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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

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TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

martes, 20 de agosto de 2013

LECTIO DIVINA 21ro. Domingo del Tiempo Ordinario CicClo C


TEXTO BIBLICO: Lucas 13, 22-30 
«Vendrán de todas partes a la mesa del Reino» 


13,22: Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén. 13,23: Uno le preguntó: —Señor, ¿son pocos los que se salvan? Les contestó: 13,24: —Procuren entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos intentarán entrar y no podrán. 13,25: Apenas se levante el dueño de casa y cierre la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear diciendo: Señor, ábrenos. Él les contestará: No sé de dónde son ustedes. 13,26: Entonces dirán: Hemos comido y bebido contigo, en nuestras calles enseñaste. 13,27: Él responderá: les digo que no sé de dónde son ustedes. Apártense de mí, malhechores. 13,28: Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras ustedes sean expulsados. 13,29: Vendrán de oriente y occidente, del norte y el sur, y se sentarán a la mesa en el reino del Señor. 13,30: Porque, hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto
Is 66:18-21; Lc 13:22-30
El domingo pasado vimos el tema del fuego, del juicio, y tampoco éste está ausente hoy. La primera lectura viene de la parte final de Isaías, que también habla mucho del fuego del juicio (“con fuego Yahveh va a juzgar,” Is 66:16). Los últimos versos son de gran esperanza, pero parece que de un modo inusual: se promete grandes cosas, inauditas, a ¡los paganos! Ya toda la segunda parte del Libro de Isaías “incluía” a los paganos, a los habitantes de las islas remotas, porque el Siervo era puesto como luz de los paganos (“las naciones”), para que la salvación de Dios llegara hasta el fin de la tierra, Is 49:6. En la primera parte del “Tercer Isaías,” en Is 56:1-8, se “incluía” a eunucos y a extranjeros en la asamblea de Dios, algo prohibido por Dt 23:2-7. Ahora en la última parte de este “Tercer Isaías” (Is 56-66), el mensaje divino, el conocimiento del Dios verdadero, será llevado por fin “a todas las naciones y lenguas,” a las islas más remotas. Pero la cosa no acaba ahí: “también de entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas, dice Yahveh.” Cosa extraordinaria. El sacerdocio en Israel se había cerrado más y más, hasta reducirse en el exilio babilónico a los solos “hijos de Sadoq” (ver Ez 44:15), los futuros Saduceos del Nuevo Testamento. ¡Aquí se extiende a extranjeros! Si bien, un “copista judío nervioso” añadió el verso 20 para darle otro sentido al papel de los paganos: éstos serían sólo “mulas,” cargadores, de los israelitas que regresan del exilio. Pero no tiene sentido decir que Yahveh tomará, o seguirá tomando, “para sacerdotes y levitas” de los que ya lo eran, o de sus descendientes. No, la gran novedad es esta asombrosa apertura del profeta a los paganos, a los que no conocían el nombre de Yahveh que ahora les será manifestado. Esto viene a constituir “cielos nuevos y tierra nueva.” Pero habrá fuego para “aquellos que se rebelaron contra mí,” Is 66:24, lo que hace un “sujetalibros” o “inclusión” con la primera parte (Is 1:2, “Oíd, cielos, escucha, tierra, que habla Yahveh; ‘Hijos crié y saqué adelante, y ellos se rebelaron contra mí’”).

El pasaje de Isaías resuena mucho en el evangelio. Jesús había predicado a Israel y había sido mayormente rechazado; ver Lc 10:13-16. Compara desfavorablemente a las ciudades judías (Corazin, Betsaida) con las paganas (Tiro y Sidón), diciendo que si los milagros que hizo en las judías las hubiera hecho en las paganas, éstas se habrían convertido, y les iría mejor en el juicio. En nuestra lectura del evangelio, se habla de un gran banquete “inclusivo” (‘del este y del oeste, del norte y del sur’) del cual serán excluidos los malhechores aunque sean judíos. ¡Qué ironía será que los “hijos de Abraham” ( los que dependen sólo de la descendencia carnal, ver Jn 1:13; 8:39; Rm 9:6-8) no podrán sentarse en la mesa del banquete con Abraham, Isaac y Jacob! Pero esto no es para sentirse seguros frente a nadie, ya que la puerta para todos es estrecha; hay que tomar en serio lo que dice Pablo en Rm 11:16-24.
Nos preguntamos para reconstruir y recordar el texto:
¿Por dónde iba Jesús? ¿Quién se le acercó? ¿Qué le preguntó a Jesús? Jesús responde con tres movimientos: ¿los recuerdas? ¿Qué será la puerta estrecha? ¿Qué sucederá con aquellos que han compartido las enseñanzas de Jesús y no han cumplido? ¿Quiénes vendrán a entrar entonces en el Reino de los Cielos?
MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?
Es importante ante estos texto bíblicos que nos hagamos unas preguntas personales.
1. ¿Hasta qué punto yo estoy interesado en la salvación? El concepto “salvación” ¿entra dentro de los planes de mi vida?
2. Cuando yo realizo las cosas cotidianas de la vida, estudio, trabajo, vida en mi hogar, mis amigos, mis relaciones personales, etc. ¿Estas cosas las hago todas en orden al fin último de mi vida que es mi salvación?
3. En la administración de mi tiempo ¿Qué cosas ocupan más los días normales de mi vida? ¿A qué le dedico más tiempo? A lo pasajero, a lo mundano, o a las cosas más importantes, que me hacen crecer más como persona, como hijo de Dios.
4. ¿También puedo hacerme la pregunta sobre cuántos son los que se salvarán? ¿Me llama la atención en mi vida? ¿Qué hago entonces para poder descubrir lo que aún me falta para llevar una vida coherente con el mensaje de salvación del Señor?
5. ¿Qué significaría para mí pasar por la puerta estrecha, hoy, en mi vida?
6. Me doy cuenta que Dios en su infinita misericordia quiere invitarme a formar parte del pueblo de la Salvación ¿Qué hago para merecerlo y continuar este camino?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?
Hacemos un momento de silencio para responderle al Señor que nos ha hablado primero.
Qué hay en tu corazón para conversar con el Señor sobre este tema tan importante, se trata tal vez de lo más importante: Tu propia salvación.
Dile al Señor lo que brote de tu corazón, dale gracias, pídele perdón, vuelve a incorporarte en el pueblo de la salvación y junto a toda la Iglesia, recita el salmo 116
116,1: Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, 116,2: porque tiende su oído hacia mí en cuando lo invoco. 116,3: Me apretaban las redes de la muerte, me alcanzaban los tormentos del Abismo, preso de angustia y de congoja, 116,4: invoqué el Nombre del Señor: ¡Por favor, Señor, salva mi vida! 116,5: El Señor es clemente y justo, nuestro Dios es compasivo. 116,6: El Señor guarda a los sencillos: estaba yo agotado y me salvó. 116,7: ¡Alma mía, recobra la calma, que el Señor fue bueno contigo! 116,8: Arrancó mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. 116,9: Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivientes. 116,10: Tengo fe, aun cuando dije: ¡Qué desgraciado soy!; 116,11: aunque dije espantado: Los humanos son mentirosos. 116,12: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? 116,13: Alzaré la copa de la salvación invocando el Nombre del Señor. 116,14: Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. 116,15: Costosa es a los ojos del Señor la muerte de sus amigos. 116,16: ¡Por favor, Señor, que soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava, rompe mis cadenas! 116,17: Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando el Nombre del Señor. 116,18: Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, 116,19: en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!
Amén
CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?
Para el momento de Contemplación te propongo que revises tu vida a la luz de un versículo bíblico que te haya llamado la atención de este texto. Y lo repitas constantemente:
13,30: Porque, hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
Llévalo a tu corazón con insistencia para que recuerdes que estás llamado desde los últimos, porque el Señor te invita a que seas de los primeros. Lo haces con actitud agradecida.


ACCION: ¿A qué me comprometo?
Nuestro compromiso con el Señor debe llevarnos a una vida transformada. Queremos entrar por la puerta estrecha…. ¿Qué debemos cambiar en nuestra vida para entrar por esta puerta estrecha? Piensa, y prepara un listado de cosas que crees que te impiden pasar por esta puerta estrecha. Luego preséntalo al Señor y pídele que te limpie, que te purifique de estas cosas. Si crees que es necesario puedes recurrir también al sacramento de la reconciliación.
Si estás con tu grupo de amigos puedes hacer un listado de todo lo que en la sociedad nos impide pasar por la puerta estrecha. Y poner este listado en un cartel que vea la comunidad. También poner al lado acciones que pueden cambiar estas actitudes que nos impiden pasar por la puerta estrecha y formas de mejorar.

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