Material Asamblea 2010 P.D.M

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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

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TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

viernes, 31 de enero de 2014

Domingo 4° Tiempo Ordinario Ciclo A La presentación del Señor - Febrero 2 de 2014



“Lo que antes anuncié ya se ha cumplido, y ahora les anuncio cosas nuevas que aún están por ocurrir” Isaías 42,9


                                             Oración:

Señor, Jesús abre mis ojos y mis oídos a tu palabra. 
que lea y escuche yo tu voz y medite tus enseñanzas, 
despierta mi alma y mi inteligencia 
para que tu palabra penetre en mi corazón 
y pueda yo saborearla y comprenderla. 
Habla señor que yo te escucho y deseo 
poner en práctica tu doctrina, por que tus palabras 
son para mí, vida, gozo, paz y felicidad. 
Háblame Señor tu eres mi Señor y mi maestro 
y no escucharé a nadie sino a ti. Amén. 
                     
Lucas 2, 22-40    
 Jesús y Simeón 
 
22Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según la ley de Moisés, llevaron al niño a 
Jerusalén para presentárselo al Señor. 23Lo hicieron así porque en la ley del Señor está escrito: «Todo primer hijo varón será consagrado al Señor.» 24Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma. 25En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso, que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón, 26y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor enviaría. 27Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron también a él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, 28Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo:  29«Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: puedes dejar que tu siervo muera en paz. 30Porque ya he visto la salvación 31que has comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos, 32la luz que alumbrará a las naciones y que será la gloria de tu pueblo Israel.»33El padre y la madre de Jesús se quedaron admirados al oír lo que Simeón decía del niño. 34Entonces Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: —Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, 35a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma. 
36También estaba allí una profetisa llamada Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era ya muy anciana. Se casó siendo muy joven, y había vivido con su marido siete años; 37hacía ya ochenta y cuatro años que se 
había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones. 
38Ana se presentó en aquel mismo momento, y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a 
todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. 39Después de haber cumplido con todo lo que manda la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su propio pueblo de Nazaret. 40Y el niño crecía y se hacía más fuerte, estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios. 

   Lectura:         ¿Que Dice El Texto?

Algunas preguntas para ayudarte en la lectura atenta… 
 
¿Qué estaba escrito en la ley del Señor para que María y José fueran a Jerusalén? ¿Por qué Simeón reconoció a Jesús? ¿Qué le dijo Simeón a María? ¿Quién era Ana? 
 
Algunas consideraciones para una lectura provechosa… 
 
El Evangelio del Domingo de hoy se enmarca en la fiesta que celebramos de la Presentación del Señor. A los cuarenta días del nacimiento la madre cumplía los ritos de purificación (ver Lv 12,2-5) y junto con José 
llevaron a Jesús al templo de Jerusalén para presentar su ofrenda. 
 El texto se enmarca entre la ida a Jerusalén (v.22) y el regreso a Nazaret (v.39). En el templo de la ciudad 
santa cumplen lo mandado por la Ley (vv.22-24), y se narran las intervenciones de Simeón (vv.25-35) y de 
Ana (vv.36-38). Finalmente, se hace mención al crecimiento del niño: “El niño iba creciendo y se fortalecía, 
lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”, (v.40). El cumplimiento de la ley es resaltado al inicio (v.22) y al final del texto (v.39), para destacar su importancia. 
El Hijo de Dios ya desde el inicio de su infancia se hace obediente al plan establecido por Dios para la 
salvación de la humanidad. Y este plan también está marcado por la pobreza: María y José ofrecen un par de tórtolas o pichones (v. 24) que era la ofrenda de los pobres (ver Lv 12,8). 
 Los sucesivos encuentros con Simeón y Ana van mostrando diversos aspectos del cumplimiento de la 
promesa de Dios y por otra parte abren al lector a ver que es posible que un hombre y una mujer del pueblo reconozcan en este niño al Mesías esperado. A través de estos personajes, los mismos lectores –nosotros- 
son interpelados a la confesión de fe. 
  El encuentro con Simeón (vv. 25-35) está marcado por la alegría del cumplimiento de la promesa; Simeón al ver al Señor, entiende que su vida ya está cumplida: si el Salvador está, su salvación también se realiza en 
medio de nosotros, una salvación que alcanza a todos los pueblos (v.31). Pero por otro lado, la cruz no deja de hacerse presente, esta vez en el anuncio a la madre: "este niño está destinado a hacer que muchos en 
Israel caigan o se levanten… Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma” 
(v.34). 
 La profetisa Ana, que es presentada como una anciana que sirve al Señor con ayunos y oraciones, reconoce también al niño y enseña la actitud oportuna frente a este encuentro: la acción de gracias y el testimonio: “comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a todos …” (v.38). Estos dos personajes son presentados por Lucas como modelo de la aceptación de fe: la alegría, la acción de gracias y el testimonio, aún en la conciencia de la contradicción y el dolor. 
 Lucas culmina su narración volviendo sobre el cumplimiento de la Ley, aunque ahora ya no dice “de Moisés” (v. 22) sino “del Señor” (v. 39). Así el evangelista presenta a Jesús y sus padres obedientes a lo que el Señor manda a través de su Palabra. En esta actitud, el autor también está proponiendo modelos de acción para sus lectores. No se narra la presentación del Señor solo para hacer una referencia a la infanciade Jesús, sino que los textos son enseñanza y desafío de fe para quien los lee. 


Meditación:             ¿Que me dice el señor en este texto?

El Papa Francisco escribió la Exhortación Apostólica Alegría del Evangelio (noviembre/2013). A continuación encontraremos el texto del numeral 3. 
 “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su 
encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo 
cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, 
Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos 
hemos perdido!.”1 
 Ahora preguntémonos: El Señor se está revelando constantemente, ¿Cuál es tu reacción ante el Salvador 
que viene y se presenta? Al ver la familia de Nazaret dando cumplimiento a la ley del Señor, pensemos 
¿Cómo vivimos la obediencia a lo que el Señor dice y a lo que enseña la Iglesia? 

Oración:                ¿Que le respondo al señor que me habla en el texto?

 Hoy, que el Señor se hace presente en su Palabra, está listo para escucharte: 
“Señor Jesucristo, 
que tu presencia inunde por completo mi ser, 
y tu imagen se marque a fuego en mis entrañas, 
para que pueda yo caminar a la luz de tu figura, 
y pensar como Tú pensabas, sentir como Tú sentías, 
actuar como Tú actuabas, hablar como Tú hablabas, 
soñar como Tú soñabas, y amar como Tú amabas.” 


Contemplación       ¿Cómo hago propias en mi vida las enseñanzas del texto?

Centremos nuestro pensamiento en el encuentro con el Señor y digamos: 
“Mis ojos han visto al Salvador”

Acción                    ¿A que me comprometo para demostrar el cambio?

 Ana y Simeón reconocieron a Jesús, dieron de gracias a Dios y hablaron de Él a todos. 
Agradece a Dios por enviar a Jesús para nuestra Salvación y cuéntale a un amigo cercano lo que Dios ha 
hecho en tu vida… 








 

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