« No pueden ustedes servir a Dios y al dinero»
16,1: A los discípulos, Jesús, les decía:
—Un hombre rico tenía un administrador. Le llegaron quejas de que estaba derrochando
sus bienes. 16,2: Lo llamó y le dijo:
—¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuentas de tu administración, porque ya no
podrás seguir en tu puesto.
16,3: El administrador pensó: ¿Qué voy a hacer ahora que el dueño me quita mi puesto?
Para cavar no tengo fuerzas, pedir limosna me da vergüenza. 16,4: Ya sé lo que voy a hacer
para que, cuando me despidan, alguno me reciba en su casa.
16,5: Fue llamando uno por uno a los deudores de su señor y dijo al primero:
—¿Cuánto debes a mi señor?
16,6: Contestó:
—Cien barriles de aceite.
Le dijo:
—Toma el recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta.
16,7: Al segundo le dijo:
—Y tú, ¿cuánto debes?
Contestó:
—Cuatrocientos quintales de trigo.
Le dice:
—Toma tu recibo y escribe trescientos.
16,8: El dueño alabó al administrador deshonesto por la astucia con que había actuado.
Porque los hijos de este mundo son más astutos con sus semejantes que los hijos de la
luz.
16,9: Y yo les digo que con el dinero sucio se ganen amigos, de modo que, cuando se
acabe, ellos los reciban en la morada eterna.
16,10: El que es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho; el que es deshonesto en lo poco, es
deshonesto en lo mucho. 16,11: Si con el dinero sucio no han sido de confianza, ¿quién les
confiará el legítimo?
16,12: Si con lo ajeno no han sido de confianza, ¿quién les confiará lo que les pertenece a
ustedes?
16,13: Un empleado no puede estar al servicio de dos señores: porque odiará a uno y
amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No pueden estar al servicio de Dios y
del dinero.
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto.
Las lecturas de este domingo tienen que ver con nuestra responsabilidad para con los pobres. En
la primera lectura, Amós sobresale entre los profetas por sus denuncias de los abusos cometidos por las
clases altas de Israel en un tiempo en que había gran prosperidad (y un esplendoroso culto), pero cuyas
“gotas” no caían sobre los más pobres (en inglés hay una noción que cuando les va bien a los ricos su
prosperidad por fuerza ‘goteará hacía los más pobres’). Pero eso no es así. El salmo refleja un misterio
bíblico: que el Dios altísimo se preocupa con los más humildes de los seres humanos (ver Is 57:15; cf. Mt
25:40, 45), y los levantará a su tiempo. La lectura de 1 Timoteo tiene que ver con el buen orden de la
sociedad y del mundo. No puede haber coexistencia pacífica a menos que haya justicia; hacia el final de
esta carta, se dirá que las rencillas y los disturbios tienen mucho que ver con la avaricia, y que “el amor
al dinero es la raíz de todos los males,” 1 Tm 6:3-10.
El mayordomo de la parábola en Lucas fue acusado de derrochar la propiedad de su patrón (se
usa el mismo verbo para derrochar en la parábola del hijo pródigo en Lc 15:13). No queda claro si el
mayordomo estaba renunciando a su comisión cuando reducía lo que se le debía a su patrón, o si estaba
derrochando aún más la propiedad de su amo (a lo que se refiere dos veces), que parece más verosímil.
En cualquier caso, es su actitud atrevida y extravagante hacia las riquezas, una suerte de desapego, si se
quiere, lo que alaba Jesús, y hasta el mismo patrón. Hace falta imaginación y valor en este mundo: la
riqueza y el dinero deben usarse con creatividad para el bien de los demás, especialmente los más
pobres. ¡Cuánta ingenuidad no tenemos para asuntos militares y para lo que nos interesa, y cuán poco
para alimentar y educar a los más necesitados! Debemos ser fieles en todo. Pero esto significa servir a
Dios con un corazón no dividido. Y el competidor más grande que tiene Dios, llamado aquí por nombre
en un caso único, es “mamón” (el nombre de una divinidad pagana y obviamente este mal uso del
dinero es una idolatría), la palabra aramea que usaba Jesús para la riqueza, la propiedad y la ganancia.
En los evangelios siempre tiene un significado negativo, como es el caso en los demás escritos de la
época.
Preguntémonos para reconstruir el texto:
1. ¿A quiénes se dirigió Jesús y cómo fue la parábola que les dijo?
2. ¿Qué hacía el hombre de la Parábola?
3. ¿Cómo va ganándose a los deudores de su patrón?
4. ¿Cuándo el patrón se dio cuenta, ¿qué es lo que dijo?
5. ¿Qué explicación da Jesús sobre los hijos de este mundo? ¿Qué deberíamos aprender?
6. ¿Cómo se refiere Jesús a la fidelidad?
7. ¿Cómo termina el texto? ¿Cuál es la frase o la idea principal que quiso dejar Jesús?
MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?
Este es otro texto clave del evangelista Lucas. Debemos hacernos unas preguntas para profundizar en
nuestra vida estas palabras de Salvación:
1. Jesús pone un ejemplo de un administrador infiel, pero que era astuto. ¿Podría yo ser un
administrador de las cosas de Dios como este de la parábola?
2. ¿Hasta qué punto mi fidelidad a Dios me lleva a ser recto en todo momento, aún cuando
no quede bien ante los demás?
3. ¿Trato de usar la astucia para ser un discípulo misionero?
4. Finalmente Jesús habla de las amistades que se hace ganar este administrador. ¿Qué tan
sincera es mi amistad para las otras personas? ¿Lo amo, lo respeto, lo cuido por lo que es,
o por lo que tiene?
5. ¿Brindo mi amistad a los demás lo que yo soy, o por lo que tengo o represento? ¿Cuál es
mi carta de presentación para con los otros? ¿Qué reconocimiento espero?
6. Realmente ¿construyo amistades cristianas y verdaderas o simplemente compañías
pasajeras?
7. ¿Cuál es mi verdadero interés para seguir? ¿nos vemos reflejados en el texto? ¿Dónde
estoy buscando mi felicidad? ¿En las cosas momentáneas, en personas y amistades
momentáneas?
8. ¿Busco en mis amistades a aquellos con los que realmente puedo construir un puente que
me lleven al encuentro y seguimiento de Jesús y de allí al Padre?
9. ¿Cuántas riquezas mal elegidas puedo encontrar en mi vida, que usé también para
comprar cariño, respeto y admiración de otras personas?
Hagamos un momento de silencio y busquemos entre estas preguntas, cuál es la que más me llama la
atención.
ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. Gracias por permitirme escucharte, aún cuando
viendo mi interior, no soy el cristiano que tú deseas.
Me siento en algunas ocasiones como este administrador, que buscaba con las cosas y el
dinero de sus patrones, comprar el afecto y la admiración de otros. Pero… Señor… me
doy cuenta que esto terminaría muy mal. Te pido perdón por todas estas veces que no
hice lo que es bueno a tus ojos.
Quiero pedirte Señor Jesús, que abras mi corazón que a veces está tan cerrado, y que me
hables al corazón como siempre, diciéndome las palabras y los gestos oportunos.
Señor, que todos los bienes que tú me has permitido administrar que los use para tu
gloria. Que pueda no comprar a la gente para mí, sino que todo se oriente a que pueda ser
un discípulo y misionero tuyo.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.
CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo final de este
Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
16,13: Un empleado no puede estar al servicio de dos señores…
Y de esta forma nos ponemos en contemplación solicitando al Señor la posibilidad de ser fieles a Él.
ACCION: ¿A qué me comprometo?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, me propongo hacer un verdadero análisis de conciencia. Ver cuántas veces uso mal los
bienes que administro. Cuántas veces quiero cambiar cariño, respeto y admiración por intercambio de
cosas. Y también preguntarse por la fidelidad al Señor. ¿Qué me pide el Señor que cambie en mi vida?
Propongo algo concreto.
En el grupo proponerse una actividad que pueda mostrar claramente las diferencias en donde buscamos
la felicidad entre Dios y el dinero. Y poder hacer algo externo para presentar a los otros miembros de la
comunidad nuestro deseo de cambio, y ofrecerles a otros también la posibilidad de cambiar.
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