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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

martes, 26 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo I de Adviento Ciclo A

                                                                                   
                 
       «Estén en vela para estar preparados»
           
   TEXTO BÍBLICO: Mateo 24, 37-44 

24,37: Jesús les dijo a sus discípulos: La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos 
de Noé: 24,38: en aquellos días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, 
hasta que Noé se metió en el arca. 24,39: Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y 
se los llevó a todos. 
 Así será la llegada del Hijo del Hombre. 24,40: Estarán dos hombres en un campo: a uno 
se lo llevarán, al otro lo dejarán; 24,41: dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. 
 24,42: Por tanto estén prevenidos porque no saben el día que llegará su Señor. 
 24,43: Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a 
llegar el ladrón, estaría cuidando para que no le abran un boquete en la pared. 24,44: Por 
tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio bíblico del texto. 
 
Estamos comenzando un nuevo año y ciclo litúrgico, el “A”. En el tiempo del adviento, que significa 
advenimiento o preparación de la llegada. Nuestra pregunta, es ¿a quién esperamos? Esperamos a Jesús 
en su segunda venida. Por eso, este tiempo es ponernos en una “tensión dinámica” de esta espera. 
 
Obvio, estamos preparándonos para el memorial del nacimiento de Jesús. Pero esto nos recuerda que Él 
volverá y por eso la Iglesia nos pone estos textos tan importantes para ir anhelando este encuentro con 
Jesús. Que mientras tanto, Él llega a nuestra vida, a nuestro corazón, entabla un diálogo con nosotros. 
 
El momento del fin de los tiempos, cuando vuelva Jesús a reinar para siempre es desconocido. Pero se 
trata de dejar algo sin dar fechas, no para poner nerviosa a las personas, sino para insistir en la vigilancia 
y la atención que debemos prestar en todos los momentos de nuestra vida. Debemos estar atentos. 
 
La venida del Señor, no se debe entender, como muchos pretenden hacer sus acertijos, como algo en el 
tiempo inminente. Lo que nos está asegurando el Señor es que Él mismo volverá al fin de los tiempos. Y 
por lo tanto, no debemos estar cómodos, instalados en un mundo donde creemos que aquí es donde se 
darán todos los beneficios. La famosa teología de la prosperidad, no concordaría con este texto. Porque 
en verdad la verdadera prosperidad, es tener el mayor tesoro en nuestra vida que no son cosas 
materiales que se pueden perder. El mayor bien supremo y absoluto, es dejarse abrazar por Jesús y ser 
su discípulo, estar en permanente contacto con Él. Lo que nos lleva a no atender al mundo ni a las cosas, 
sino más bien atender a Jesús y vivir de acuerdo a sus requerimientos. Nadie sabe esa fecha, por lo tanto 
es mejor estar atentos permanentemente. 
 
Jesús comienza su narración recordando el libro del Génesis, cuando el Diluvio, el único preparado era 
Noé y su familia. A los demás ni les interesó. Esta imagen puesta por Jesús es para recordar que hay que 
estar atentos y prevenidos. No sabemos cuándo será ese día. Pero sabemos que ocurrirá. 
 
Lo mejor es estar preparados para el día de la segunda venida del Señor. 
 
Hagámonos unas preguntas para reconstruir el texto: 
 
1. ¿A quiénes se dirige el Señor? 
2. ¿Cómo será la llegada del Señor? 
3. ¿Con qué imagen bíblica compara el Señor su regreso? 
4. ¿Qué pasará con las personas ese día? 
5. ¿Cuál es la recomendación de Jesús? 

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. Cuando recitamos el Credo, decimos que Jesús volverá a Juzgar a vivos y muertos. 
¿Estoy convencido de esto? ¿Qué significa para mí que Jesús volverá? 
2. Mucha gente vive desentendida de la gran realidad de la historia de la Salvación. ¿somos 
nosotros como aquellos de la época de Noé y nos perdemos en las cosas mundanas? 
3. Jesús nos advierte que muchos serán llevados y otros serán dejados. ¿Cómo tomo en mi 
vida personal estas palabras de Jesús? 
4. Si tuviera que medir el tiempo que yo dedico al encuentro con el Señor, qué puedo decir 
de mí mismo y del uso del tiempo? 
5. Estar prevenidos… dice el Señor. ¿Cómo hago yo, para que todo lo que realizo en mi 
vida, sea el reflejo de lo que el Señor me pide a través de la oración? 
6. Es toda mi vida, mis estudios, mi trabajo, mis contactos con las personas, una preparación 
para este encuentro definitivo con el Señor? 


ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias por advertirnos cómo debemos vivir. 
No queremos ser indiferentes a tu palabra, a tu llamado, a tu advertencia. 
Queremos estar atentos al encuentro contigo. Señor ven a mi vida, a mi corazón. Quiero consagrar 
todos los momentos del día a Ti. 
Que no desvíe mi mirada al mundo, donde el príncipe del mal quiere cautivarme y alejarme de tu 
presencia. 
 
Recitamos el Salmo 121 
121,1: Canción de peregrinación. Levanto los ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? 
121,2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
121,3: No dejará que tropiece tu pie, no duerme tu guardián.  
121,4: No duerme, ni dormita el guardián de Israel. 
121,5: El Señor es tu guardián, el Señor es tu sombra, el Altísimo está a tu derecha; 
121,6: de día el sol no te hará daño ni la luna de noche. 
121,7: El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu vida. 
121,8: El Señor guarda tus entradas y salidas ahora y por siempr

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto? 

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará 
cuando menos lo esperen. (versículo. 44) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación

ACCION: ¿A qué me comprometo?


Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen sobre mi vida de relación con el 
tiempo y el uso de las cosas creadas por Dios para mí. Cuánto tiempo dedico a reforzar mi vida en un 
encuentro personal con el Señor. ¿Cuáles son las cosas que yo realizo y están lejos del plan de Dios para 
mi vida? Proponerse una meta concreta, hacer una acción donde pueda demostrar que mi tiempo es 
para el Señor, y poder animar a otros a que hagan lo mismo. 
 
En el grupo proponerse una actividad que nos ayude a demostrar que sí estamos convencidos de que 
Jesús volverá. ¿Qué ocurrirá entonces con nosotros? Buscar alguna actividad exterior que muestre a 
otros nuestra fe en Jesús, el Señor de la Historia. Puede ser demostrar nuestra fe con una cartelera, con 
un anuncio, o bien organizar algo que sea para que todos puedan darse cuenta que estamos dando 
testimonio de nuestra fe y queremos prepararnos para recibir a Jesús.

martes, 19 de noviembre de 2013

Lectio Divina Dominical – Domingo de Cristo Rey del Tiempo Ordinario Ciclo C



   «Señor Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino»


                                             TEXTO BIBLICO: Lucas 23, 35-43



23,35: Cuando crucificaron a Jesús, el pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo: —Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. 23,36: También los soldados se burlaban de él. e acercaban a ofrecerle vinagre 23,37: y le decían: —Si eres el rey de los judíos, sálvate. 23,38: Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos.  23,39: Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:  —¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.   23,40: Pero el otro lo reprendió diciendo:   —¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena? 23,41: Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; pero él, en cambio, no ha cometido ningún crimen.  23,42: Y añadió:  —Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí.   23,43: Jesús le contestó:    —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.



LECTURA
¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto.           
El año litúrgico se cierra con esta fiesta de Cristo, Rey. Israel recorrió un largo camino respecto al reinado. Era un pueblo nómada y tribal al principio, de tradición democrática y no monárquica. Ya en el Libro de los Jueces (9:7-21) encontramos en llamado “Apólogo de Jotam” (un apólogo que como una fábula, o historia para una enseñanza moral), en que se critica el deseo de querer ser rey. La narración sobre el deseo de Israel de tener un rey se encuentra en 1 Sam 8, y ahí muestra Yahveh su disgusto por el deseo de Israel de ser ‘como las naciones’, es decir, los paganos, y tener un rey, que al fin y al cabo los oprimirá con su vida lujosa y desenfrenada. Y así sucedió, pues Salomón comenzó siendo sabio pero terminó necio y mujeriego (se casó con muchas extranjeras que desviaron su corazón a dioses paganos), y como castigo el reino se dividió; todo esto se puede leer en 1 Re 11-12. La legislación deuteronómica sobre el reinado, precisamente teniendo en mente a Salomón, se encuentra en Dt 17:14-20. El rey debe ser uno del pueblo, un hermano, y no tener ni muchas mujeres ni muchos caballos, ni llevar al pueblo de nuevo a Egipto como esclavos (entres sus mujeres, Salomón se casó con la hija del faraón).
La primera lectura nos presenta a David precisamente como uno del pueblo de Israel, un pastor. Un poco después en este segundo libro de Samuel, al capítulo 7, encontramos la gran profecía/promesa que sólo de la descendencia de David deberá salir (literalmente, Yahveh “hará que se levante,” que es lenguaje bíblico de resurrección, 2 Sam 7:12) el rey de Israel, o el Mesías. Pero antes de que se cumpla esta esperanza, Israel de hecho vuelve a “Egipto” (2 Re 25:26; realmente, la mayor parte de la gente se fue al exilio en Babilonia) y queda truncada la monarquía (Israel estará sin rey judío, sólo bajo reyes extranjeros que la oprimen). En el exilio babilónico, el profeta Ezequiel, en nombre de Dios, insiste en que Yahveh volverá a ser rey sobre su pueblo aunque sea a la fuerza, Ez 20:32-44. De hecho, Yahveh será de nuevo, como antaño, el único Pastor de su pueblo, a través de su siervo David, que será no tanto rey, sino “príncipe” (literalmente, “uno que está levantado”), Ez 34; 37:24-28.`
Jesús, el Buen Pastor que hace lo que dice Dios que hará con sus ovejas en Ez 34:15-16, es decir: apacentar (hacer que se acuesten para comer, como se dice en Mc 2:15); buscar la perdida; vendar y curar a la enferma (Jesús se llama médico en Mc 2:17). Pero nadie se imaginaba cómo sería “levantado” el Mesías: sería “levantado” sobre el trono de la cruz (ver la profecía de Jesús con juego de palabras en Jn 12:32-33; en arameo, el idioma de Jesús, “ser levantado” significa tanto “ser exaltado” como “ser crucificado”). La cruz era un trono satírico, una burla muy cruel de los romanos, para los pretendientes a la realeza, para los que eran o se consideraban una amenaza para el imperio.[1] Y de hecho, la lectura del evangelio nos presenta a Jesús crucificado objeto de burlas. Jesús fue el que no se salvó a sí mismo para salvarnos a nosotros. Ni Dios su Padre lo eximió (Rom 8:32), como Abraham con Isaac, sino que lo entregó por nosotros. Pero el “levantamiento” de Jesús sobre la cruz mostró su realeza de verdad, y fundamenta su pleno derecho de ser nuestro Señor y Rey, gobernando más conquistando nuestros corazones que por fuerza. Y así nos dice la Carta a los Hebreos que el Dios de la paz “condujo hacia arriba,” sacándolo del reino de la muerte, “a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre de la alianza eterna” (13:20).
Nos hacemos unas preguntas para recordar el texto bíblico:
  1. ¿Cómo comienza este texto? ¿cuál es la escena?
  2. ¿Quiénes estaban mirando y burlándose de Jesús? ¿Qué es lo que le decían a Jesús?
  3. ¿Quiénes más estaban en la escena burlándose de Jesús y qué le ofrecían?
  4. ¿Cuál es la frase central en la que le dicen a Jesús sobre su reinado?
  5. ¿Qué decía el cartel que estaba sobre la cruz de Jesús?
  6. ¿Qué le decía uno los malhechores a Jesús? ¿Cómo le contestó el otro?
  7. El segundo malhechor se dirigió a Jesús con unas palabras concretas: ¿Qué le pidió a Jesús?
  8. ¿Cuál fue la contestación que le dio Jesús?
.
MEDITACIÓN
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto? 
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
Estamos ante uno de los momentos más importantes en la historia de la Salvación. Cuando Jesús asume ser desde ahora la única víctima agradable al Padre Dios. Ya no será necesario seguir inmolando corderos a Dios. Jesús se ha ofrecido y con su sangre nos ha comprado para Dios, nos ha liberado de toda atadura, y con su muerte nos libró de la muerte eterna… Es importante que ante este texto me haga estas preguntas:
  1. ¿Al igual que el pueblo, yo me quedo lejos de Jesús, de la religión y a veces hasta murmuro y critico?
  2. ¿Cuántas veces he negado la cruz, mi cruz? ¿Cuántas veces le he pedido a Dios que me libere de mis cruces?
  3. ¿He pensado que Jesús no debía haber sufrido? ¿Preferiría otra forma de Salvación? (tal vez mi actitud es como la de Pedro y Jesús me diría que me aparte de Él)
  4. ¿Cuántas veces quiero poner a prueba a Jesús? (Hay momentos en que le decimos: “Si eres Dios que se sane tal persona… Si eres Dios que no sufra tal amigo… Si eres Dios que se salve este niño inocente… Si eres Dios que yo pueda tener un buen trabajo… Si eres Dios que mi familia esté a salvo…. Porqué le ocurrió un accidente a esta persona tan buena?) ¿Qué hacemos en estos casos… si escuchamos esto de otros, qué decimos?
  5. Sabemos que Dios es omnipotente… todo lo puede. ¿entendemos que Dios permitió el sufrimiento de su Hijo, y que la cruz es el trono donde Él quiso venir a Reinar?
  6. La cruz del Señor va en contra de toda perspectiva humana, La cruz del Señor es la salvación para nosotros. Su muerte es nuestra vida. ¿Acepto esto, acepto y agradezco a Jesús que reine sobre mí, desde la cruz?
  7. Hoy proclamamos a Jesucristo, Rey del Universo, porque con su muerte en Cruz liberó toda la creación que había caído en la desgracia. ¿Dejo reinar a Jesús en mi vida? O ¿prefiero vivir el “reino de este mundo a mi manera”?
.
ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias por venir a enseñarnos un nuevo camino que nos lleva hacia Ti. La cruz redentora.
Gracias por aceptar venir a salvarme, a liberarme, a hacerme una nueva creatura.
Así como en el Antiguo Testamento se sellaban con la sangre de los corderos ofrecidos en holocausto, hoy queremos pedirte con nos selles con tu Sangre Bendita y salvadora. Que el maligno enemigo, al que tú venciste desde la cruz no tenga ningún poder sobre nosotros.
Te declaramos Rey de nuestras vidas, Reina Jesús por siempre en mi vida y en mi corazón.
Amén.
.
CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
 Jesús, acuérdate de mí. (versículo 42)
Te aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso. (43)
Y de esta forma nos ponemos en contemplación
.
ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen sobre mi vida de relación con Cristo crucificado y reinante desde la cruz. Hasta qué punto lo acepto. Me comprometo en ser un anunciador de Jesús. Y voy a buscar al menos a una persona que no conozca bien sobre Jesús para poder anunciarle que su vida está salvada por Jesús a través de su cruz. Que me sienta un misionero.
En el grupo proponerse una actividad  que nos ayude a demostrar que sí estamos convencidos de Jesús, el Cristo Rey del Universo, quien reina en mi vida y nos ayuda a liberarnos de las pasiones que nos atan a este mundo. Podríamos hacer en nuestro grupo un cartel con las cosas que este mundo considera importantes, y los reinos como el económico, el poder, el poseer, el dominar, y en contraposición, la cruz salvadora de Jesús. Visitar a personas que están necesitadas del amor de Jesús, y en su nombre, visitarlos, como grupo, acompañándolos en sus necesidades.

martes, 5 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA 32do. Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

                   TEXTO BIBLICO: Lucas 20, 27-38 

  «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos»
  
             
20,27: Se acercaron entonces unos saduceos, los que niegan la resurrección, y le 
preguntaron a Jesús: 
 20,28: —Maestro, Moisés nos ordenó que si un hombre casado muere sin hijos, su 
hermano se case con la viuda, para dar descendencia al hermano difunto. 
 20,29: Ahora bien, eran siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar 
hijos.20,30: Lo mismo el segundo 20,31: y el tercero se casaron con ella; igual los siete, 
que murieron sin dejar hijos. 20,32: Después murió la mujer. 
 20,33: Cuando resuciten, ¿de quién será esposa la mujer? Porque los siete fueron maridos 
suyos. 
 20,34: Jesús les respondió: 
 —Los que viven en este mundo toman marido o mujer. 20,35: Pero los que sean dignos 
de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no tomarán marido ni 
mujer;20,36: porque ya no pueden morir y son como ángeles; y, habiendo resucitado, son 
hijos de Dios.  
  20,37: Y que los muertos resucitan lo indica también Moisés, en lo de la zarza, cuando 
llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob. 
 20,38: No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. 
 
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO 
 
LECTURA: ¿Qué dice el texto? 
 
 
Estudio bíblico del texto. 
 
Las principales lecturas de este domingo, ya llegando al final del año litúrgico de nuestra Iglesia, 
tratan del tema de la resurrección. Como todo en la historia humana y también en la Biblia, hay una 
evolución, un desarrollo, en las creencias sobre la vida ultratumba, en el más allá después de la muerte. 
El ser humano es un ser consciente y relacional, habla y ama. Cuando muere, deja un recuerdo, pero los 
que lloran su ausencia recuerdan sus palabras y acciones y toda su dignidad en vida, de modo que desde 
el principio es difícil pensar, y se rechaza, que el ser humano simplemente desaparezca y deje de existir. 
Aunque en el caso de los malvados, no se mantiene un buen recuerdo y a veces se busca, y se trata de 
lograr, que no se recuerdan. Así los romanos tenía lo que llamaban “condenación de la memoria,” en 
que quitaban todo monumento conmemorativo de grandes malvados, como fue el caso con el 
emperador Domiciano, en tiempos del Libro del Apocalipsis. 
 
Pero la existencia después de la muerte era algo oscuro para Israel por muchos años, aunque parece que 
existió un amplio culto a los muertos, a los ancestros, que perduró aún en tiempos del “Tercer Isaías” 
después del exilio babilónico, es decir, aun en el siglo sexto antes de Cristo y hasta después. Por eso la 
necromancia, el invocar a los muertos, está proscrito por Deuteronomio 18:9-12. Un gran pecado del rey 
Saúl fue ir a una “nigromante,” es decir “adivina de cadaver” para consultar al profeta difunto Samuel, 1 
Samuel 28:3-25. Éste, como se pensaba de todos los muertos entonces, yacía en šeol, un lugar lúgubre, 
aburrido, sin contacto con Dios y sin poder alabarlo (ver Salmo 88:4-6, 11-13). Lo mejor era no ser 
molestado en la existencia ultratumba (1 Samuel 28:15). 
 
Pero los anhelos humanos de perdurar después de la muerte se expresan en varios lugares de la Biblia, 
como el Salmo 16 y en el famoso pero oscuro pasaje de Job 19:25-27, o en sentido simbólico en la 
famosa escena de los huesos que cobran vida en Ezequiel 37. Pero por la mayor parte, la teología del día 
afirmaba la retribución, los premios y castigos, sólo en esta vida. Hizo falta un gran acontecimiento para 
darle un empujón a las ideas sobre la vida en el más allá. 
 
Un retrato de ese acontecimiento, que duró varios años, nos lo da la primera lectura de los Libros de los 
Macabeos. Fueron escritos acerca de la gran persecución del rey sirio Antíoco IV “Epífanes,” que quiso 
acabar de una vez con el judaísmo, prohibiendo las prácticas principales de esta religión de consagración 
de todo un pueblo, es decir, de separación de los judíos de los no judíos o “gentiles.” Prácticas como la  

circuncisión, la observancia del sábado y la dieta košer. En nuestra primera lectura se trata de forzar a 
un judío a comer carne de puerco, que estaba prohibido por la Ley de Moisés. Muchos judíos sufrieron 
el martirio por sus creencias, que, si no hubiesen sido fieles a ellas a pesar de tanta persecución y 
sufrimiento, quizá se hubiera acabado el judaísmo y ¡no tendríamos a Jesús! Pero a la luz de tanta 
fidelidad hasta la muerte por el verdadero Dios y su Ley, la suerte de esos caídos no podía simplemente 
ser la de todos, en ese triste šeol. El gran profeta Daniel es el primero en recibir una revelación angélica 
(ver Daniel 10-12) que claramente habla de la resurrección de los muertos, justo en referencia a la 
persecución que detallan los Libros de los Macabeos. Al final del tiempo ( en primer lugar, se trata del 
fin del tiempo de la persecución, pero como el Libro del Apocalipsis, el valor de la profecía se extiende al 
final de los tiempos), habrá una gran batalla, luchará el ángel Miguel contra los malvados, y se salvará el 
pueblo de Dios. 
 
Y la profecía angélica continúa: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos 
para la vida eterna, otros para la desgracia, para el horror eterno” (Daniel 12:2). Esta creencia es la que 
se refleja en nuestra primera lectura. Algunos estudiosos piensan que se trata de una resurrección para 
el juicio final, que tiene que ver sólo con los muy buenos y los muy malos, pero la tradición ve en la 
palabra “muchos” un sentido universal. 
 
Dijimos al principio que la idea sobre la suerte después de la muerte evolucionó. No se encuentra en la 
Ley de Moisés, en el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia; ver, p.e., la referencia a šeol en 
Génesis 37:35). En tiempos de Jesús, había varios partidos o grupos judíos con diferentes creencias y 
posiciones. Los fariseos habían evolucionado, aceptaban no sólo la Ley, sino también los Profetas, y los 
Escritos (entre los cuales, para los judíos –y también para los Protestantes-- se encuentra el Libro de 
Daniel, aunque no los Libros de los Macabeos). Por eso los fariseos aceptaban la creencia en la 
resurrección, mientras los muy conservadores saduceos no: los saduceos sólo aceptaban la Ley o la Torá 
de Moisés, y por ende no creían en la resurrección; ver el pleito entre estos dos grupos en Hechos 23:6-
10. 
 
El evangelio nos presenta una discusión entre Jesús y los saduceos sobre esta creencia de la 
resurrección, los saduceos presentándole a Jesús una situación absurda de una mujer que tuvo que 
casarse con siete hermanos (también eran siete los hermanos en la primera lectura) bajo la ley del 
“levirato,” o sea, la obligación del cuñado de darle descendencia, hijos, su hermano difunto que murió 
sin ellos (y así, cuando se hizo esta ley, se temía que el difunto moría sin dejar nada de sí, que realmente 
desaparecía, pues no había vida real después de la muerte). Jesús, que cree en la resurrección, le 
contesta a los saduceos que en la vida en el más allá ya no será como en ésta en que se casa la gente y 
tiene hijos; seremos como ángeles cuando resucitemos (esto inspira mucho a los célibes consagrados, el 
anticipar nuestro estado definitivo o escatológico). Y para machacar su respuesta, Jesús les acusa de ni 
siquiera conocer la Ley de Moisés que es su única Sagrada Escritura: en el Libro del Éxodo, cuando Dios 
se identificó como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, no se definió como Dios de muertos, sino de 
vivos, pues para Dios todos estamos vivos. 
  

 
MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto? 
 
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. ¿Me doy cuenta que en varias ocasiones también quiero poner a prueba a Jesús? 
(Cuántas veces decimos que si Jesús existe que me dé una prueba, que si Dios no me 
abandonó, que me dé una prueba… ¿está bien esto?) 
2. ¿Creo firmemente como lo afirma la Iglesia desde los primeros discípulos, que Cristo 
resucitó y vive? ¿Qué significa esto en mi vida? 
3. ¿Entiendo que es Jesús vivo y resucitado quien me invita a un diálogo conmigo? 
4. ¿Estoy convencido que la Resurrección de los muertos es parte de nuestra fe y la 
profeso con seguridad? 
5. ¿Vivo de acuerdo a los valores del Evangelio y en diálogo con Jesús resucitado para 
poder ir preparando también mi vida en la eternidad? 
 
 
ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor? 
 
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias porque me invitas a dialogar contigo, y me ayudas en el camino hacia Ti. 
Gracias, porque aunque no merezco la vida eterna, Tú me la ofreces, y yo quiero vivir de tal manera 
que pueda entrar en la Gloria del Padre para vivir siempre contigo. 
Tú deseas para mí la felicidad completa, que es muy distinta de la vida cosquilleante de un momento 
presente sin claros horizontes. En esta vida asumo muchas de las contrariedades y las vivo con 
deseos de eternidad. 
Tú eres un Dios de vivos, Tú mantienes a los que son fieles contigo. Ponemos también en tus manos 
a todos los fieles creyentes y discípulos que profesaron su fe, para que con tu amor los recibas en tu 
Reino. 
Señor, que vivamos de tal manera, que podamos gozar de tu Reino algún día, cuando Tú nos llames 
a tu presencia. No tememos ese día, lo esperamos con júbilo. Gracias Señor por la vida que nos das, 
y la que nos ofreces en la eternidad 
Amén 
  

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto? 
 
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Dios, no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él 
todos viven. (versículo 38) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación 
 
ACCION: ¿A qué me comprometo? 
 
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen de conciencia sobre mi vida y 
cómo voy en este camino de la vida hacia la eternidad. Reflexiono si estoy sólo haciendo mis cosas para 
la vida eterna. Y tomar una decisión, que sea importante. ¿Qué cosas cambiaré para demostrar mi 
convencimiento? 
 
En el grupo proponerse una actividad que muestre a toda la comunidad, que nos interesa vivir en este 
mundo de tal manera, que podemos seguir creciendo en los valores cristianos. Podríamos invitar a la 
comunidad completa antes de la celebración de este domingo a compartir este ejercicio de Lectio 
Divina, para prepararnos y tomar una decisión concreta de anunciar a otras personas, amigos, colegas, 
vecinos, la importancia de una vida coherente para alcanzar la felicidad eterna. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA 31ro. Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

PRIMERA LECTURA: Sabiduría 11, 22- 12, 2
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 144, 1-14
SEGUNDA LECTURA: 2 Tesalonicenses 1, 11-2, 2

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de
su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

TEXTO BIBLICO: Lucas 19, 1-10
«El hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido»

19,1: Jesús entró en Jericó y atravesó la ciudad, 19,2: allí vivía un hombre llamado Zaqueo,
jefe de recaudadores de impuestos y muy rico, 19,3: Zaqueo intentaba ver quién era Jesús;
pero a causa del gentío, no lo conseguía, porque era bajo de estatura. 19,4: Entonces se
adelantó de una carrera y se subió a un árbol para verlo, pues Jesús iba a pasar por allí.
19,5: Cuando Jesús llegó al sitio, alzó la vista y le dijo:
 —Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa.
 19,6: Zaqueo bajó rápidamente y recibió a Jesús muy contento.
 19,7: Al verlo, murmuraban todos porque entraba a hospedarse en casa de un pecador.
19,8: Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:
 —Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le
devolveré cuatro veces más.
 19,9: Jesús le dijo:
 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también él es hijo de Abrahán.
19,10: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?


Estudio bíblico del texto.

Aún con cierta continuidad con las lecturas de los domingos pasados, las lecturas ahora nos hablan de la
paciencia de Dios y de la siempre presente posibilidad de aun los más sorprendentes cambios de
corazón, “conversiones.” El Libro de la Sabiduría es quizá el que se escribió por último en el “Antiguo
Testamento,” cerca del tiempo de Jesús. Fue escrito en griego y está muy influenciado por la filosofía
griega (“filosofía” quiere decir “amor a la sabiduría”). Tiene una visión amplia de las cosas, del mundo:
ve el gran panorama. Un efecto de esto es que nos quita la mirada de nosotros mismos, de nuestros
pequeños mundos que creamos y a los que nos aferramos y que a menudo nos aprisionan. Lo que se
traduce “lo que basta a inclinar una balanza” se refiere a esa caída tan ligera de la balanza que hace
difícil decidir lo que el peso exacto es; en otras palabras, es una imagen de la nada. Santa Catalina de
Siena sabía esto bien cuando repetía que Dios es el que es y nosotros lo que no es, y que fijarse aun en
nuestros pecados detrae de la majestad de Dios, que es lo que debe ocupar nuestra atención.

El Señor tiene paciencia. Nos deja equivocarnos, nos educa, o nos disciplina, poco a poco. Pero también
se puede dar esos acontecimientos que cambian la vida, esas últimas oportunidades perdidas, cuando
ese trago de más o esa última apuesta traen la catástrofe. Así que el mensaje es nunca dejar las cosas
urgentes hasta el último momento, sino confiar en Dios y trabajar como si estuviésemos asegurados de
la victoria final. El caso de Zaqueo es sorprendente. Los publicanos, o recaudadores de impuestos, eran
considerados grandes pecadores que extorsionaban y estaban empleados por es poder colonial y
ocupador. A Zaqueo se le llama “¡archipublicano!” Por lo menos éste tiene curiosidad por Jesús, pues se
sube en un árbol. Pero nadie supera al Señor, que se invita a sí mismo a casa de Zaqueo. Hay
murmuraciones de parte de la muchedumbre como siempre, pero algo grande está sucediendo: el
cambio en el archipublicano, que ha decidido reparar el daño que había hecho, y de modo generoso. A
nadie se le excluye del amor paciente de Dios, todos podemos ser salvos. Jesús dice claramente: Hoy a
entrado la salvación a esta casa. (quien había entrado era Él mismo, que es el Salvador de la
humanidad.) De hecho, el Hijo del hombre tiene un interés especial en salvar a los que se les considera
como perdidos. Al final, la diferencia entre esos seres humanos que supuestamente cuentan y los que
no, no es tan grande, es como el rocío matinal que se evapora.

Reconstruyendo el Texto bíblico:

1. ¿Cómo comienza el texto bíblico? ¿Por dónde estaba atravesando Jesús?
2. ¿Quién vivía en esa ciudad?
3. ¿Quiénes son los que están queriendo ver pasar a Jesús? ¿Entre esa multitud, quién era un
pecador público que quería ver a Jesús? ¿qué es lo que le impide ver a Jesús?

4. ¿Qué hace este hombre para vencer el obstáculo que le impide ver a Jesús?
5. ¿Cuándo pasa Jesús qué hace con este pecador?
6. Entrando Jesús a la casa de este pecador, ¿qué dice la gente?
7. ¿Qué dice el Pecador: sus palabras están divididas en dos partes? ¿Cuáles?
8. ¿Qué cosas reparará para mostrarse arrepentido?
9. ¿Cómo responde Jesús? ¿Por qué dirá que “hoy ha llegado la salvación a esta casa”?
10. ¿Qué significa que “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido?


MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?


Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

Este texto tan conocido de Zaqueo, nos debe ayudar a reflexionar sobre nosotros mismos cuáles son las
cosas en las que nos parecemos a este publicano y cuáles todavía nos falta para la conversión.

1. Este paso de Jesús por la ciudad, puede ser como el paso de Jesús por mi vida ¿Estoy
atento al paso de Jesús? ¿Soy consciente que él viene a mi vida?
2. Zaqueo tenía obstáculos para no ver a Jesús y pudo quedarse tranquilo, sin embargo, aún
siendo una figura pública venció el obstáculo de ser bajito subiéndose a un árbol. ¿soy
capaz de vencer los muchos obstáculo que hay siempre en mi vida para poder
encontrarme con el Señor? ¿Dejo que los obstáculos me venzan finalmente? ¿Cómo
puedo hacer para poder superar los obstáculos?
3. Jesús me mira como a Zaqueo, son consciente que Él quiere venir conmigo, que es Él
quien me busca? ¿Me dejo encontrar por Jesús? ¿Le pongo excusas… hoy no pero
mañana tal vez…?
4. Cuando Jesús entra en mi vida, yo debo hacer un análisis muy serio de la cantidad de
cosas que acumulo pensando que me daban tranquilidad, seguridad y felicidad. Sin
embargo ahora con Jesús sobran. ¿Puedo identificar estas cosas? ¿Soy capaz de
deshacerme de muchas cosas que me estorban en mi relación con Jesús?
5. La muchedumbre murmuraba sobre Jesús, estaban enojados porque iba a la casa de un
pecador. ¿También yo me enojo y murmuro contra los cristianos que saben superar los
prejuicios para ir a atender las necesidades de gente que tal vez yo crea condenada?
¿Quién soy yo para condenar?
6. Si yo dejo entrar verdaderamente a Jesús, ¿podré escuchar “hoy ha entrado la salvación a
esta casa?

7. ¿Estoy dejando actuar a Jesús que viene a buscar y salvar lo que se había perdido?
¿Cuándo me pierdo en la vida? Podré escuchar la voz del Señor que ha venido a
buscarme.
8. ¿Tengo la humildad suficiente para reconocer mis errores y disculparme ante los demás y
ante Dios para recibir su perdón?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?


Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:


Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Me siento como Zaqueo, quiero verte… pero tengo tantos obstáculos.
Debo pedirte perdón, porque mirando en el camino de la vida, los obstáculos han sido muchos, y en
tantas oportunidades yo he cedido a ellos. Los obstáculos me han impedido encontrarte, y yo no
hice nada para vencerlos.
Siento en estos momentos tu mirada amorosa sobre mí, tú vienes a buscarme, tú vienes a
encontrarme. No te importa mi pecado, sino más bien, si soy capaz de recibirte de verdad. Cuando
te reciba, habrá oportunidad para un sanear mi situación. Gracias por fijarte en mí, a pesar de mis
muchos errores.
¡Cuántas cosas me sobran! Eso me doy cuenta, porque puse la confianza en lo material, pero me
doy cuenta que sólo Tú llenas mi corazón. Quiero que me ayudes a liberarme de lo que a mí me está
estorbando para nuestra relación. Quiero deshacerme de todo lo que me impide ser feliz.
Gracias por venir a mi vida, a traer la salvación, a venir a buscarme cuando estoy perdido.
Gracias Señor

Amén


CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?


Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido
(versículo 10)


Y de esta forma nos ponemos en contemplación

ACCION: ¿A qué me comprometo?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, volver a leer este texto, haciendo un profundo examen de conciencia sobre cómo llega el
Señor a buscarme y no siempre estoy preparado. Mi oración debe llevarme a descubrir que Jesús me
busca. Y como acto claro y decidido voy a buscar entre mis cosas, algo que quiera desprenderme y
dárselo a los más pobres.

En el grupo proponerse una actividad externa en que mostremos que sí estamos aceptando a Jesús y
por eso queremos demostrarlo. Podría ser anunciar en la parroquia anticipadamente que estaremos
este domingo haciendo una colecta de ropa y alimentos para llevarla a algún lugar que sea necesario.
Puede ser un hospital, un asilo de ancianos, un dispensario. Pero hacer esta actividad no para
desprenderse de cosas viejas e inútiles, sino para dar de lo que tenemos y que queremos compartir
como gesto que Jesús está con nosotros y es nuestra salvación.


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