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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

La Lectio Divina Dominical   Domingo 14 de Septiembre de 2014  Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -
TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

domingo, 6 de abril de 2014

Domingo de Ramos Ciclo A

                        Bautizados en Misión    

 EN LA GRAN MISIÓN CONTINENTAL CON LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

                               LECTIO DIVINA
                       Domingo de Ramos Ciclo A
                      
PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 4-7
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 21, 8-9.17-18a.19-20.23.24
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 2, 6-11

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de
su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

TEXTO BIBLICO: Mateo 26, 14-27; 27, 1-66
«Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?»

26,14: Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, se dirigió a los sumos sacerdotes 26,15: y
les propuso:
 —¿Qué me dan si se los entrego?
 Ellos se pusieron de acuerdo en treinta monedas de plata. 26,16: Desde aquel momento buscaba
una ocasión para entregarlo.
 26,17: El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
 —¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
 26,18: Él les contestó:
 —Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: El maestro dice: mi hora está próxima; en
tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos.
 26,19: Los discípulos prepararon la cena de Pascua siguiendo las instrucciones de Jesús.
 26,20: Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. 26,21: Mientras comían, les dijo:
 —Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.
 26,22: Muy tristes, empezaron a preguntarle uno por uno:
 —¿Soy yo, Señor?
 26,23: Él contestó:
 —El que se ha servido de la misma fuente que yo, ése me entregará. 26,24: El Hijo del Hombre se
va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquél por quien el Hijo del Hombre será entregado! Más le
valdría a ese hombre no haber nacido.
 26,25: Le dijo Judas, el traidor: 

 —¿Soy yo, maestro?
 Le responde Jesús:
 —Tú lo has dicho. 26,26: Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio a sus discípulos diciendo:
 —Tomen y coman, esto es mi cuerpo.
 26,27: Tomando la copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
 —Beban todos de ella,

27,1: A la mañana siguiente los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron una deliberación
para condenar a Jesús a muerte. 27,2: Lo ataron, lo condujeron y lo entregaron a Pilato, el
gobernador.
 27,3: Entonces Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta
monedas a los sumos sacerdotes y ancianos, 27,4: diciendo:
 —He pecado entregando a un inocente a la muerte.
 Le contestaron:
 —Y a nosotros, ¿qué? Eso es problema tuyo.
 27,5: Arrojó el dinero en el santuario, se fue y se ahorcó. 27,6: Los sumos sacerdotes, recogiendo el
dinero, dijeron:
 —No es lícito echarlo en la alcancía, porque es precio de una vida.
 27,7: Y, después de deliberar, compraron el Campo del Alfarero para sepultura de
extranjeros. 27,8: Por eso aquel campo se llama hasta hoy, Campo de Sangre.
 27,9: Así se cumplió lo que profetizó Jeremías:
 Tomaron las treinta monedas,
 precio del que fue tasado,
 del que tasaron los israelitas,
 27,10: y con ello pagaron
 el campo del alfarero;
 según las instrucciones del Señor.
 27,11: Jesús fue llevado ante el gobernador, el cual lo interrogó:
 —¿Eres tú el rey de los judíos?
 Contestó Jesús:
 —Tú lo has dicho.
 27,12: Pero, cuando lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no respondía nada.
 27,13: Entonces le dice Pilato:
 —¿No oyes de cuántas cosas te acusan?
 27,14: Pero no respondió una palabra, con gran admiración del gobernador.
 27,15: Por la Pascua acostumbraba el gobernador soltar a un prisionero, el que la gente
quisiera. 27,16: Tenía entonces un preso famoso llamado [Jesús] Barrabás. 27,17: Cuando estaban
reunidos, les preguntó Pilato:
 —¿A quién quieren que les suelte? ¿A [Jesús] Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?27,18: Ya que
le constaba que lo habían entregado por envidia.
 27,19: Estando él sentado en el tribunal, su mujer le envió un recado: No te metas con ese inocente,
que esta noche en sueños he sufrido mucho por su causa.
 27,20: Mientras tanto los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud para que
pidieran la libertad de Barrabás y la condena de Jesús.
 27,21: El gobernador tomó la palabra:
 —¿A cuál de los dos quieren que les suelte?
 Contestaron: —A Barrabás.
 27,22: Responde Pilato:
 —¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?
 Contestan todos: 
—Crucifícalo.
 27,23: Él les dijo:
 —Pero, ¿qué mal ha hecho?
 Pero ellos seguían gritando:
 —Crucifícalo.
 27,24: Viendo Pilato que no conseguía nada, al contrario, que se estaban amotinando, pidió agua y
se lavó las manos ante la gente diciendo:
 —No soy responsable de la muerte de este inocente. Es cosa de ustedes.
 27,25: El pueblo respondió:
 —Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
 27,26: Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
 27,27: Entonces los soldados del gobernador condujeron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él
a toda la guardia. 27,28: Lo desnudaron, lo envolvieron en un manto escarlata, 27,29: trenzaron una
corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y pusieron una caña en su mano derecha. Después,
burlándose, se arrodillaban ante él y decían:
 —¡Salud, rey de los judíos!
 27,30: Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza.27,31: Terminada la
burla, le quitaron el manto y lo vistieron con su ropa. Después lo sacaron para crucificarlo.
 27,32: A la salida encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a cargar con la
cruz. 27,33: Llegaron a un lugar llamado Gólgota, es decir, Lugar de la Calavera,27,34: y le dieron a
beber vino mezclado con hiel. Él lo probó, pero no quiso beberlo.27,35: Después de crucificarlo, se
repartieron a suertes su ropa 27,36: y se sentaron allí custodiándolo.
 27,37: Encima de la cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Éste es Jesús, rey de los
judíos. 27,38: Con él estaban crucificados dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda.
 27,39: Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza 27,40: y diciendo:
 —El que derriba el santuario y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que baje
de la cruz.
 27,41: A su vez, los sumos sacerdotes con los letrados y los ancianos se burlaban diciendo:
 27,42: —Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz
y creeremos en él. 27,43: Ha confiado en Dios: que lo libre si es que lo ama. Pues ha dicho que es
Hijo de Dios.
 27,44: También los asaltantes crucificados con él lo insultaban.
 27,45: A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde.
 27,46: A media tarde Jesús gritó con voz potente:
 —Elí, Elí, lema sabactani, o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
 27,47: Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban:
 —Está llamando a Elías.
 27,48: Enseguida uno de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio
a beber.
 27,49: Los demás dijeron:
 —Espera, a ver si viene Elías a salvarlo.
 27,50: Jesús, lanzando un nuevo grito, entregó su espíritu.
 27,51: El velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se
partieron, 27,52: los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron. Y, cuando él
resucitó, 27,53: salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos en la Ciudad Santa.
 27,54: Al ver el terremoto y lo que sucedía, el centurión y la tropa que custodiaban a Jesús decían
muy espantados:
 —Realmente éste era Hijo de Dios.
 27,55: Estaban allí mirando a distancia muchas mujeres que habían acompañado y servido a Jesús
desde Galilea. 27,56: Entre ellas estaban María Magdalena, María, madre de Santiago y José, y la 

madre de los Zebedeos.
 27,57: Al atardecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo
de Jesús. 27,58: Se presentó ante Pilato y le pidió el cadáver de Jesús.
 Pilato mandó que se lo entregaran. 27,59: José lo tomó, lo envolvió en una sábana de lino
limpia, 27,60: y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había excavado en la roca; después hizo
rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y se fue.
 27,61: Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro.
 27,62: Al día siguiente, el que sigue a la vigilia, se reunieron los sumos sacerdotes con los fariseos y
fueron a Pilato 27,63: a decirle:
 —Señor, recordamos que aquel impostor dijo cuando aún vivía que resucitaría al tercer
día. 27,64: Manda que aseguren el sepulcro hasta el tercer día, no vayan a ir sus discípulos a robar el
cadáver, para decir al pueblo que ha resucitado de entre los muertos. Este engaño sería peor que el
primero.
 27,65: Les respondió Pilato:
 —Ahí tienen una guardia: vayan y asegúrenlo como saben.
 27,66: Ellos aseguraron el sepulcro poniendo sellos en la piedra y colocando la guardia.

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio bíblico del texto.

Durante el Domingo de Ramos, la Iglesia nos presenta los textos de la Pasión del Señor. Luego de esta
entrada solemne en Jerusalén, continuando los textos bíblicos, vemos que Jesús entró para dar su vida
en rescate por la nuestra. Tomaremos sólo algunas de las ideas centrales.

En la primera parte que está en el Capítulo 26, vemos la traición de Judas. Aquí un dato interesante es
que en el texto el verbo “entregar” está cinco veces expuesta, pero en dos contextos diferentes.

Por un lado vemos a Judas, “entregando” al Señor en manos de sus verdugos. Pero por otro lado, vemos
a Jesús que se “entrega” a sí mismo, para cumplir la voluntad del Padre.

Judas recibió una suma irrisoria, que eran treinta monedas de plata, que era la compensación que se
daba cuando una persona mataba al esclavo de otra.

Es en la cena pascual, donde Jesús anuncia que uno lo va a “entregar” y todos preguntan “Señor, seré
yo?” salvo Judas, que en vez de decirle Señor se dirige a él y le dice “seré yo Maestro”. Pués, Judas, ya
no reconoce a Jesús como el Señor. Así lo dice el texto.

Judas luego se ahorcó, pues si bien su traición fue gravísima, también lo fueron las negaciones de Pedro.
Pero Pedro pudo arrepentirse y fue perdonado, Judas no creyó en el perdón, él se juzgó a sí mismo y
prefirió pagar orgullosamente su pecado. Fue incapaz de dejarse amar por Dios.
 

Mateo narra con detalle el injusto momento de acusación a Jesús. Pilato finalmente se lava las manos y
lo entrega para que lo crucifiquen. Otra vez está el verbo entregar… y lo llevan al lugar llamado Gólgota
(que significa de la Calavera). En ese pequeño cerro, en las afueras de Jerusalén, la tradición judía tenía
un pequeño lugar, en el que veneraban la tumba de Adán, o su cráneo. Adán, es la representación de
toda la humanidad, y su pecado, es el pecado de todo el género humano. No significa que fuera la
tumba real, sino la representación memorial, en aquel lugar, del destino de la humanidad caída.
Representaba a todos los que en Adán han muerto y morirán. Justo arriba, estaba la cruz de Jesús. En el
credo recitamos que Jesús descendió a los infiernos. Esto significa a las profundidades, ¿A dónde fue
Jesús? Justamente abajo, a la tumba que representaba toda la humanidad en la que la muerte había
triunfado antes, para redimirla.

Pasando al momento de la crucifixión de Jesús, tan conocida, tomemos esta idea fundamental: Cristo
reina desde el trono de su cruz. La sentencia de muerte era esa: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Jesús
vino a reinar, pero no como los reyes poderosos que vinieron a sentarse en tronos, y dictaminar leyes
muy duras. Como dijo el Papa Francisco, en su primera Eucaristía, si predicamos a un Cristo sin cruz,
nuestra prédica es la de una ONG y no de la Iglesia Cristiana. Muchas cosas podemos decir del momento
de la Pasión, pero una es la más importante: Jesús se entregó a sí mismo, para rescatarnos a nosotros. Y
nos dio ejemplo con su propio sacrificio.

Jesús en la Cruz exclama: Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado. Y lamentablemente muchos
predicadores que desconocen la Sagrada Escritura y las tradiciones del Pueblo de Israel, explican muy
mal este pasaje. La costumbre judía de aprenderse los salmos de memoria nos remite a este momento.
Cuando alguien quería recordar un Salmo, simplemente lo comenzaba a recitar para que todos lo
siguieran (como nos pasa cuando decimos en voz alta: “¡Recemos! Y comenzamos… Padre Nuestro… -
todos seguirán recitando la oración del Padrenuestro…). Jesús nunca se sintió abandonado del Padre,
eso es hasta una blasfemia. Jesús está comenzando a recitar el Salmo 22, que comienza justamente así:
“Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado…” pero este salmo (que también puede tener la otra
numeración entre paréntesis como 21), narra prácticamente toda la pasión, culmina diciendo que todos
los confines de la tierra se volverán hacia el Señor. Porque el Señor es Rey y gobierna a Todos. El salmo
22 comienza narrando la tristeza, que se transformará en la alegría permanente.

Pero no habrá acción del Señor, sin su cruz, donde Él Reina.

Reconstruimos el texto:

1. ¿Quién entregó a Jesús? ¿Qué le ofrecieron a cambio?
2. ¿En qué momento anunció Jesús que sería entregado?
3. ¿Qué dijo Jesús dando el Pan y dando el vino?
4. Presentaron a Jesús ante Pilato, ¿Cuál fue la pregunta que éste le hizo al Señor?
5. ¿Qué dijo la esposa de Pilato sobre Jesús?
6. Cuando Pilato se lavó las manos diciendo que era inocente ¿Qué respondió el pueblo?
7. ¿Cómo se llamaba el lugar donde crucificaron a Jesús y qué significa? 
8. ¿Qué le decían los sumos sacerdotes a Jesús crudificado?
9. ¿Qué gritó Jesús con voz potente? ¿Qué Salmo estaba recitando?

MEDITACION: ¿Qué me o nos dice el texto?

Para nuestra Meditación, recordamos que no existe un cristianismo light, un cristianismo sin cruz, un
cristianismo que sólo se quede en momentos sentimentales. Recordar el momento de la pasión y
muerte del Señor, es también la centralidad de nuestra fe. Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús,
conformarán la noticia esperada. Pero no podemos quitar nada a este anuncio para que sea completo y
para que sea salvífico.

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

1. ¿Con cuáles personajes me identifico más de esta narración y porqué?
2. ¿Soy consciente que Cristo sin su cruz, no tendría el sentido completo en mi vida?
3. ¿Qué significa abrazar la cruz de Cristo en mi propia vida?
4. ¿Acepto las ofensas y humillaciones que pueden sucederme?
5. ¿Me glorío de Cristo Crucificado?
6. ¿Me he sentido como dice el Salmo 22 como “abandonado por Dios? ¿Soy capaz de completar
este proceso de dificultad llegando al fin del salmo donde Cristo Reina?
7. ¿Cómo dejo a Cristo reinar en mi vida?

ORACION: ¿Qué le digo o decimos al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor, te
propongo que hoy usemos algunos párrafos del salmo 22 para orar:

22,2 : ¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has abandonado?,
¿por qué estás ajeno a mi grito,
al rugido de mis palabras?

22,3 : Dios mío, te llamo de día y no respondes,
de noche y no hallo descanso;
22,4 : aunque tú habitas en el santuario,
gloria de Israel.

22,5 : En ti confiaban nuestros padres,
confiaban y los ponías a salvo;
22,6 : a ti clamaban y quedaban libres,
en ti confiaban y no los defraudaste.
 
22,7 : Pero yo soy un gusano, no un hombre:
vergüenza de la humanidad, asco del pueblo;
22,8 : al verme se burlan de mí,
hacen muecas, menean la cabeza:
22,9 : Acudió al Señor, que lo ponga a salvo,
que lo libre si tanto lo ama.

22,10: Fuiste tú quien me sacó del vientre,
me confiaste a los pechos de mi madre;
22,11: desde el seno me encomendaron a ti
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
22,12: No te quedes lejos,
que el peligro se acerca y nadie me socorre.

22,13: Me acorrala un tropel de novillos,
toros de Basán me cercan;
22,14: abren contra mí sus fauces:
leones que descuartizan y rugen.

22,15: Me derramo como agua,
se me descoyuntan los huesos;
mi corazón, como cera,
se derrite en mi interior;

22,16: mi garganta está seca como una teja,
la lengua pegada al paladar.
¡Me hundes en el polvo de la muerte!

22,17: Unos perros me acorralan,
me cerca una banda de malvados.
Me inmovilizan las manos y los pies,

22,18: puedo contar todos mis huesos.
Ellos me miran triunfantes:
22,19: se reparten mis vestidos,
se sortean mi túnica.

22,20: Pero tú, Señor, no te quedes lejos,
Fuerza mía, ven pronto a socorrerme;

22,21: libra mi vida de la espada,
mi única vida, de las garras del mastín;

22,22: sálvame de las fauces del león,
defiéndeme de los cuernos del búfalo.
22,23: Contaré tu fama a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:

22,24: Fieles del Señor, alábenlo,
descendientes de Jacob, glorifíquenlo,
témanlo, descendientes de Israel,
 

22,25: porque no ha desdeñado ni despreciado
la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio, lo escuchó.

22,26: Te alabaré sin cesar en la gran asamblea:
cumpliré mis votos ante los fieles.

22,27: Comerán los pobres hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡No pierdan nunca el ánimo!

22,28: Lo recordarán y se volverán al Señor
todos los confines de la tierra,
se postrarán en su presencia
todas las familias de los pueblos;

22,29: porque el Señor es Rey, él gobierna a los pueblos.
22,30: Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
en su presencia se encorvarán los que bajan al polvo.

Mi vida la conservará.
22,31: Mi descendencia le servirá,
hablará de mi Dueño a la generación venidera
22,32: contará su justicia al pueblo por nacer:
Así actuó el Señor.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos el
texto?


Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?.
(versículo 46 )

Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.


 ACCION: ¿A qué me comprometo?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, volver a leer el texto bíblico, pensando en mi nueva manera de actuar. Y tomar una
decisión de cambio radical, especialmente ante las adversidades. Cómo demostrar mi cristianismo
sincero, con las personas que me hacen daño, que me hacen mal. Busca la manera de hacer una buena
acción especialmente con alguna de estas personas que en tu corazón no entra.

En el grupo. En el grupo puedes releer el texto y preparar a los demás miembros de la comunidad con
una cartelera que indique los verbos esenciales del texto, como entregar, o alguno que les parezca
oportuno. Pero nunca mejor momento de hacer una obra de caridad, visitando personas que necesitan
de nuestro tiempo, de nuestro amor y nuestro servicio real y concreto.

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