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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

domingo, 29 de diciembre de 2013

Lectio: Sagrada Familia La huída a Egipto y el regreso a Nazaret Mateo 2,13-23

a) Oración inicial:
Oh Dios, nuestro Creador y Padre, tú has querido que tu Hijo, engendrado antes de
la aurora del mundo, fuese en todo semejante a nosotros encarnándose en el seno
de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Envía sobre nosotros tu mismo
Espíritu vivificador, para que podamos ser siempre más dóciles a la acción
santificadora, dejándonos transformar dócilmente por el mismo Espíritu en la
imagen y semejanza de Jesucristo tu Hijo, nuestro hermano, salvador y redentor.





b) Lectura del Evangelio de Mateo:
13 Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor
se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma contigo al niño y a su madre
y huye a Egipto; y estáte allí hasta que yo te
diga. Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle.» 14 Él se levantó, tomó de noche al
niño y a su madre, y se retiró a Egipto; 15 y

estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para
que se cumpliera lo dicho por el Señor por
medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16 Entonces Herodes, al ver que había sido
burlado por los magos, se enfureció
terriblemente y envió a matar a todos los niños
de Belén y de toda su comarca, de dos años
para abajo, según el tiempo que había
precisado por los magos.17 Entonces se
cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: 18 Un clamor se ha oído en Ramá,mucho
llanto y lamento:es Raquel que llora a sus hijos,y no quiere consolarse, porque ya
no existen.
19 Muerto Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le
dijo: 20 «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel,
pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.» 21 Él se levantó, tomó
consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. 22 Pero al enterarse de
que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí;
y, avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese lo dicho por los profetas: Será llamado
Nazoreo.
c) Momento de silencio:
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

2. MEDITATIO 
a) Clave de lectura:
El evangelio de Mateo ha sido llamado el “Evangelio del Reino”. Mateo nos invita a
reflexionar sobre la venida del reino de los cielos. En la estructura de su relato
evangélico algunos han visto un drama en siete actos, que trata de la realidad de la
venida de este Reino. El drama comienza con la preparación para esta venida del
reino en la persona del Mesías niño y termina con la venida del Reino en el
sufrimiento y en el triunfo con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, Hijo
de Dios.
El pasaje del evangelio propuesto para nuestra reflexión, forma parte por así decir
del primer acto, en el cual Mateo nos presenta la persona de Jesús como el
cumplimiento de las Escrituras. Mateo es el evangelista que más veces cita el
Antiguo Testamento para demostrar que en Cristo se cumplen la ley y los profetas.
Jesús, la realización y la perfección de las Escrituras, ha venido al mundo para
restablecer el reino de los cielos, ya anunciado en la alianza de Dios con su pueblo.
Con la venida de Cristo, esta alianza no se limita sólo al pueblo hebreo, sino que se
extiende a todos los pueblos. Mateo dirige una comunidad de hebreos cristianos,
perseguida por la sinagoga, y la invita a la apertura hacia los gentiles. Él es el
escriba sabio que sabe sacar de su tesoro lo que es antiguo y lo que es nuevo. El
evangelio ha sido primeramente escrito en arameo y después redactado en griego.
El pasaje Mateo 2,13-23, hace parte de la sección que trata del nacimiento y la
infancia de “Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahán” (Mt 1,1). Jesús es hijo de su
pueblo, pero también es hijo de toda la humanidad. En su genealogía se encuentran
influencias extranjeras (Mt 1, 3-6). Los primeros llamados a dar homenaje al recién
nacido, además de María su Madre (Mt 2, 11), son los Magos. El Mesías atrae a los
sabios con su luz ofreciéndoles la salvación (Mt 2,1-12). Los Magos reciben esta
salvación en contraste con Herodes y la Jerusalén turbada (Mt 2,3). Desde su
nacimiento, Jesús es perseguido por los jefes de su pueblo y al mismo tiempo
revive las esperiencias dolorosas de su pueblo.
Ya desde su nacimiento revive la experiencia de su pueblo exiliado y humillado más
de una vez. El evangelio nos demuestra esto con el relato de la huida a Egipto y la
matanza de los inocentes. El drama de estos sucesos se desarrolla delante de
nosotros en estos apartados:
i) El ángel que aparece en sueños a José después de la partida de los Magos, y la
huída a Egipto (Mt 2,13-15).
ii) Herodes que cae en la cuenta de la burla de los Magos y mata a todos los niños de Belén (Mt 2, 16-18).
iii) La muerte de Herodes y el regreso “clandestino” de la Santa Familia, no a Belén
sino a Galilea (Mt 2, 19-23)
El tema del rey que mata a los temidos adversarios es común en la historia de toda
dinastía real. En la literatura bíblica además de esta escena de Herodes que busca
al Niño Jesús para matarlo, encontramos en el Antiguo Testamento algunos relatos
semejantes. En el primer libro de Samuel, Saúl rechazado por el Señor, tiene temor
de David e intenta matarlo (1 Sam 15; 18; 19; 20). Mical y Jonatán lo ayudan a
escapar (1Sam 19,20). Además, en el primer libro de los Reyes, el rey Salomón, en
su vejez, infiel a Dios y a sus padres, con el corazón pervertido, cometió lo que es
malo a los ojos del Señor (1 Re 11,3-13). Por eso el Señor suscita contra él un
adversario (1 Re 11,14), Hadad, que durante el reino de David huye y se refugia en
Egipto (1 Re 11,17). Otro adversario de Salomón es Jeroboán, que también se
refugia en Egipto para escapar del rey que quiere matarlo (1 Re 11,40). Esto era el
período de la degeneración del reino. En el segundo libro de los Reyes, esta vez en
el contexto del asedio a Jerusalén, que sucede “en el año nono de su reinado [de
Nabucodonosor], en el décimo mes, el diez del mes” (2 Re 25,1) del año 589,
encontramos el saqueo de Jerusalén y la segunda deportación del pueblo en el año
587 (2 Re 25, 8-21). El pueblo “que quedaba en el país de la Judea” (2Re 25,22) se
somete a Godolía puesto como gobernador por Nabucodonosor. “Ismael [...] con
diez hombres [...] dieron muerte a Godolía, a los Judíos y Caldeos que estaban con
él”. Luego, por temor de los Caldeos, huyeron a Egipto (2 Re 25-26). En el libro del
profeta Jeremías encontramos también el relato de Uría “un hombre que
profetizaba en el nombre del Señor” (Jer 26, 20). Éste huye a Egipto porque el rey
Joaquín trataba de matarlo. El rey logró encontrarlo en Egipto y lo mató (Jer 25 20-
24).
Con estos hechos que aclaran la huída de la Sagrada Familia a Egipto, Mateo nos
hace ver a Jesús que ya desde niño participa de la suerte de su pueblo. Egipto se
convierte para Jesús en refugio, como lo fue para los patriarcas:
- Abrahán que “descendió en Egipto, para vivir allí, porque la carestía pesaba sobre
aquel país” (Gén 12,1)
- José amenazado por los hermanos que intentan matarlo por envidia y es después
vendido a los mercaderes que lo conducen a Egipto entregándolo a Putifar (Gén 37,
12-36)
- Israel (Jacob) que sale para Egipto llamado por su hijo José (Gén 46, 1-7).
- La familia de Israel (Jacob) que entra en Egipto y allí se establece (Gén 46-50; Ex
1, 1-6)
Mateo cambia el sentido de la cita tomada de Oseas 11,1: “De Egipto llamé a mi
hijo” y la interpreta como si Dios llamase a su Hijo Jesús para huir a Egipto (Mt
2,15). El sentido original de Oseas era, que el Señor llamó a su hijo Israel a huir a
Egipto para formar un pueblo. La huída a Egipto de Jesús y el exterminio de los
inocentes de Belén nos recuerda la opresión de Israel en el país de Egipto y el
exterminio de los recién nacidos machos. (Éx 1, 8-22) La profecía aplicada para la matanza de los inocentes está tomada del libro de la
consolación compuesto por los capítulos 30 y 31 del libro del profeta Jeremías. El
lamento está ligado a la promesa del Señor que consuela a Raquel esposa de Jacob
(Israel) madre de José sepultada según la tradición cerca de Belén y le promete
que habrá una compensación por sus penas, sus hijos que no volverán jamás (Jer
31, 15-18).
Volviendo de Egipto después de la muerte de Herodes, José decide establecerse en
Galilea en una ciudad llamada Nazaret. Jesús será llamado Nazareno. Más tarde
también sus discípulos serán reconocidos como Nazarenos (Act 24,5). Este
apelativo además de indicar el nombre de una ciudad, puede también referirse al
“retoño”, o sea, al “neçer” de Isaías 11,1. Puede también referirse al resto de Israel
 (ver Is 42,6)


b) Preguntas para la reflexón personal:
i) ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este relato de Mateo?
ii) ¿Què significa para ti el reino de los cielos?
iii) ¿En qué se diferencia el reino de los cielos de los reinos de este mundo?
iv) Mateo nos presenta la persona de Jesús como aquél que se identifica con la
suerte de su pueblo. Lee los pasajes citados en la clave de lectura para reflexionar
y orar obre los acontecimientos del pueblo de Dios, en el que Jesús se ha
identificado. ¿Cuáles son las situaciones semejantes en nuestro mundo? Pregúntate
que puedes hacer tú para mejorar el ambiente en el que vives y trabajas...sobre
todo si no concuerdan con el reino de los cielos.

3. ORATIO 
a) Oración personal en silencio.
b) Termina la lectio divina con esta oración:
Padre misericordioso, concédenos seguir los ejemplos de la Sagrada Familia de
Jesús, José y María, para que estemos siempre seguros en las pruebas de esta vida
hasta el día en que nos reunamos en la gloria del cielo. Por Cristo nuestro Señor.

4. CONTEMPLATIO 
La paz de Cristo reine en vuestros corazones. (Col 3,15)

domingo, 22 de diciembre de 2013

Mensaje Navideño del Arzobispo Rafael Romo Muñoz



TIJUANA.- El Excelentísimo Señor Arzobispo Metropolitano, Don Rafael Romo Muñoz, desea a todos los católicos y comunidad en general una esperanzadora Navidad.
“Estamos en estos días que ya hemos recorrido todo este periodo de Adviento que desemboca en la Navidad. ¿Qué significa Adviento? Adviento es una espera. Esperamos al que viene, por eso este período se llama Adviento porque es la esperanza de la venida del Mesías”, dijo el Arzobispo.

Explicó que no se trata nada más de la ternura del bebé, del Niño Dios, lo que nos mueve a todos en el afecto, en el encuentro fraterno, en la convivencia familiar, etcétera.
“El anuncio es del Mesías que viene. Es un anuncio que nos dice: ´he aquí que una Virgen concebirá y dará a luz a un hijo´, y después viene el anuncio a María que le dice el ángel: ´Dios te ha escogido para ser la madre de su Hijo. Y ella si llena de sorpresa, pero también en una acción profunda de gracia dice: ´Hágase en mí según tu palabra´”, destacó Monseñor Romo Muñoz.
Relató también la llegada de los pastores quienes recibieron el anuncio de Dios a través de los ángeles, así como de los Reyes Magos que llegaron a adorar al Niño Jesús siendo guiados por la estrella, sintieron un llamado especial de parte del Niño Dios.
“Pero no se queda allí el Adviento, sino que es la llegada del Mesías que va a llevar todo un caminar de todo ser humano, que se desarrolle su vida y que viene a cumplir una misión. Y la misión de Jesús es redimirnos. El Mesías viene a redimirnos, y por eso no podemos detenernos en este tiempo de Navidad solamente en el anuncio del Mesías que viene como un niño, sino que viene a realizar la salvación y la redención del mundo entero”, mencionó el Arzobispo.
De ahí que tengamos que encontrar a Jesús realizando su obra redentora en su pasión, muerte y resurrección.
Y nos invita a pedir al Señor nos bendiga en nuestras personas, que sepamos recibirlo y que nuestro corazón esté abierto en ese adviento lleno de emotividad, de calor y amor para recibir al Señor que viene al corazón de cada uno de nosotros; que bendiga a nuestros hogares en este tiempo particularmente familiar donde debe sentirse la presencia del salvador, y que nos conceda la armonía y la paz que tanto anhelamos.
“Feliz Navidad para todos ustedes, que reciban al Señor con todo el corazón y que él les bendiga abundantemente”, deseó Monseñor Romo Muñoz.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo IV de Adviento Ciclo A

   


PRIMERA LECTURA: Isaías 7, 10-14 
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 23 (Va a entrar el Rey de la Gloria) 

SEGUNDA LECTURA: Romanos 1, 1-7 


Invocación al Espíritu Santo: 
Ven Espíritu Santo, 
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias. 
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de 
su Hijo Jesús, el Cristo. 
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. 
Amén

«Le pondrás el nombre de Jesús porque salvará de los pecados»

TEXTO BIBLICO: Mateo 1, 18-24

1,18: El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida 
con José, y antes del matrimonio, resultó que estaba embarazada, por obra del Espíritu 
Santo. 1,19: José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla 
públicamente, pensó abandonarla en secreto. 1,20: Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del 
Señor se le apareció en sueños y le dijo: —José, hijo de David, no temas recibir a María 
como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. 1,21: Dará a luz 
un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 1,22: Todo 
esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del profeta: 
1,23: Mira, la virgen está embarazada, dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel —que 
significa: Dios con nosotros—. 1,24: Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel 
del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa.. 
LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio bíblico del texto. 
La Iglesia nos presenta para este cuarto domingo de Adviento un texto del evangelista Mateo, quien nos 
recuerda cómo es el proceso de cómo María quedó embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo y 
cómo José reaccionaba en su interior hasta la aparición del Angel. José recibe finalmente a María en un 
acto de obediencia ciega a Dios. 
Debemos situarnos en la ley del Antiguo Testamento. En primer lugar María ya estaba desposada, es 
decir casada con José, porque se había firmado entre José y Joaquín (el padre de María), el acta 
matrimonial. Luego había que esperar un tiempo para preparar la gran fiesta, donde María era llevada 
en forma muy bella con su corona de novia hasta la casa de José, donde viviría. Pero había que 
prepararse, tener los animales engordados para la fiesta, el vino, y la comida, invitar a los familiares, y 
todo eso. Tal vez eran algunos meses de preparación. Pero María según la ley de Moisés, ya era 
“propiedad” de José, aunque no vivieran juntos porque esperaban la fiesta. 
En este transcurso sucede la Anunciación del Ángel Gabriel y María es cubierta con el Espíritu Santo 
quedando embarazada y esperando a Jesús. María se va a visitar a Isabel. 
Pero… cuando regresa… al ver José que estaba embarazada, sin saber de dónde provenía la criatura, 
podía hacer dos cosas según la ley de Moisés: Mandarla a apedrear o despedirla en secreto y no decir 
más nada. Como José era un hombre bueno y justo, no le pareció prudente mandar a matar a María 
bajo la lapidación. Entonces dice el texto que ya estaba listo y decidido para abandonarla en secreto. 
Aquí, aparece nuevamente el Ángel en el sueño de José. No debe tener miedo de recibirla por esposa, 
porque la criatura es obra del Espíritu Santo. Es el Ángel el que le da el nombre a quien nacerá y dice 
que debe llamarse JESÚS (que significa YAHVEH SALVA), y le explica que su Hijo salvará al Pueblo de sus 
pecados. 
Mateo culmina este relato con la relación de la profecía de Isaías, La virgen está embarazada y tendrá al 
hijo que será el EMMANUEL, que quiere decir DIOS CON NOSOTROS. 
José, obediente al diálogo con el Ángel, supera el miedo, hizo lo que se le había dicho y recibió a María 
en su casa. 
Reconstruimos el texto: 
 ¿Cómo comienza este texto? ¿de quién está hablando san Mateo? 
 ¿Qué ha sucedido con María? 
 ¿Cuál es la decisión que ha tomado José?



 ¿Con quien se encuentra José? ¿Qué le dice? 
 ¿Cuál es el nombre que debe él como padre y custodio de Familia ponerle al Hijo de 
María? ¿Qué significa ese nombre? 
 ¿Qué hace después José?

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
1. La vida en relación con el Señor siempre nos habla de obediencia, aún cuando no entendamos. 
2. ¿Cómo es mi obediencia a los mandatos del Señor? ¿Soy verdaderamente obediente, o sólo 
tomo los que yo deseo, convirtiéndome en un cristiano a medias? 
3. ¿Cuáles son las cosas, obligaciones, que me pide el Señor que me cuesta más aceptar? 
4. ¿Suelo tomar la vía más fácil de salir de las obligaciones y tratar de irme de lo que me pide el 
Señor? 
5. ¿Le pido a Dios con frecuencia que me muestre su camino, que me muestre su voluntad sobre 
mí, para hacer el bien como Él me lo pide y no como yo lo interpreto? 
6. ¿Estoy abierto a que el Señor me pida cualquier cosa de mi vida? 
7. ¿Qué más podría hacer yo para ser un discípulo misionero?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor? 
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
 Gracias porque nos invitas a no tener miedo a tus planes. 
 Gracias porque nos invitas a compartir tus sueños de evangelización. 
Continuemos nuestra oración con las palabras del Papa Benedicto XVI en el Angelus del domingo IV de 
Adviento en 2007 
Queridos hermanos y hermanas: 
Sólo un día separa a este cuarto domingo de Adviento de la santa Navidad. Mañana por la noche 
nos reuniremos para celebrar el gran misterio del amor, que nunca termina de sorprendernos. 
Dios se hizo Hijo del hombre para que nosotros nos convirtiéramos en hijos de Dios. Durante el  

Adviento, del corazón de la Iglesia se ha elevado con frecuencia una imploración: "Ven, Señor, 
a visitarnos con tu paz; tu presencia nos llenará de alegría". La misión evangelizadora de la 
Iglesia es la respuesta al grito "¡Ven, Señor Jesús!", que atraviesa toda la historia de la salvación 
y que sigue brotando de los labios de los creyentes. "¡Ven, Señor, a transformar nuestros 
corazones, para que en el mundo se difundan la justicia y la paz!". 
“..queremos… recordar a todos los cristianos —en una situación en la que con frecuencia ya no 
queda claro ni siquiera a muchos fieles la razón misma de la evangelización— que "acoger la 
buena nueva en la fe impulsa de por sí" a comunicar la salvación recibida como un don. 
En efecto, "la Verdad que salva la vida —que se hizo carne en Jesús—, enciende el corazón de 
quien la recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad a comunicar lo que se ha recibido 
gratuitamente" . Ser alcanzados por la presencia de Dios, que viene a nosotros en Navidad, es un 
don inestimable, un don capaz de hacernos "vivir en el abrazo universal de los amigos de Dios" , 
en la "red de amistad con Cristo, que une el cielo y la tierra" , que orienta la libertad humana 
hacia su realización plena y que, si se vive en su verdad, florece "con un amor gratuito y 
enteramente solícito por el bien de todos los hombres" . 
No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los hombres lo 
que hemos recibido gratuitamente de Dios. No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de 
este exigente y fascinante compromiso. La alegría de la Navidad, que ya experimentamos 
anticipadamente, al llenarnos de esperanza, nos impulsa al mismo tiempo a anunciar a todos la 
presencia de Dios en medio de nosotros. 
La Virgen María, que no comunicó al mundo una idea, sino a Jesús mismo, el Verbo encarnado, 
es modelo incomparable de evangelización. Invoquémosla con confianza, para que la Iglesia 
anuncie también en nuestro tiempo a Cristo Salvador. Que cada cristiano y cada comunidad 
experimenten la alegría de compartir con los demás la buena nueva de que Dios "tanto amó al 
mundo que le entregó a su Hijo unigénito para que el mundo se salve por medio de él" (Jn 3, 16-
17). Este es el auténtico sentido de la Navidad, que debemos siempre redescubrir y vivir 
intensamente.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.  

Él salvará a su pueblo de sus pecados . (versículo 1.21b ) 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga. 
ACCION: ¿A qué me comprometo?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
Si estoy solo, volver sobre este texto, y preguntarme seriamente hasta qué punto quiero dar un paso al 
costado, como José por no aceptar la voluntad del Señor. Abrirme a sus mensajes y a sus mensajeros No 
tener miedo de ser profeta de Jesús. Y al anunciarlo, convertirse en misionero. 
En el grupo proponerse una actividad obediencia. Tal vez exponer las cosas que son difíciles de 
entender y de cumplir. Ser discípulo es ser misionero. Preparar a otras personas para que reciban a 
Jesús. 


martes, 10 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA – III DOMINGO ADVIENTO –Ciclo A ¿ERES TÚ EL QUE TENÍA QUE VENIR?

                            Mateo 11, 2-11 
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
-«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió:
-«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
-«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿0 qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti."
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»
Palabra de Dios


“Estén alegres en el Señor” es el mensaje de este tercer domingo de Adviento. ¿El motivo? El Señor está
cerca y con él viene la Salvación que comienza a hacerse realidad en Jesús de Nazaret. Alabemos con alegría y júbilo a Dios que es fiel a su Palabra. 

1. Oración inicial 
Señor Jesús, los discípulos de Juan vienen 
y te preguntan si eras Tú el esperado, 
o si debían esperar a otro…, 
y fue ahí, que Tú hiciste referencia 
a tu vida, a tus actos, a tu manera de ser, 
a tus actitudes y gestos, 
para confirmar tu identidad, 
por eso, Señor, 
te pido, que me ayudes a ser consciente, 
de que creer en ti, no es teoría, 
sino vida y actitudes, 
que seguirte a ti, no es cuestión 
de prácticas rituales y externas, 
sino una manera de ser y de actuar, 
buscando identificarnos contigo, 
queriendo hacer vida tus mandamientos, 
buscando ser como Tú. 
Ayúdanos a que en esta Navidad, 
nuestra vida exprese nuestra fe en ti 
y así hagamos ver que somos cristianos. 
Que así sea.

                                                     I.    LECTIO  ¿Qué dice el texto?


No siempre es fácil reconocer ni al enviado ni la 
salvación que Dios ofrece. Sobre todo si no coincide con nuestros 
esquemas mentales o religiosos. Se necesita una búsqueda 
sincera y un saber aceptar lo bueno que viene de Dios. Juan 
Bautista obró así. Escuchemos: 


Preguntas para la lectura: 
 ¿Qué preguntan a Jesús los discípulos de Juan Bautista? 
¿Cómo les responde Jesús? 
 ¿Qué signos que realiza el mensajero de Dios (Is 35, 5-5 y 
61, 1-3) con los signos que Jesús lleva a cabo? 
 ¿Qué bienaventuranza añade Jesús al final de la cita de 
Isaías? ¿Qué quiere decir con ella? 
 ¿Qué dice Jesús de Juan Bautista? ¿Cuál es su misión? 
 ¿Qué comparación utiliza para marcar la firmeza y el 
compromiso de Juan con la voluntad de Dios?

II. MEDITATIO  ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto? 


Motivación: La vida y la misión de Juan están en función de 
Jesús, del anuncio de su venida definitiva. La meditación de este 
evangelio ayude a iluminar nuestra misión a favor del Reino. 
“…eres Tú el que debe venir o tenemos que esperar a otro? 
(Mt 11,3)” Hoy para nosotros, ¿qué importancia tiene esta 
pregunta?, ¿por qué? 


 Entre las obras que Jesús enumera como signo de su 
identidad para los discípulos y para el mismo Juan está la de 
curar. ¿La curación que yo le pido a Dios es solamente la 
física? ¿Hay alguna actitud en mí que necesite ser curada? 
¿Cuál? 
 Dichoso el que no encuentre en mí motivo de tropiezo. ¿Qué 
actitudes de Jesús siguen siendo escandalosas para mí, y 
por tanto, me cuesta aceptar o entender? 
¿Redescubro mi vocación como profeta de Dios? ¿Qué debo 
mejorar para ser mejor profeta del Señor? 
¿Busco realmente ser mensajero de Dios y preparar los 
caminos para que las personas se encuentren con Él? 
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con 
sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia 
realidad y situación personal. 

III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra? 

Motivación: Para conocer mejor a Jesús y descubrir las 
esperanzas que trae, no hay mejor cosa que ponerse en actitud 
de oración y dejar que la Palabra resuene e ilumine nuestra vida 
y nuestros proyectos futuros. 
 Luego de un tiempo de oración personal, compartimos en 
grupos nuestra oración (o todos juntos) 
 Se puede, también, recitar el salmo responsorial que 
corresponde a este domingo (salmo 145)





IV. CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?


Motivación: Hermanos y Hermanas, como miembros de la 
Familia Vicenciana, en este tiempo de Adviento, estamos 
llamados a estar cerca de los que llamamos nuestros Amos y 
Señores cuando viven en situaciones de tinieblas y 
desesperación, y a ser para ellos instrumentos de esperanza y de 
vida. Juntos, como Familia Vicenciana y con nuestros Amos y 
Señores, estamos llamados a ser constructores de solidaridad 

que tiene por cimientos el amor y no constructores de muros que 
dividen a la humanidad. 
Estamos llamados a vivir la vida de Jesús, esta vida que llegó 
hasta nosotros el día en que nació. Él nos invita a ir más allá de 
los muros, más allá de los límites, más allá de las fronteras que a 
menudo nosotros mismos hemos construido o que han sido 
construidas por la sociedad en la que vivimos. (Mensaje de 
Adviento del P. Gregorio Gay, CM, Superior General de la CM) 
“Vuestras resoluciones tienen que ser de esta manera: yo iré a 
servir a los pobres, procuraré hacerlo de una manera 
sencillamente alegre para consolarlos y edificarlos” (IX, 47) 
 ¿Qué podemos hacer para que nuestras obras apostólicas 
seas signos claros del Reino?

Oración final 
Gracias, Señor, 
porque me invitas a allanar los senderos, 
a preparar el camino para que vengas. 
Gracias, Señor, 
porque quieres contar conmigo. 
Gracias, Señor, 
porque quieres entrar en mi casa 
y hacer de ella una morada nueva. 
Gracias, Señor, 
porque te acuerdas de nosotros 
y de mí, 
y te pones en el camino 
por el que yo voy caminando, 
para que te encuentre 
porque Tú me has encontrado. 
Gracias, Señor, porque vienes, 
porque estás, porque estarás. 






viernes, 6 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo II de Adviento Ciclo A



TEXTO BIBLICO: Mateo 3, 1-12
         «Estén en vela para estar preparados» 



3,1: En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea, 
3,2: proclamando: 
 —Arrepiéntanse, que está cerca el reino de los cielos. 
 3,3: Éste es a quien había anunciado el profeta Isaías, diciendo: 
 —Una voz grita en el desierto: 
 Preparen el camino al Señor, 
 enderecen sus senderos. 

 3,4: Juan llevaba un manto hecho de pelo de camello, con un cinturón de cuero en la 
cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 
 3,5: Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de la región del Jordán, 3,6: y se hacían 
bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 
 3,7: Al ver que muchos fariseos y saduceos acudían a que los bautizara les dijo: 
 —¡Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a escapar de la condena que llega? 
3,8: Muestren frutos de un sincero arrepentimiento 3,9: y no piensen que basta con decir: 
Nuestro padre es Abrahán; pues yo les digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos  

para Abrahán. 3,10: El hacha ya está apoyada en la raíz del árbol: árbol que no produzca 
frutos buenos será cortado y arrojado al fuego. 
 3,11: Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno 
con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con 
Espíritu Santo y fuego. 
 3,12: Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha: reunirá el trigo en el granero, y 

quemará la paja en un fuego que no se apaga. 


LECTURA: ¿Qué dice el texto? 
Estudio bíblico del texto. 
 
La Iglesia nos sigue presentando en el inicio del año litúrgico, en el Adviento de preparación a la llegada 
del Señor, textos que nos van adentrando en el espíritu de la Espera y de la Esperanza. 
 
Mateo nos habla de Juan, a quien llama “el bautista”, y es el profeta que esperaban para preceder al 
Mesías (ver 2 Reyes 1, 8 ss y Zacarías 13,4). Juan lleva una vida muy austera, porque su bien supremo es 
el encuentro con Dios. Su vida ya es gran parte de su prédica. Porque él con toda autoridad proclama y 
vive. El encuentro de todos los peregrinos que venían a recibir el bautismo, hacía que confesaran sus 
pecados y el arrepentimiento de los mismos para volver a Dios. 
 
El primer párrafo se refiere al arrepentimiento. Es decir, hacer un verdadero acto de conciencia sobre las 
cosas que en el Pueblo de Israel, se han apartado de la Ley de Dios, porque llega el Señor, el Dios de 
Israel, y en su llegada debe encontrar al Pueblo viviendo en las promesas que ambos se han hecho. “Yo 
seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. Y si se habían torcido los senderos hay que enderezarlos. Hay que 
volver a vivir de acuerdo a la ley de Dios. 
 
El bautismo de Juan prepara para el encuentro con Jesús, el Señor, el Cristo. Éste encuentro es un 
acontecimiento final y definitivo para una vida nueva. Pero Juan aclara que es necesaria la conversión, el 
arrepentimiento, y critica a los fariseos y saduceos (dos importantes ramas del judaísmo recalcitrante) 
porque van al bautismo como un rito externo, cuando él dice que lo más importante es la conversión del 
corazón. El arrepentimiento y una vida nueva, producirá frutos. Ya llega, dice Juan, el que tiene el hacha 
en la mano, y quien no tenga frutos para mostrar, será cortado como el árbol del que se esperan frutos. 
 
Juan dice que él no es digno ni siquiera de desatar la correa de sus sandalias. En la antigüedad, ésta era 
una actividad reservada sólo para los esclavos no judíos. Es algo que implica una gran distancia entre el 
amo judío y el esclavo que ni siquiera estaba en el pueblo de la salvación. Con esto Juan quiere decirnos  
 
que quien viene (es decir Jesús) es tan importante, y también tan distante. Como la distancia que hay 
entre un Señor y un esclavo. Y él ni siquiera merecería este puesto. 
 
Y el que viene después de Juan, o sea Jesús, el Cristo, Él es el único esperado para redimir a la 
humanidad. Y Él tiene la autoridad de bautizar con el Espíritu Santo y con Fuego. (Recuerden que el 
Fuego en la Biblia también se usa para purificar). 
 
La preparación para recibir a Jesús, el Cristo implica entonces una conversión y una disposición, pues 
como aclara Juan el Bautista, quien no acepte al Señor será separado como el trigo se separa de la paja 
para que ésta sea quemada. 
 
Reconstruimos el texto: 
 
1. ¿Cómo comienza el pasaje leído? ¿Quién es el personaje que aparece en el desierto de 
Judea y qué dice? 
2. ¿Qué profeta había anunciado la presencia del precursor? 
3. ¿Cómo vivía Juan? ¿Cuál era su actividad principal? 
4. ¿Quiénes iban a verlo? ¿Qué es lo que Juan les decía a los fariseos y saduceos? 
5. Juan bautiza con agua ¿Cómo bautizará el que viene luego de él? 
6. ¿Cómo se sintetiza la predicación de Juan? 

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. Estamos en un momento de espera del Señor ¿en verdad yo estoy en esta tensión 
dinámica preparándome para recibir a Jesús? 
2. ¿Qué significaría en mi vida arrepentirse? ¿De qué cosas debo arrepentirme? ¿Y 
enderezar mi sendero? ¿De qué se trata esto en mi propia vida? 
3. ¿Es mi vida un modelo de sencillez evangélica? ¿habrá en mi vida algo que estorbe 
para decir que sí vivo el Evangelio? ¿las cosas que yo tengo las pongo al Servicio del 
Señor? ¿Habrá alguien que en mi vida se escandalice porque estoy viviendo lejos del 
Evangelio? 
4. Cuando me acerco a la vida de la Iglesia ¿Creo que sólo son ritos externos, pero no 
me cambio desde adentro? ¿Soy capaz de verme con la mirada de Jesús? ¿Cuáles 
cosas creo que el Señor me pediría que cambie para ser su discípulo? 
5. ¿Doy frutos de cristianismo? ¿Realmente mi vida es una forma de conversión para los 
demás? ¿Cuáles son las cosas buenas que hago que podría multiplicar? ¿Cuáles son 
las cosas buenas que no hago y que siento que el Señor me llama para hacerlas?  

6. ¿Estoy convencido que debo prepararme para su venida? ¿Cómo será este encuentro 
con el Señor? 

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias por recordarme que tú volverás. Quiero esperarte. Quiero tener una actitud de espera. 
Señor, a través de tu Palabra, descubro que también yo puedo ser un fariseo o un saduceo, que se 
sentían los religiosos del momento, porque cumplían con ritos externos. Dame valor para cambiar lo 
que tengo que cambiar. 
 
Oremos con el salmo 71 preparándonos a la celebración de la Eucaristía del próximo Domingo 
 
71,1: A ti, Señor, me acojo nunca quede defraudado. 
71,2: Por tu justicia, líbrame y rescátame, tiende tu oído hacia mí y sálvame. 
71,3: Sé mi roca de refugio, siempre accesible, la que prometiste para liberarme, pues mi peña y mi alcázar 
eres tú. 
71,4: Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y opresor. 
71,5: Tú eres mi esperanza, Señor mío, y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 
71,6: Desde el seno materno me apoyaba en ti, desde la entrañas de mi madre me sostenías. ¡A ti la 
alabanza continua! 
71,7: Eres un prodigio para muchos, pues tú eres mi refugio fortificado. 
71,8: Llena está mi boca de tu alabanza, de tu elogio todo el día. 
71,9: No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones, cuando decaen mis fuerzas, 
71,10: porque mis enemigos hablan de mí, quienes me espían dictaminan: 
71,11: Dios lo ha abandonado, persíganlo, aprésenlo, que no hay quien lo libre. 
71,12: Oh Dios, no te quedes lejos, Dios mío, apresúrate a socorrerme. 
71,13: Sean confundidos y humillados los que atentan contra mi vida; cúbranse de humillación y de 
vergüenza los que buscan mi daño. 
71,14: Yo en cambio esperaré siempre, reiterando tus alabanzas. 
71,15: Mi boca anunciará tu justicia y tu salvación todo el día, aunque no sepa contarla. 
71,16: Entraré en tu fortaleza, Señor mío, recordaré tu justicia, Señor, sólo tuya. 
71,17: Me instruiste, Dios mío, desde mi juventud y hasta hoy he anunciado tus maravillas.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Muestren frutos de un sincero arrepentimiento . (versículo 3,8) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación 

ACCION: ¿A qué me comprometo? 

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, buscando lo que el Señor me está diciendo, demandando. Él 
quiere entrar en contacto más personal conmigo. Profundizo en mi oración y cercanía con Él. Pero como 
signo exterior, voy a realizar alguna acción humilde. Por ejemplo ayudar en la limpieza a alguna persona 
anciana o pobre que necesite ayuda, visitar a algún enfermo y llevarle consuelo y cariño, o alguna obra 
de caridad, que manifieste mi actitud de espera en el Señor. 
 
En el grupo proponerse una actividad que nos ayude a demostrar que estamos a la espera del Señor. Si 
bien, un cambio personal es necesario, es bueno revisar la vida del grupo y proponerse actividades de 
servicio del Evangelio. Es tiempo propicio para una actividad externa que manifieste a Jesús que llega. 
Puede ser organizar una pastorela, una oración comunitaria, tal vez si puedes apoyar en la parroquia 
alguna actividad que apoye el sacramento de la reconciliación y un acto penitencial, sería muy oportuno. 




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