmortal.
 María “corre” enseguida y va a informarle a los discípulos más autorizados, apenas
se percata que el sepulcro del Maestro está vacío (20,2a).
Esta carrera insinúa el amor de María por el Señor. Lo seguirá demostrando en su llanto junto a la
tumba vacía (20,11ss). Así María se presenta ante Pedro y el Discípulo Amado como símbolo y “Claves de
modelo del auténtico discípulo del Señor Jesús, que debe ser siempre movido por un amor vivo
por el Hijo de Dios.
 María confiesa a Jesús como “Señor”: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no
sabemos dónde le han puesto” (20, 2b).
A pesar de no haberlo descubierto vivo, para ella Jesús es el “Señor” (Kýrios), el Dios de la gloria
y por lo tanto inmortal (lo seguirá diciendo: 20,13.10). Ella está animada por una fe vivísima en el
Señor Jesús y personifica así a todos los discípulos de Cristo, que reconocen en el Crucificado al
Hijo de Dios y viven para Él.
He aquí un ejemplo para emular en las diversas circunstancias y expresiones de la existencia,
sobre todo en los momentos de dificultad y aún en las tragedias de la vida. Para la fe y el corazón
de esta mujer la muerte en Cruz de Jesús y su sepultura, con todo su amor por el Señor se ha
revelado “más fuerte que la muerte” (Cantar 8,6).2. Los dos discípulos corren a la tumba (20,3-10)
2. Los dos discípulos corren a la tumba (20,3-10)
Notemos cómo las acciones de los dos discípulos se entrecruzan entre sí y superan cada vez
más las primeras observaciones de María Magdalena.
 “Se encaminaron al sepulcro” (20,3)
La mención de los dos discípulos no es causal, ambos gozan de amplio prestigio en la comunidad
y la representan. Se distingue en primer lugar a Pedro, a quien Jesús llamó “Kefas” (Roca; 1,42),
quien confiesa la fe en nombre de todos (Jn 6,68-69), dialoga con Jesús en la cena (13,6-10.36-
38) y al final del evangelio recibe el encargo de pastorear a sus hermanos (Jn 21,15-17). Por su
parte el Discípulo Amado es el modelo del “amado” por el Señor, pero también del que “ama” al
Señor (13,23; 19,26; 21,7.20).
 “El otro discípulo llegó primero al sepulcro” (20,4)
El Discípulo Amado corre más rápido que Pedro (v.4). Esto parece aludir a su juventud, pero
también a un amor mayor. ¿No es verdad que correr es propio de quien ama?
 “Se inclinó, vio las vendas en el suelo, pero no entró” (20,5)
El discípulo amado llega primero a la tumba, pero no entra, respeta el rol de Pedro. Se limita a
inclinarse y ver las vendas tiradas en la tierra. Él ve un poco más que María, quien sólo vio la
piedra quitada del sepulcro.
 “Simón Pedro entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que
cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte” (20,6-7).“Claves de Lectio Divina para Jóvenes”

Al principio Pedro ve lo mismo que vio el Discipulado Amado, pero luego ve un poco más: ve que
también el sudario que estaba sobre la cabeza de Jesús, estaba doblado aparte en un solo lugar
(v.7).
Este detalle quiere indicar que el cadáver del Maestro no ha sido robado, ya que lo más probable
es que los ladrones no se hubieran tomado tanto trabajo. Por lo tanto Jesús se ha liberado a sí
mismo de los lienzos y del sudario que lo envolvían, a diferencia de Lázaro, que debió ser
desenvuelto por otros (ver 11,44). Las ataduras de la muerte han sido rotas por Jesús.
La tumba y las vendas vacías no son una prueba, son simplemente un signo de que Jesús ha
vencido la muerte. Sin embargo Pedro no comprende el signo
 “Entonces entró también el otro discípulo... vio y creyó” (20,8) “...que según la
Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos” (20,9)
El Discípulo Amado ahora entra en la tumba, ve todo lo que vio Pedro y da el nuevo paso que
éste no dio: cree en la resurrección de Jesús.
La constatación de simples detalles despierta la fe del Discípulo Amado en la resurrección de
Jesús, para él el orden que reinaba dentro de la tumba fue suficiente. No necesitó más para creer,
como sí necesitó Tomás. A él se le aplica el dicho de Jesús: “dichosos los que no han visto y han
creído” (v.29).
Pero ¡atención! El Discípulo Amado “vio” y “creyó” en la Escritura que anunciaba la resurrección
de Jesús (v.9). Esto ya se había anunciado en Juan 2,22. Aquí el evangelista no cita ningún
pasaje particular del Antiguo Testamento, tampoco ningún anuncio por parte de Jesús. Pero
queda claro que la ignorancia de la Escritura por parte de los discípulos implica una cierta dosis
de incredulidad (ver también 1,26; 7,28; 8,14).
La asociación entre el “ver” y el “creer” (v.8) formará en adelante uno de los temas centrales del
resto del capítulo, donde se describen las apariciones del resucitado a los discípulos, para
terminar diciendo: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”
(v.29). Nosotros los lectores, hacemos el camino del Discípulo Amado mediante a partir de los
“signos” testimoniados por él en el Evangelio (20,30-31).
2. MEDITACIÓN
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?
La búsqueda amorosa del Señor se convierte luego en impulso misionero. Como lo muestra el
relato, se trata de una experiencia contagiosa la que los envuelve a todos, uno tras otro. Es así
como este pasaje nos enseña que el evento histórico de la resurrección de Jesús no se conoce
solamente con áridas especulaciones sino con gestos contagiosos de amor gozoso y apasionado.
El acto de fe brota de uno que se siente amado y que ama.
Como dice San Agustín:
“Puede conocer perfectamente solamente aquél que se siente perfectamente amado”.
¡Así todos nosotros, discípulos de Jesús, debiéramos amar intensamente a Jesús y buscar los
signos de su presencia resucitada en esta nueva Pascua!
Meditemos el evangelio de la mano de nuestro querido Beato Juan Pablo II:
“Cristo no sólo nos ha revelado la victoria de la vida sobre la muerte, sino que nos ha traído con
su resurrección la nueva vida. Nos ha dado esta nueva vida.
He aquí cómo se expresa San Pablo: "¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en
Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo
en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la
gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva (Rom 6,3-4)"2
.
¿Por qué el Discípulo Amado espera a Pedro? ¿Qué me dice este comportamiento para la
vivencia eclesial de la Pascua?
3. ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Señor, demuestra también hoy que el amor es más fuerte que el odio.
Que es más fuerte que la muerte.
Baja también en las noches y a los infiernos
de nuestro tiempo moderno y toma de la mano a los que esperan.
¡Llévalos a la luz!
¡Estate también conmigo en mis noches oscuras y llévame fuera!
¡Ayúdame, ayúdanos a bajar contigo a la oscuridad de quienes esperan, que claman hacia ti
desde el vientre del infierno! ¡Ayúdanos a llevarles tu luz!
Ayúdanos a llegar al “sí” del amor, que nos hace bajar y precisamente así subir
contigo! Amén
4. CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propias en mi vida las enseñanzas del texto?

Hace una semana meditábamos el gran misterio de la cruz como prueba del amor del Jesús por
la humanidad, hoy contemplemos al resucitado, quien cumple su promesa “Yo soy la resurrección
y la Vida” (Jn 11, 25)
“Quiero Señor que infundas tu Vida en mi”
5. ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
La Pascua de Jesús es la antesala a nuestra pascua, así que la alegría del resucitado nos debe
llenar de la verdadera alegría que solo él nos puede dar, pregúntate:
 ¿Qué primeros frutos puedo recoger hoy del camino preparatorio de la Cuaresma, de esta
Semana Santa y del Triduo Pascual que hoy culmina?
 ¿De qué manera de invita a vivir el Evangelio la alegría Pascual y cómo voy a “cultivar” la
vida nueva en la cincuentena celebrativa que hoy comienza?
 ¿Con qué signos externos concretos voy a celebrar la Resurrección de Jesús en mi casa y
en mi comunidad?

viernes, 8 de marzo de 2013

LECTIO DIVINA Cuarto Domingo de Cuaresma Ciclo C Marzo 10 de 2013




TEXTO BÍBLICO: Lucas 15,1-3. 11-32
1
Todos los que cobraban impuestos para Roma y otra gente de mala fama se acercaban a Jesús,
para oírlo. 2
Los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto, diciendo:
— Éste recibe a los pecadores y come con ellos.
3 Entonces Jesús les dijo esta parábola:
11 «Un hombre tenía dos hijos, 12 y el más joven le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la
herencia que me toca.” Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. 13 Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo
lo derrochó llevando una vida desenfrenada. 14 Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo
una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. 15 Fue a pedir trabajo a
un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Y tenía ganas de llenarse
con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Al fin se puso a pensar:
“¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me
muero de hambre! 18 Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y
contra ti; 19 ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.” 20 Así que
se puso en camino y regresó a la casa de su padre.
»Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su
encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. 21 El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra Dios y
contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.” 22 Pero el padre ordenó a sus criados: “Saquen pronto
la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan
el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! 24 Porque este hijo mío
estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” Comenzaron la fiesta.
25 »Entre tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando regresó y llegó cerca de la casa,
oyó la música y el baile. 26 Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. 27 El
criado le dijo: “Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro más gordo,
porque lo recobró sano y salvo.” 28 Pero tanto se enojó el hermano mayor, que no quería entrar,
así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. 29 Le dijo a su padre: “Tú sabes cuántos
años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para
tener una comida con mis amigos. 30 En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu
dinero con prostitutas, y matas para él el becerro más gordo.”
31 »El padre le contestó: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.
32 Pero había que celebrar esto con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba
muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.”»
1. LECTURA
¿Qué dice el texto?
 Algunas preguntas para ayudarte en la lectura atenta…
¿Cuál es la actitud inicial del hijo menor? ¿Cuál es la actitud del Padre en cada momento de la
parábola? ¿Por qué el hermano mayor se enoja? ¿Cómo termina la parábola?“Claves de Lectio Divina para Jóvenes”
 Algunas consideraciones para una lectura provechosa…
En este domingo la misericordia se hace parábola. El rudo llamado al arrepentimiento que
escuchamos el domingo pasado se encuentra hoy con la contraparte: el oasis del rostro de Dios
en la Parábola del Padre misericordioso (o “del hijo pródigo”), la parábola de la misericordia por
excelencia.
El hijo arrepentido va hacia su Padre, pero al final es el padre el que “corre” hacia su hijo,
impulsado por la “conmoción” interior. Esta agitación interna que se vuelve impulso de búsqueda
es lo que se traduce por “misericordia”: puesto que el hijo nunca se le ha salido del corazón (lo
lleva en lo más profundo como una madre lleva a su hijo en las entrañas), la visión del hijo en su
humillación y sufrimiento descompone el distanciamiento -quizás normal- que toma quien ha sido
herido en su dignidad.
El padre que corre al encuentro de su hijo primero “lo abraza” (v.20b): el padre se humilla más
que el mismo hijo. No espera sus explicaciones. No le pide purificación previa al que viene con el
mal aspecto de la vida disoluta, contaminado en el contacto con paganos y rebajado al máximo
en la impureza (legal y física) de los cerdos; el padre rompe las barreras. No hay toma de
distancia sino inmensa cercanía con este que está “sucio”, para él es simplemente su hijo.
Lo “besa” (v.20c: “efusivamente”). El beso es la expresión del perdón paterno (como el beso de
perdón de David a su hijo Absalón en 2 Samuel 14,33). Nótese que el perdón se ofrece antes de
la confesión de arrepentimiento del hijo (v.21).
Le manda poner “el mejor vestido” (v.22ª; quizás “su primer [o “antiguo”] vestido”, como se
podría leer en griego): el padre le restituye su dignidad de hijo y le confirma sus antiguos
privilegios. El vestido viejo, su pasado, queda atrás.
Le manda poner “el anillo” (v.22b). Este anillo es un simple aderezo estético; puesto que en la
antigüedad el anillo formaba parte de las insignias reales (ver 1ª Macabeos 6,14) y con él se
sellaban las grandes transacciones, se trata de un gesto inaudito para con un hijo derrochador de
plata (v.13).
Le manda poner “sandalias” (v.22c): este era un privilegio de los hombres libres, incluso en una
casa sólo las llevaba el dueño, no los huéspedes. Este gesto es una delicada negativa al hijo que
iba a pedir ser tratado como jornalero.
Hace sacrificar el “novillo cebado” (v.23ª), el animal que se alimentaba con más cuidado y se
reservaba para alguna celebración importante en la casa.
Convoca una “fiesta” (v.23b) con todas las de la ley: la mejor comida, música y danza.
La fiesta parece desproporcionada, pero el padre expone el motivo: el gran valor de la vida del
hijo. Esto llama la atención: la casa cambia completamente.
En esta parte central de la parábola está el punto de confrontación que manda al piso los
mezquinos paradigmas de relación humana representados en el rol que juega el hijo mayor en la
parábola:
El problema no es simplemente “estar” con el padre (“Hijo, tú estás siempre conmigo”, (v.31ª) sino
de qué manera se está. Mientras el hermano mayor mide su relación con el padre a partir del
cumplimiento externo de la norma (“hace tantos años te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden
tuya”, v.29ª) y su expectativa es la proporcional retribución (“pero nunca me has dado un
cabrito...”; v.29b), la relación entre el padre y el hijo menor se rige por el amor, en el cual lo que
importa no es lo que uno le pueda dar al otro sino el hecho de ser “hijo”. Sale a flote en inmenso
valor de la relación y de su verdadero fundamento. Basta recordar qué es lo que le duele al
Padre: la “perdida”, y para él lo “perdido” no fueron los bienes sino “el hijo mío” (“este hijo mío
estaba perdido y ha sido hallado”).
El redescubrimiento de la filiación lleva a la recuperación de la fraternidad. Por eso el Padre se
permite corregir al hermano mayor: le sustituye el “¡Ese hijo tuyo!” (v.30) por “¡Este hermano
tuyo!” (v.32). Los caminos de reconciliación con el hermano deben partir del encuentro común en
el corazón del Padre, allí donde “todo lo mío es tuyo” (v.31).
Lo que se tiene y ser pierde (o lo que no se tiene y se desea) en este relato se mide desde la
relación. La mayor riqueza, la que nunca hay que perder y siempre hay que buscar, es la del
corazón misericordioso del Padre que eleva nuestra vida hasta su máxima dignidad. Es así como
se comprende la grandeza de la palabra: “Todo lo mío es tuyo” (v.31)

2. MEDITACIÓN
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?
La finalidad de la parábola es mostrarnos el carácter, la grandeza y las características de la
misericordia de Dios para con los pecadores arrepentidos. De esta manera comprenderemos la
praxis de misericordia de Jesús, que escandalizó a la gente piadosa de su tiempo, y también las
actitudes que debemos tomar ante el Dios que nos perdona y ante el hermano que debemos
perdonar, porque él nos sigue diciendo: “Todo lo mío es tuyo” (15,31), es decir, que hagamos
nuestra su misericordia.
Ahora recordemos las palabras de Benedicto XVI:
“…Por suerte, Dios no desfallece en su fidelidad y, aunque nos alejemos y perdamos, nos sigue
con su amor, perdonando nuestros errores y hablando interiormente a nuestra conciencia para
volvernos a atraer hacia sí. En la parábola, los dos hijos se comportan de manera opuesta: el
menor se va y cae siempre cada vez más bajo, mientras que el mayor se queda en casa, pero él
también tiene una relación inmadura con el Padre; de hecho, cuando regresa el hermano, el
mayor no se muestra contento como el Padre, es más, se enfada y no quiere volver a casa. Los
dos hijos representan los dos modos inmaduros de relacionarse con Dios: la rebelión y una
obediencia infantil. Ambas formas se superan a través de la experiencia de la misericordia. Sólo
experimentando el perdón, reconociendo que somos amados con un amor gratuito, más grande
que nuestra miseria y que nuestra justicia, entramos finalmente en una relación verdaderamente
filial y libre con Dios” 2
.
¿Con cuál de los personajes te sientes identificado? ¿Sientes a Dios como es ese Padre
Misericordioso en tu vida? ¿Qué te falta para reconciliarte con el Padre? ¿Has sentido celos de
alguien cercano a ti?
3. ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Demos gracias a Dios que nos renueva, nos abraza con su infinita misericordia y nos llama a ser
sus hijos.
Señor, renueva mi espíritu
y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo
por la riqueza de tu bendición.
Que mis ojos sonrían diariamente
por el cuidado y compañerismo
de mi familia y de mi comunidad.
Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamente
con la alegría y regocijo
de tus trabajos.
Que mi rostro dé testimonio
diariamente de la alegría
que tú me brindas.
Gracias por este regalo de mi sonrisa,
Señor.
Amén.
(Madre Teresa de Calcuta)

4. CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propias en mi vida las enseñanzas del texto?
Contemplemos hoy a Dios que se nos revela como un Papá, imaginémoslo con los brazos
abiertos y lágrimas en los ojos viéndonos a lo lejos y deseando que vayamos hacia Él. Dile ahora:
“Gracias porque me amas y me invitas a reconciliarme contigo SIEMPRE”
5. ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
En esta cuaresma Jesús nos vuelve a repetir este deseo del Padre, de entregarnos su verdadera
riqueza, que es nuestra herencia. Como el hijo menor aprenderemos a recibirla y como el hijo
mayor aprenderemos a compartirla. Así nadie, ni el hijo mayor ni el hijo menor, se quedará sin
entrar en la alegría del Padre que hace de nuestra vida una continua fiesta. La pascua que ya se
acerca es la realización de esta fiesta.
¿Asistes regularmente al sacramento de la reconciliación? ¿Cómo vas en tu preparación
cuaresmal hacia la pascua? ¿Qué cambios radicales debes hacer en tu vida para estar cerca al
Padre?



“Hay muchos cristianos que no saben por qué están en el mundo.
- ¿Por qué Dios mío, me has puesto en el mundo?
-Para salvarte.
- y ¿por qué quieres salvarme?
-Porque te amo.
¡Qué bello y grande es conocer, amar y servir a Dios!
Es lo único que tenemos que hacer en el mundo.
Todo lo demás es tiempo perdido”.
(Santo Cura de Ars)

Circulos Biblicos

Circulos Biblicos
Nuestra . Sra . del Rosario de Fatima Parroquia

ARQUIDIOCESIS