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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

domingo, 19 de octubre de 2014

Domingo XXIX T.O. Ciclo A 19 Octubre 2014

Lectio divina


Mt. 22.15-21

                         oración inicial
Señor, ayúdame a vivir en medio del mundo.
Quiero entregarte lo que es tuyo,
Dar testimonio de ti, y manifestar tu mensaje.
Enséñame a expresar los valores del Reino en todos los ámbitos donde me muevo.

                                              TEXTO BÍBLICO Mt. 22. 15- 21





Tributo al César
    Entonces se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:
    «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?».
    Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario.
    Él les preguntó: «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Entonces les replicó: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

              Lectura  ¿que dice el texto?                      
    El enfrentamiento de Jesús con los fariseos es cada vez mayor, buscan motivos para acusarlo y condenarlo. De ahí que quieran enfrentarlo con las autoridades políticas del momento, los romanos.
    Para esto utilizaron el tema de los impuestos, si se debía pagar o no. Según su respuesta quedaba claro si Él apoyaba la ocupación romana, siendo así un detractor del pueblo judío o si la rechazaba siendo de esa manera un conspirador del pueblo romano.
    Pero el Señor se da cuenta de la trampa que le tendían, y en este contexto nos dejó sus enseñanzas respecto de la necesidad de distinguir entre lo político y lo religioso, buscando dar a cada uno su ámbito propio: “…dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios…” 
    Es un tema que marca una distinción clara entre lo que es de Dios y lo que es del mundo. La conclusión a la que se llegue determinará nuestra presencia como cristianos en el mundo.
    Ante una situación como ésta, surgen muchas preguntas a la hora de hacer un planteo práctico; ¿hasta qué punto lo que es de Dios está al margen de lo que es del mundo?, ¿se puede decir que hay un aspecto donde lo de Dios no tiene injerencia?
    En esta perspectiva, tenemos que tener claro qué implica la presencia cristiana en el mundo, es decir, el testimonio que debemos dar como personas de fe, haciendo realidad la misión que el Señor nos ha dejado de dar testimonio de su proyecto de amor, siendo sal y luz en la sociedad, ser como la levadura, que contagia toda la masa, buscando impregnar de espíritu cristiano toda nuestra sociedad.
    El mensaje de este texto es vital porque debemos identificar y examinar cómo es nuestra manera de ser y nuestra presencia como cristianos en el ámbito en que nos movemos.
    Como cristianos tenemos que contribuir a la construcción de la sociedad civil, dando y siento testimonios del mensaje de Cristo tanto personal como comunitariamente. Con nuestra vida, con nuestras obras, con nuestros compromisos tenemos que contribuir a una sociedad más justa, más humana… a actualizar en la sociedad el proyecto de amor del Padre.


     Meditacion¿que medice el señor en el texto?    


·         ¿Tu identidad de cristiano te ayuda a comprometerte en el mundo donde habitas o por el contrario te hace alejarte?
·         ¿Cómo vives en el mundo, sin ser del mundo? ¿Cómo te sitúas ante lo caduco y transitorio? ¿Cómo valoras el trabajo productivo, tu trabajo? ¿Con qué criterios valoras a las personas?
·         ¿Qué compromisos tienes cono ciudadano cristiano en favor de los necesitados: hambre, soledad, ausencia de Dios…?
·         ¿Pones al servicio de Dios y de los hermanos tus propias riquezas: dinero, valores, capacidades, tiempo…?
 Oración ¿que le respondo al señor que me habla en
el texto?

“Por experiencia puedo decir que cuando todavía existen preocupaciones por la propia honra, bienes o comodidades personales, es imposible adelantar en el camino de la oración.” S. Teresa de J.

Padre,
Quiero dar a Jesús el lugar que te corresponde en mi vida.
Ayúdame a vivir como criatura tuya, como hijo, como discípulo, como creyente.
Guíame y condúceme a asumir tu respuesta de amor,
a realizar en mi vida tu querer y tu voluntad.
Quiero vivir con las mismas actitudes de Jesús.


Contemplación ¿como reflejo en mi vida lo que 


me dice Dios en el texto?



·  Contempla a Jesús que desafía a los fariseos, saduceos y herodianos a favor de la dignidad de las personas. Contempla, también, a tu sociedad necesitada y a ti mismo. ¿Qué le respondes a Jesús?
·  Jesús hoy te invita a liberarte del poder del dinero, de la vida cómoda, a compartir, a que lleves su presencia a la sociedad de hoy, ¿qué le respondes?
·   La transformación que la sociedad necesita solo vendrá si dejamos que Dios transforme nuestros corazones. ¿En tu vida qué es “lo que es de Dios”? ¿y tuyo o del “Cesar”?
             Acción ¿a que me comprometo? 

·         Analiza en qué situación te encuentras ante el mundo y ante Dios.
·         Invierte tu tiempo, dinero, compañía, consejo, consuelo…, para mediar situaciones de necesidad entre los que te rodean.
·         En tu ambiente, en tu círculo, haz que también se escuche la otra cara de la moneda, la cara de Dios, para ser Sal y Luz en los momentos sociales de la vida, desde la propuesta, la novedad del Evangelio.


lunes, 6 de octubre de 2014

LECTIO DIVINA: TIEMPO ORDINARIO CICLO A domingo 12 oct

                       
     † Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (22, 1-14)

“Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: «Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invi-tados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir. De nuevo en-vió a otros servidores, con orden de decir a los invitados: He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros anima-les gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda. Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron. El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos ase-sinos e incendiaron su ciudad. Después dijo a sus servidores: El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Va-yan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren. Los ser-vidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, ma-los y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados. Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vio un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. Le dijo: Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas? El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores: Atenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fue-ra. Allí será el llorar y el rechinar de dientes. Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos”
LECTURA ¿Qué dice el texto?
En la Biblia la fiesta del matrimonio es un símbolo de la alianza de Dios con los seres humanos.
De este modo ya al comienzo de la parábola podemos percibir que el Rey es Dios y el Hijo que se casa es Jesús.
La fiesta está lista y el convite listo, sin embargo los convidados no quisieron venir. Pero Dios no renuncia e insiste. Nueva invitación y ahora vemos lo que está detrás del no querer.
MEDITACION ¿Qué me dice el texto?

Preguntas para la meditación
¿Qué es el Reino de Dios para mi?
¿El Reino de dios se me parece a un banquete de bodas? ¿Por qué ?
¿Hago caso omiso a la invitación al banquete?
¿Me pongo el “traje” adecuado para asistir al banquete?
¿Me considero un “elegido” del Reino?
ORACION: ¿Qué le digo?
Padre Santo, en este día tan especial quiero darte infinidades de gracias por la invitación que me has hecho y me sigues haciendo a cada momento para servir en tu Reino. Aún cuando me considero un siervo inútil solo se que con tu ayuda puedo servirte de la mejor manera haciendo caso a tu Palabra. Se que todos los hombres estamos invitados a tu Re-ino, es por ello que te pido por todos aquellos que han rechazado tu llamado. Amén
CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el mensaje
Sabiendo que has sido llamado por Dios incluso antes tu mi nacimiento es preciso que contem-plemos las palabras de Jesús que nos dirige personalmente a cada uno de nosotros.
“Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos”

“Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos”

5. ACCION: ¿A que me comprometo?
Acomodar mi vida y mis costumbres a los principios que Dios ha establecido en su Re-ino.



Mt 22,1-14: Nadie es pobre para llevar ese vesti-do nupcial.
¿Qué cosa es el vestido nupcial? Investiguémoslo en la Sagrada Escritura. ¿Qué es el vestido nupcial? Sin duda alguna, se trata de algo que no tienen en común los buenos y los malos. Hallando esto, habre-mos hallado el vestido nupcial. Entre los dones de Dios, ¿cuál es el que no tienen en común los buenos y los malos? El ser hombres y no bestias es un don de Dios, pero lo poseen tanto buenos como malos. El que nos llegue la luz del cielo, el que las nubes descarguen la lluvia, las fuentes manen, los campos den fruto, es don de Dios, pero común a buenos y malos.
Entremos a la boda; dejemos de lado a quienes no vinieron a pesar de haber sido llamados. Centrémo-nos en los comensales, es decir, en los cristianos. Don de Dios es el bautismo; lo tienen buenos y ma-los. El sacramento del altar lo reciben tanto buenos como malos. Profetizó el inicuo Saúl, enemigo de aquel varón santo y justísimo; profetizó mientras lo perseguían (1 Re 19). ¿Acaso se afirma que sólo los buenos creen? También los demonios creen, pero tiemblan (Sant 2,19). ¿Qué he de hacer? He tocado todo y aún no he llegado al vestido nupcial. He abierto mi bolso, he revisado todo o casi todo y to-davía no he llegado a aquel vestido. En cierto lugar el apóstol Pablo me presentó un gran bolso repleto de cosas extraordinarias; las expuso en mi presencia y yo le dije: «Muéstramelo, si es que has hallado el vestido nupcial». Comenzó a sacar esas cosas una a una, y a decir: Si hablara las lenguas de los hombres
y de los ángeles, si tuviera toda la ciencia y toda la profecía y toda la fe, hasta trasladar los montes, si distribuyere todos mis bienes a los pobres. Preciosos vestidos; sin embargo, aún no ha aparecido el vesti-do nupcial. Preséntanoslo ya de una vez. ¿Por qué nos tienes en vilo, ¡oh Apóstol!? Quizá es la profec-ía el don de Dios que no tienen en común los buenos y los malos. Si no tengo caridad -dijo- de nada me sirve (1 Cor 13,1-3).
He aquí el vestido nupcial; vestios con él, ¡oh co-mensales!, para estar sentados con tranquilidad. No digáis: «Somos pobres para llevar ese vestido». Ves-tid y seréis vestidos. Es invierno, vestid a los desnu-dos. Cristo está desnudo y a quienes no tienen el vestido nupcial él se lo dará. Corred a él, pedídselo. Sabe santificar a sus fieles, sabe vestir a los desnu-dos. Para que teniendo el vestido nupcial, no quepa el miedo a las tinieblas exteriores, a ser atado de miembros, manos y pies, nunca os falten las obras. Si faltan, cuando tenga atadas las manos, ¿qué ha de hacer? ¿Adónde ha de huir con los pies atados? Te-ned ese vestido nupcial, ponéoslo y sentaos tranqui-los, cuando él venga a inspeccionar. Llegará el día del juicio. Ahora se concede un largo plazo; quien se hallaba desnudo, vístase de una vez.

Sermón 95,7

domingo, 5 de octubre de 2014

Domingo 27 del tiempo Ordinario -Ciclo A- Octubre 5 de 2014

            “La viña del Señor, es la casa de Israel.

 

Mateo 21,33-43
 Escuchen otra parábola:
« 33 El dueño de una finca plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó unos criados a pedir a los labradores la parte que le correspondía. 35 Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a otro. 36 El dueño volvió a mandar más criados que al principio; pero los labradores los trataron a todos de la misma manera.
37Por fin mandó a su propio hijo, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.”
38 Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros:
“Éste es el que ha de recibir la herencia; matémoslo y nos quedaremos con su propiedad.”
39 Así que lo agarraron, lo sacaron del viñedo y lo mataron.»
40Y ahora, cuando venga el dueño del viñedo, ¿qué creen ustedes que hará con esos labradores? 41Le contestaron:
Matará sin compasión a esos malvados, y alquilará el viñedo a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
42Jesús entonces les dijo:
¿Nunca han leído ustedes las Escrituras? Dicen:
“La piedra que los constructores despreciaron
Se ha convertido en la piedra principal.
Esto lo hizo el Señor, estamos maravillados.”
43 Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha.

LECTURA:   QUE DICE EL SEÑOR ATRAVES
DEL TEXTO


Algunas preguntas para una lectura atenta:
¿A quiénes alquiló el dueño de la finca su terreno? ¿Qué hizo el dueño cuando llegó el tiempo de la cosecha? ¿Cómo trataron los labradores a los enviados por el dueño? ¿Con qué fin le hicieron daño al hijo del dueño? Al preguntar Jesús, “¿Qué creen ustedes que hará con esos labradores?” Qué contestaron? ¿Qué dicen las Escrituras respecto a “la Piedra que los constructores despreciaron”? ¿A qué tipo de pueblo se le dará el reino de los cielos?

Algunas pistas para comprender el texto
En el evangelio de hoy Jesús continúa hablando con los jefes de los sacerdotes y los ancianos a los que había dirigido la parábola de los dos hijos el domingo pasado (21,28-32).
El texto está formado por una parábola sobre el trato que reciben los enviados del dueño de su viña cuando van a recoger sus frutos (vv. 33-40) y culmina con una pregunta de Jesús (v. 40) que los oyentes responden (v. 41) y que Jesús les aplica a ellos mismos con una cita de la Escritura y una explicación (vv. 42-43).
La imagen de la viña era común para representar al pueblo de Israel (ver Is 5,1-7). La descripción inicial con el cuidadoso trabajo del dueño, que planta la viña, levanta un cerco, construye un lugar para hacer el vino, y edifica una torre, muestra el esmero con el que Dios trata a su pueblo.
La parábola, con el repetido rechazo de los enviados del dueño y finalmente con el asesinato del hijo, tiene un mensaje tan claro, que los destinatarios lo advierten rápidamente: “Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oír las parábolas que Jesús contaba, se dieron cuenta de que hablaba de ellos” (v. 45), y Jesús les aplica a ellos la cita del Sal 118,22 “La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal. Esto lo hizo el Señor, y estamos maravillados.”
Por una parte, Jesús se identifica con la piedra “despreciada”, realidad que se va a ver particularmente en su pasión y muerte, pero no deja de vislumbrar también la obra del Señor a través de ese “desprecio”. Por eso, la primitiva comunidad va a utilizar este salmo refiriéndolo también a la resurrección de Jesús, porque esa piedra rechazada “se ha convertido en piedra principal”, como lo dice Pedro en su discurso ante “los jefes de los judíos, los ancianos y los maestros de la ley” (Hch 4,8-11). Es interesante que los destinatarios tanto de la parábola del evangelio como los del discurso de Pedro en el libro de los Hechos son los mismos: “los jefes y los ancianos”. Al escuchar esta misma referencia, ¿habrán recordado las palabras del Señor?
Jesús que ha venido para “las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mateo 15,24) va viendo cómo el pueblo, y sobre todo sus autoridades, los jefes de los sacerdotes y los ancianos lo van rechazando, y por eso se les quita a ellos “Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha.” (v.43).
Somos nosotros la Iglesia a la que el Señor hace referencia con este “pueblo que produzca la debida cosecha” y a la que el Padre sigue enviando sus criados, (tantos profetas actuales) para percibir sus frutos, lo que nos lleva a preguntarnos, y a revisar nuestras vidas y la de nuestras comunidades para ver si estamos dando el fruto que el Señor espera de nosotros.

MEDITACION:   QUE MEDICE EL SEÑOR EN EL TEXTO

“Él es «la piedra que desecharon los constructores», (cf. Mt 21, 42), porque lo consideraron enemigo de la ley y peligroso para el orden público… De esta verdad habla la parábola de los viñadores infieles, a los que un hombre confió su viña para que la cultivaran y recogieran los frutos. El propietario de la viña representa a Dios mismo, mientras que la viña simboliza a su pueblo, así como la vida que él nos da para que, con su gracia y nuestro compromiso, hagamos el bien. San Agustín comenta que «Dios nos cultiva como un campo para hacernos mejores» (Sermón 87, 1, 2: PL 38, 531). Dios tiene un proyecto para sus amigos, pero por desgracia la respuesta del hombre a menudo se orienta a la infidelidad, que se traduce en rechazo. El orgullo y el egoísmo impiden reconocer y acoger incluso el don más valioso de Dios: su Hijo unigénito. En efecto, cuando «les mandó a su hijo —escribe el evangelista Mateo— [los labradores] agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron» (Mt 21, 37.39). Dios se pone en nuestras manos, acepta hacerse misterio insondable de debilidad y manifiesta su omnipotencia en la fidelidad a un designio de amor, que al final prevé también el justo castigo para los malvados (cf. Mt 21, 41).
Firmemente anclados en la fe en la piedra angular que es Cristo, permanezcamos en él como el sarmiento que no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid. Solamente en él, por él y con él se edifica la Iglesia, pueblo de la nueva Alianza.”2
Ahora preguntémonos:
¿Reconozco a Jesucristo, como el enviado del Padre?¿En alguna ocasión me ha dado vergüenza reconocerme como cristiano católico? ¿Me he arrepentido de ello y me he confesado? ¿Me considero parte del pueblo que produce la debida cosecha? ¿Cuál es esa “debida cosecha”?

ORACION:
Señor Jesucristo, mi misericordia y mi salvación,
te alabo y te doy gracias.
Eres la esperanza de mi corazón, la fuerza de mi alma,
el auxilio de mi debilidad.
Que tu bondad poderosa complete todo
lo que mi tibieza
y mis limitaciones no pueden hacer.
Mi vida, el fin de mi destino, es amarte.
¡Oh, dulce Señor!, cambia mi tibieza contigo en un ferviente amor; sé mi apoyo.
Tengo hambre y sed de Ti; yo te deseo, yo suspiro por Ti, yo anhelo ardientemente por Ti.
Me acuerdo de Ti, y espero tu llegada como mi único consuelo,
y ardo en deseos de contemplar la gloria de tu rostro.
CONTEMPLACION:
Señor, permite que tus enseñanzas produzcan en mí la cosecha apropiada
para participar del reino de los cielos.

ACCION:
Hablaré con algunos compañeros acerca del mensaje del evangelio, y les invitaré a no desechar a Jesús de sus vidas, contándoles las experiencias más valiosas en mi camino de Dios.



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