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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

sábado, 2 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA 31ro. Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

PRIMERA LECTURA: Sabiduría 11, 22- 12, 2
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 144, 1-14
SEGUNDA LECTURA: 2 Tesalonicenses 1, 11-2, 2

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de
su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

TEXTO BIBLICO: Lucas 19, 1-10
«El hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido»

19,1: Jesús entró en Jericó y atravesó la ciudad, 19,2: allí vivía un hombre llamado Zaqueo,
jefe de recaudadores de impuestos y muy rico, 19,3: Zaqueo intentaba ver quién era Jesús;
pero a causa del gentío, no lo conseguía, porque era bajo de estatura. 19,4: Entonces se
adelantó de una carrera y se subió a un árbol para verlo, pues Jesús iba a pasar por allí.
19,5: Cuando Jesús llegó al sitio, alzó la vista y le dijo:
 —Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa.
 19,6: Zaqueo bajó rápidamente y recibió a Jesús muy contento.
 19,7: Al verlo, murmuraban todos porque entraba a hospedarse en casa de un pecador.
19,8: Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:
 —Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le
devolveré cuatro veces más.
 19,9: Jesús le dijo:
 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también él es hijo de Abrahán.
19,10: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?


Estudio bíblico del texto.

Aún con cierta continuidad con las lecturas de los domingos pasados, las lecturas ahora nos hablan de la
paciencia de Dios y de la siempre presente posibilidad de aun los más sorprendentes cambios de
corazón, “conversiones.” El Libro de la Sabiduría es quizá el que se escribió por último en el “Antiguo
Testamento,” cerca del tiempo de Jesús. Fue escrito en griego y está muy influenciado por la filosofía
griega (“filosofía” quiere decir “amor a la sabiduría”). Tiene una visión amplia de las cosas, del mundo:
ve el gran panorama. Un efecto de esto es que nos quita la mirada de nosotros mismos, de nuestros
pequeños mundos que creamos y a los que nos aferramos y que a menudo nos aprisionan. Lo que se
traduce “lo que basta a inclinar una balanza” se refiere a esa caída tan ligera de la balanza que hace
difícil decidir lo que el peso exacto es; en otras palabras, es una imagen de la nada. Santa Catalina de
Siena sabía esto bien cuando repetía que Dios es el que es y nosotros lo que no es, y que fijarse aun en
nuestros pecados detrae de la majestad de Dios, que es lo que debe ocupar nuestra atención.

El Señor tiene paciencia. Nos deja equivocarnos, nos educa, o nos disciplina, poco a poco. Pero también
se puede dar esos acontecimientos que cambian la vida, esas últimas oportunidades perdidas, cuando
ese trago de más o esa última apuesta traen la catástrofe. Así que el mensaje es nunca dejar las cosas
urgentes hasta el último momento, sino confiar en Dios y trabajar como si estuviésemos asegurados de
la victoria final. El caso de Zaqueo es sorprendente. Los publicanos, o recaudadores de impuestos, eran
considerados grandes pecadores que extorsionaban y estaban empleados por es poder colonial y
ocupador. A Zaqueo se le llama “¡archipublicano!” Por lo menos éste tiene curiosidad por Jesús, pues se
sube en un árbol. Pero nadie supera al Señor, que se invita a sí mismo a casa de Zaqueo. Hay
murmuraciones de parte de la muchedumbre como siempre, pero algo grande está sucediendo: el
cambio en el archipublicano, que ha decidido reparar el daño que había hecho, y de modo generoso. A
nadie se le excluye del amor paciente de Dios, todos podemos ser salvos. Jesús dice claramente: Hoy a
entrado la salvación a esta casa. (quien había entrado era Él mismo, que es el Salvador de la
humanidad.) De hecho, el Hijo del hombre tiene un interés especial en salvar a los que se les considera
como perdidos. Al final, la diferencia entre esos seres humanos que supuestamente cuentan y los que
no, no es tan grande, es como el rocío matinal que se evapora.

Reconstruyendo el Texto bíblico:

1. ¿Cómo comienza el texto bíblico? ¿Por dónde estaba atravesando Jesús?
2. ¿Quién vivía en esa ciudad?
3. ¿Quiénes son los que están queriendo ver pasar a Jesús? ¿Entre esa multitud, quién era un
pecador público que quería ver a Jesús? ¿qué es lo que le impide ver a Jesús?

4. ¿Qué hace este hombre para vencer el obstáculo que le impide ver a Jesús?
5. ¿Cuándo pasa Jesús qué hace con este pecador?
6. Entrando Jesús a la casa de este pecador, ¿qué dice la gente?
7. ¿Qué dice el Pecador: sus palabras están divididas en dos partes? ¿Cuáles?
8. ¿Qué cosas reparará para mostrarse arrepentido?
9. ¿Cómo responde Jesús? ¿Por qué dirá que “hoy ha llegado la salvación a esta casa”?
10. ¿Qué significa que “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido?


MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?


Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

Este texto tan conocido de Zaqueo, nos debe ayudar a reflexionar sobre nosotros mismos cuáles son las
cosas en las que nos parecemos a este publicano y cuáles todavía nos falta para la conversión.

1. Este paso de Jesús por la ciudad, puede ser como el paso de Jesús por mi vida ¿Estoy
atento al paso de Jesús? ¿Soy consciente que él viene a mi vida?
2. Zaqueo tenía obstáculos para no ver a Jesús y pudo quedarse tranquilo, sin embargo, aún
siendo una figura pública venció el obstáculo de ser bajito subiéndose a un árbol. ¿soy
capaz de vencer los muchos obstáculo que hay siempre en mi vida para poder
encontrarme con el Señor? ¿Dejo que los obstáculos me venzan finalmente? ¿Cómo
puedo hacer para poder superar los obstáculos?
3. Jesús me mira como a Zaqueo, son consciente que Él quiere venir conmigo, que es Él
quien me busca? ¿Me dejo encontrar por Jesús? ¿Le pongo excusas… hoy no pero
mañana tal vez…?
4. Cuando Jesús entra en mi vida, yo debo hacer un análisis muy serio de la cantidad de
cosas que acumulo pensando que me daban tranquilidad, seguridad y felicidad. Sin
embargo ahora con Jesús sobran. ¿Puedo identificar estas cosas? ¿Soy capaz de
deshacerme de muchas cosas que me estorban en mi relación con Jesús?
5. La muchedumbre murmuraba sobre Jesús, estaban enojados porque iba a la casa de un
pecador. ¿También yo me enojo y murmuro contra los cristianos que saben superar los
prejuicios para ir a atender las necesidades de gente que tal vez yo crea condenada?
¿Quién soy yo para condenar?
6. Si yo dejo entrar verdaderamente a Jesús, ¿podré escuchar “hoy ha entrado la salvación a
esta casa?

7. ¿Estoy dejando actuar a Jesús que viene a buscar y salvar lo que se había perdido?
¿Cuándo me pierdo en la vida? Podré escuchar la voz del Señor que ha venido a
buscarme.
8. ¿Tengo la humildad suficiente para reconocer mis errores y disculparme ante los demás y
ante Dios para recibir su perdón?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?


Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:


Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Me siento como Zaqueo, quiero verte… pero tengo tantos obstáculos.
Debo pedirte perdón, porque mirando en el camino de la vida, los obstáculos han sido muchos, y en
tantas oportunidades yo he cedido a ellos. Los obstáculos me han impedido encontrarte, y yo no
hice nada para vencerlos.
Siento en estos momentos tu mirada amorosa sobre mí, tú vienes a buscarme, tú vienes a
encontrarme. No te importa mi pecado, sino más bien, si soy capaz de recibirte de verdad. Cuando
te reciba, habrá oportunidad para un sanear mi situación. Gracias por fijarte en mí, a pesar de mis
muchos errores.
¡Cuántas cosas me sobran! Eso me doy cuenta, porque puse la confianza en lo material, pero me
doy cuenta que sólo Tú llenas mi corazón. Quiero que me ayudes a liberarme de lo que a mí me está
estorbando para nuestra relación. Quiero deshacerme de todo lo que me impide ser feliz.
Gracias por venir a mi vida, a traer la salvación, a venir a buscarme cuando estoy perdido.
Gracias Señor

Amén


CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?


Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido
(versículo 10)


Y de esta forma nos ponemos en contemplación

ACCION: ¿A qué me comprometo?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, volver a leer este texto, haciendo un profundo examen de conciencia sobre cómo llega el
Señor a buscarme y no siempre estoy preparado. Mi oración debe llevarme a descubrir que Jesús me
busca. Y como acto claro y decidido voy a buscar entre mis cosas, algo que quiera desprenderme y
dárselo a los más pobres.

En el grupo proponerse una actividad externa en que mostremos que sí estamos aceptando a Jesús y
por eso queremos demostrarlo. Podría ser anunciar en la parroquia anticipadamente que estaremos
este domingo haciendo una colecta de ropa y alimentos para llevarla a algún lugar que sea necesario.
Puede ser un hospital, un asilo de ancianos, un dispensario. Pero hacer esta actividad no para
desprenderse de cosas viejas e inútiles, sino para dar de lo que tenemos y que queremos compartir
como gesto que Jesús está con nosotros y es nuestra salvación.


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