PRIMERA LECTURA:
Hechos 2, 14.22-23
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 15, 1-2.5.7-11
SEGUNDA LECTURA: 1Pedro 1, 17-21
Invocación al Espíritu
Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a
nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra
inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a
través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue
a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BIBLICO: Lucas
24, 13-35
«También yo los envío a ustedes»
24,13: Aquel mismo
día, dos de ellos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, que está a unos diez
kilómetros de Jerusalén. 24,14: En el camino conversaban
sobre todo lo sucedido.
24,15: Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con
ellos. 24,16: Pero ellos tenían los ojos incapacitados para
reconocerlo.
24,17: Él les preguntó:
—¿De qué van conversando por el camino?
Ellos se detuvieron
con rostro afligido, 24,18: y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo:
—¿Eres tú el único
forastero en Jerusalén, que desconoce lo que ha sucedido allí estos días?
24,19: Jesús
preguntó: —¿Qué cosa? Le contestaron:
—Lo de Jesús
Nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo
el pueblo.
24,20: Los sumos
sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo
crucificaron.
24,21: ¡Nosotros
esperábamos que él sería el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que
sucedió todo esto.
24,22: Es verdad que
unas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado; ellas fueron de madrugada
al sepulcro, 24,23: y al no encontrar el cadáver, volvieron diciendo que se les
habían aparecido unos ángeles asegurándoles que él está vivo.
24,24: También
algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como habían
contado las mujeres; pero a él no lo vieron.
24,25: Jesús les
dijo: —¡Qué duros de entendimiento, cómo
les cuesta creer lo que dijeron los profetas!24,26: ¿No tenía que padecer eso
el Mesías para entrar en su gloria?
24,27: Y comenzando
por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la
Escritura se refería a él.
24,28: Se acercaban
al pueblo adonde se dirigían, y él hizo ademán de seguir adelante.
24,29: Pero ellos le
insistieron: —Quédate con nosotros, que
se hace tarde y el día se acaba.
Entró para quedarse
con ellos; 24,30: y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo
bendijo, lo partió y se lo dio. 24,31: Entonces se les abrieron los ojos y lo
reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
24,32: Se dijeron uno
al otro:
—¿No sentíamos arder
nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la
Escritura? 24,33: Se
levantaron al instante, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los
demás
compañeros, 24,34: que afirmaban: —Realmente ha resucitado
el Señor y se ha aparecido a Simón.
24,35: Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto.
Este clásico texto
que normalmente llamamos los discípulos de Emaús, porque era el pueblo a donde
iban, nos lleva a la página más desarrollada de los elementos que Lucas, con su
fineza quiere dejarnos como la gran herencia del cristianismo.
Como estamos en
Pascua, los domingos se siguen tomando textos alusivos a ese primer día de la semana
en que Cristo Resucitó. De hecho así comienza el texto: “aquel mismo día…” y
dice que iban dos de los discípulos. Recordemos algo importante. Jesús tenía 12
Apóstoles (que también obviamente eran sus discípulos, es decir, seguidores).
Pero los discípulos eran muchos más. En algún lado nombra a
setenta y dos (ver Lucas 10,1). Estos dos, que nombra Lucas,
aprovechando que había pasado el Sábado solemne y que podían ya huir de
Jerusalén, se iban. Las traducciones son muchas del original griego, pero dice
que mientras iban, estaban discutiendo acaloradamente. No era una conversación
o discusión normal.
Jesús, como era
costumbre en los caminos de unirse a otros que van en la misma dirección, se
pone a caminar con ellos. Nadie se extraña, porque era algo normal. Y Jesús sin
que lo reconozcan, lanza una pregunta, que produce en ellos algo inmediatamente
fuerte. Venían caminando y el texto dice que “se detuvieron tristes”, con el
rostro afligido. Es que una pregunta, es como un dedo en la llaga. Ellos no pueden
seguir caminando, porque el efecto de la pregunta, los trastorna. Viene el
recuerdo, de lo sucedido. Entonces uno de los dos discípulos al que Lucas
menciona con el nombre de Cleofás (puede ser el esposo de la otra María que
estaba acompañando a la Virgen María la madre de Jesús en el Calvario –Ver Juan
19, 25-ss.), se dirige a Jesús en fuerte tono, habiendo detenido su marcha y le
dice:
“eres tú el único que ha estado en Jerusalén estos días y no
sabe lo que ha pasado?” le reprocha, porque la pregunta lo ofende, lo saca de
sí mismo. Lo pone hasta enojado si se quiere. Pero Jesús que todo lo sabe, todo
lo comprende y quiere lo mejor para todos vuelve a preguntar ¿Qué ha pasado?
Jesús es quien mejor
sabe lo que ha sucedido. Nadie mejor que Él que fue el protagonista de todo. Él
sabe y pudo habérselos dicho. Pero Jesús suscita una pregunta para que salga
del corazón de ellos la verdadera respuesta: “Lo de Jesús Nazareno, que era un
profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo…” Aquí es
cuando hay que prestar muchísima atención. Porque Lucas con gran y fina ironía,
pondrá en boca de Cleofás algo muy interesante. El Kerygma, pero a medias.
Kerygma, es una
palabra griega que significa “Anuncio Gozoso” no es un anuncio cualquiera. Y en
los escritos del Nuevo Testamento aparece de muchas formas. Es una estructura
literaria. Y lleva estos elementos:
1. Anuncio de Jesús,
Profeta Poderoso en Obras y Palabras
2. La traición al Señor, su pasión y su muerte
3. Él sería el libertador de Israel (y la humanidad)
4. La resurrección de Jesús.
5. TODO SE ANUNCIA CON GOZO Y ALEGRÍA
Pero curiosamente,
Lucas pone en boca de Cleofás todos los elementos. Incluso dice que “algunas
mujeres llegaron diciendo que estaba vivo, es decir, el
anuncio de Resurrección. Pero estos discípulos
que anuncian el kerygma lo hacen tristes, no tienen alegría,
porque en el fondo no creen en que ha
resucitado. Es algo muy importante que pone Lucas en su
Evangelio, un Kerygma a medias, un
Kerygma proclamado pero sin la fe en el resucitado. Que en
vez de alegría produce tristeza.
Es curioso darse
cuenta que ellos mismos anuncian a Jesús que ha resucitado, pero no creen en
eso…
Jesús el Cristo, el
viviente para siempre, les responde en tres tiempos:
Primero: con la fuerte advertencia que se están equivocando.
Es necesario sacudir a las personas y volverlas a la realidad que sus ojos
cegados le impiden ver. (Un buen ejercicio es tomar varias traducciones al
español y ver cómo se expresa Jesús en el versículo 25. Algunas traducciones
dicen duros de corazón, lentos de entendimiento, tardos para creer, tontos y
otros adjetivos más…) Segundo: con el anuncio bíblico de la historia de la
salvación. Aquí está la clave interpretativa, leer la Biblia con ojos nuevos
para entender el nuevo sentido.
Tercero: El cambio de actitud que solicita, porque al
proclamar el designio del corazón, Jesús “calienta el corazón” desde el
interior.
El texto prosigue,
con estos amigos que al anochecer, deciden invitar al forastero a que se quede
con
ellos. Le dan el privilegio de dar gracias por el pan y es
allí donde lo reconocen pero Jesús desaparece.
Y entonces vuelve el diálogo entre ellos recordando cómo les
ardía el corazón cuando les explicaba las
Escrituras. Aún cuando tenían miedo y estaban huyendo,
regresan esa noche en medio de los peligros
a Jerusalén y se encuentran con la comunidad reunida. Hay
alegría plena en el corazón de Todos.
Qué obra entonces un
buen Kerygma:
1. Se abren los ojos (versículo 31)
2. Arde el corazón en el pecho (Versículo 32)
3. Nace la disposición para ir corriendo a anunciar a los
otros, el mensaje que no se puede
contener (versículo 33)
4. Hay un encuentro con la comunidad creyente y a todos se
les comunica el mensaje (verículos
34 y 35).
Reconstruimos el
texto:
1. ¿Cómo comienza este texto? ¿Qué día de la semana era?
2. ¿Quiénes van caminando y hacia dónde? ¿Porqué van de
salida?
3. ¿Quién se aparece en medio del camino y qué les pregunta?
4. ¿Qué contestan ellos? ¿Qué vuelve a preguntar Jesús?
5. ¿Cómo es el discurso que ellos dan a Jesús qué contienen
estas palabras?
6. ¿Está bien formulado o le falta algo al discurso?
7. ¿Qué les dice Jesús a estos dos? Luego, ¿Qué narra Jesús?
8. ¿Qué pasó cuando ellos se quedaron en la posada?
9. ¿Cuándo descubrieron que este forastero era Jesús?
10. ¿Qué pasó entonces? ¿Qué se dijeron el uno al otro?
11. ¿Qué hacen entonces?
12. ¿Con quiénes se encuentran y qué comparten?
MEDITACION: ¿Qué me o nos dice el
texto?
Hagámonos unas
preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
1. Jesús, al igual que con los discípulos, se aparece en el
camino de nuestra vida. ¿Soy capaz de
reconocerlo? ¿Hasta dónde me cuesta creer que Jesús está
vivo, resucitado y me acompaña?
2. ¿Cuáles son los obstáculos que pongo para creer en Jesús?
3. Cuando anuncio a Jesús ¿Es con alegría que traspasa? O
¿Mi anuncio de Jesús es con un sentido
de moral muy fuerte y grande? ¿Es un Jesús que en vez de
alegría produce miedo, o tristeza?
4. ¿Soy consiente que al anunciar a Jesús así estoy haciendo
un daño muy grande?
5. Cuando leo y medito las Sagradas Escrituras, ¿Mi corazón
arde de alegría y amor?
6. ¿Me doy cuenta que para encontrarme con Jesús, el mejor
método es conocer las Sagradas
Escrituras? ¿Con qué frecuencia hago oración con la Biblia,
practico Lectio Divina?
7. Muchos se quejan que Dios no les habla. ¿Soy yo de esos?
¿Leo y oro con las Escrituras?
8. Los discípulos lo reconocieron al partir el Pan. ¿Mi vida
de participación en la Eucaristía es
constante?
9. Los discípulos vencieron el miedo y las adversidades
porque lo que tenían en el corazón era más grande. ¿Cuáles son las adversidades
que yo debo superar para anunciar a Cristo?
ORACION: ¿Qué le digo o
decimos al Señor?
Orar, es responderle
al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra
Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu
Palabra Salvadora.
Confiamos que Tú estás con nosotros en el camino de la vida
y en nuestra historia.
Que sepamos reconocerte Señor.
Perdona cuando nos cegamos y no creemos en Ti ni en tu
Palabra ni en tus promesas.
Ven con nosotros Señor
Acompáñanos. Ven en el camino de la vida, para que te
llevemos con gozo
Queremos sentir nuestro corazón arder. Explícanos las
Escrituras.
Que tu Resurrección nos llene de gozo y sepamos vencer todas
las adversidades.
Que el cansancio y el desánimo de la vida queden fuera.
Que no nos quedemos aislados contigo, porque Tú, nos quieres
en la Iglesia formando comunidad.
Que amemos a tu Iglesia, Señor, que anunciemos tu verdad, tu
misericordia y tu amor.
Que seamos discípulos y misioneros.
Amén
CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo o
interiorizamos el texto?
Para el momento de la
contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
QUÉDATE CON NOSOTROS.
(versículo 29 )
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y
agradeciendo a Jesús que venga.
ACCION: ¿A qué me comprometo?
Debe haber un cambio
notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, busco
leer el texto nuevamente preguntándome sobre mis actitudes frente a Jesús
resucitado. Mi incredulidad, mi solicitud de pruebas, de
milagros. En un acto interior pedir perdón por la
incredulidad, y proponerse un acto de fe con confianza
ciega. Como acto externo ir a conversar con
alguna persona que tenga problemas de fe. Presentarle
claramente a Jesús, siguiendo los pasos del
Kerygma, pero hacerlo con un acto de servicio y ayuda.
Especialmente a los más necesitados, a los más
pobres, a aquellos que más necesiten del Señor. Te dispones
a ser misionero para alguna persona.
En el grupo. Analizar todos los componentes del Kerygma y
preguntarse seriamente si los estamos
siguiendo. Si seguimos el plan de Jesús de llevar adelante
un anuncio sistemático de Cristo Resucitado,
que cambie la vida y el corazón de las personas. Este
escrito puede ayudarte. Y para demostrar a la
comunidad el proceso de cambio espiritual que se está
viviendo, vamos a buscar en nuestro barrio o
lugar donde nos movemos a personas que necesiten una palabra
de aliento en nombre de Cristo. Puede
ser visitar los enfermos de la comunidad (si es una
parroquia, preguntar cuáles son los enfermos que
han solicitado la comunión, o ser creativos en la búsqueda)
ir como grupo a visitarlos, animarlos,
consolarlos y hablarles de Cristo Resucitado. También pueden
ser abuelitos que están más solitos y los
acompañamos con alegría cristiana.