Bautizados en Misión
EN LA GRAN MISIÓN CONTINENTAL CON LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN
LECTIO DIVINA
Domingo de Ramos Ciclo A
PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 4-7
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 21, 8-9.17-18a.19-20.23.24
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 2, 6-11
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras
conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender
lo que el Padre quiere decirnos a través de
su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en
nosotros.
Amén
TEXTO BIBLICO: Mateo 26, 14-27; 27, 1-66
«Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?»
26,14: Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote,
se dirigió a los sumos sacerdotes 26,15: y
les propuso:
—¿Qué me dan si se
los entrego?
Ellos se pusieron de
acuerdo en treinta monedas de plata. 26,16: Desde aquel momento buscaba
una ocasión para entregarlo.
26,17: El primer día
de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
—¿Dónde quieres que
te preparemos la cena de Pascua?
26,18: Él les
contestó:
—Vayan a la ciudad,
a la casa de tal persona, y díganle: El maestro dice: mi hora está próxima; en
tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos.
26,19: Los
discípulos prepararon la cena de Pascua siguiendo las instrucciones de Jesús.
26,20: Al atardecer
se puso a la mesa con los Doce. 26,21: Mientras comían, les dijo:
—Les aseguro que uno
de ustedes me va a entregar.
26,22: Muy tristes,
empezaron a preguntarle uno por uno:
—¿Soy yo, Señor?
26,23: Él contestó:
—El que se ha
servido de la misma fuente que yo, ése me entregará. 26,24: El Hijo del Hombre
se
va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquél por quien
el Hijo del Hombre será entregado! Más le
valdría a ese hombre no haber nacido.
26,25: Le dijo
Judas, el traidor:
—¿Soy yo, maestro?
Le responde Jesús:
—Tú lo has dicho.
26,26: Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se
lo
dio a sus discípulos diciendo:
—Tomen y coman, esto
es mi cuerpo.
26,27: Tomando la
copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
—Beban todos de
ella,
27,1: A la mañana siguiente los sumos sacerdotes y los
ancianos del pueblo tuvieron una deliberación
para condenar a Jesús a muerte. 27,2: Lo ataron, lo
condujeron y lo entregaron a Pilato, el
gobernador.
27,3: Entonces
Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las
treinta
monedas a los sumos sacerdotes y ancianos, 27,4: diciendo:
—He pecado
entregando a un inocente a la muerte.
Le contestaron:
—Y a nosotros, ¿qué?
Eso es problema tuyo.
27,5: Arrojó el
dinero en el santuario, se fue y se ahorcó. 27,6: Los sumos sacerdotes,
recogiendo el
dinero, dijeron:
—No es lícito
echarlo en la alcancía, porque es precio de una vida.
27,7: Y, después de
deliberar, compraron el Campo del Alfarero para sepultura de
extranjeros. 27,8: Por eso aquel campo se llama hasta hoy,
Campo de Sangre.
27,9: Así se cumplió
lo que profetizó Jeremías:
Tomaron las treinta
monedas,
precio del que fue
tasado,
del que tasaron los
israelitas,
27,10: y con ello
pagaron
el campo del
alfarero;
según las
instrucciones del Señor.
27,11: Jesús fue
llevado ante el gobernador, el cual lo interrogó:
—¿Eres tú el rey de
los judíos?
Contestó Jesús:
—Tú lo has dicho.
27,12: Pero, cuando
lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no respondía nada.
27,13: Entonces le
dice Pilato:
—¿No oyes de cuántas
cosas te acusan?
27,14: Pero no
respondió una palabra, con gran admiración del gobernador.
27,15: Por la Pascua
acostumbraba el gobernador soltar a un prisionero, el que la gente
quisiera. 27,16: Tenía entonces un preso famoso llamado
[Jesús] Barrabás. 27,17: Cuando estaban
reunidos, les preguntó Pilato:
—¿A quién quieren
que les suelte? ¿A [Jesús] Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?27,18: Ya que
le constaba que lo habían entregado por envidia.
27,19: Estando él
sentado en el tribunal, su mujer le envió un recado: No te metas con ese
inocente,
que esta noche en sueños he sufrido mucho por su causa.
27,20: Mientras
tanto los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud para que
pidieran la libertad de Barrabás y la condena de Jesús.
27,21: El gobernador
tomó la palabra:
—¿A cuál de los dos
quieren que les suelte?
Contestaron: —A
Barrabás.
27,22: Responde
Pilato:
—¿Y qué hago con
Jesús, llamado el Mesías?
Contestan
todos:
—Crucifícalo.
27,23: Él les dijo:
—Pero, ¿qué mal ha
hecho?
Pero ellos seguían
gritando:
—Crucifícalo.
27,24: Viendo Pilato
que no conseguía nada, al contrario, que se estaban amotinando, pidió agua y
se lavó las manos ante la gente diciendo:
—No soy responsable
de la muerte de este inocente. Es cosa de ustedes.
27,25: El pueblo
respondió:
—Que su sangre caiga
sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
27,26: Entonces les
soltó a Barrabás, y a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo
crucificaran.
27,27: Entonces los
soldados del gobernador condujeron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a
él
a toda la guardia. 27,28: Lo desnudaron, lo envolvieron en
un manto escarlata, 27,29: trenzaron una
corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y
pusieron una caña en su mano derecha. Después,
burlándose, se arrodillaban ante él y decían:
—¡Salud, rey de los
judíos!
27,30: Le escupían,
le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza.27,31: Terminada la
burla, le quitaron el manto y lo vistieron con su ropa.
Después lo sacaron para crucificarlo.
27,32: A la salida
encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a cargar con la
cruz. 27,33: Llegaron a un lugar llamado Gólgota, es decir,
Lugar de la Calavera,27,34: y le dieron a
beber vino mezclado con hiel. Él lo probó, pero no quiso
beberlo.27,35: Después de crucificarlo, se
repartieron a suertes su ropa 27,36: y se sentaron allí
custodiándolo.
27,37: Encima de la
cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Éste es Jesús, rey de
los
judíos. 27,38: Con él estaban crucificados dos asaltantes,
uno a la derecha y otro a la izquierda.
27,39: Los que
pasaban lo insultaban moviendo la cabeza 27,40: y diciendo:
—El que derriba el
santuario y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que
baje
de la cruz.
27,41: A su vez, los
sumos sacerdotes con los letrados y los ancianos se burlaban diciendo:
27,42: —Salvó a
otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de
la cruz
y creeremos en él. 27,43: Ha confiado en Dios: que lo libre
si es que lo ama. Pues ha dicho que es
Hijo de Dios.
27,44: También los
asaltantes crucificados con él lo insultaban.
27,45: A partir de
mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde.
27,46: A media tarde
Jesús gritó con voz potente:
—Elí, Elí, lema
sabactani, o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
27,47: Algunos de
los presentes, al oírlo, comentaban:
—Está llamando a
Elías.
27,48: Enseguida uno
de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio
a beber.
27,49: Los demás
dijeron:
—Espera, a ver si
viene Elías a salvarlo.
27,50: Jesús,
lanzando un nuevo grito, entregó su espíritu.
27,51: El velo del
templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se
partieron, 27,52: los sepulcros se abrieron y muchos
cadáveres de santos resucitaron. Y, cuando él
resucitó, 27,53: salieron de los sepulcros y se aparecieron
a muchos en la Ciudad Santa.
27,54: Al ver el
terremoto y lo que sucedía, el centurión y la tropa que custodiaban a Jesús
decían
muy espantados:
—Realmente éste era
Hijo de Dios.
27,55: Estaban allí
mirando a distancia muchas mujeres que habían acompañado y servido a Jesús
desde Galilea. 27,56: Entre ellas estaban María Magdalena,
María, madre de Santiago y José, y la
madre de los Zebedeos.
27,57: Al atardecer
llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido
discípulo
de Jesús. 27,58: Se presentó ante Pilato y le pidió el
cadáver de Jesús.
Pilato mandó que se
lo entregaran. 27,59: José lo tomó, lo envolvió en una sábana de lino
limpia, 27,60: y lo depositó en un sepulcro nuevo que se
había excavado en la roca; después hizo
rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y se fue.
27,61: Estaban allí
María Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro.
27,62: Al día
siguiente, el que sigue a la vigilia, se reunieron los sumos sacerdotes con los
fariseos y
fueron a Pilato 27,63: a decirle:
—Señor, recordamos
que aquel impostor dijo cuando aún vivía que resucitaría al tercer
día. 27,64: Manda que aseguren el sepulcro hasta el tercer
día, no vayan a ir sus discípulos a robar el
cadáver, para decir al pueblo que ha resucitado de entre
los muertos. Este engaño sería peor que el
primero.
27,65: Les respondió
Pilato:
—Ahí tienen una
guardia: vayan y asegúrenlo como saben.
27,66: Ellos
aseguraron el sepulcro poniendo sellos en la piedra y colocando la guardia.
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto.
Durante el Domingo de Ramos, la Iglesia nos presenta los
textos de la Pasión del Señor. Luego de esta
entrada solemne en Jerusalén, continuando los textos
bíblicos, vemos que Jesús entró para dar su vida
en rescate por la nuestra. Tomaremos sólo algunas de las
ideas centrales.
En la primera parte que está en el Capítulo 26, vemos la
traición de Judas. Aquí un dato interesante es
que en el texto el verbo “entregar” está cinco veces
expuesta, pero en dos contextos diferentes.
Por un lado vemos a Judas, “entregando” al Señor en manos
de sus verdugos. Pero por otro lado, vemos
a Jesús que se “entrega” a sí mismo, para cumplir la
voluntad del Padre.
Judas recibió una suma irrisoria, que eran treinta monedas
de plata, que era la compensación que se
daba cuando una persona mataba al esclavo de otra.
Es en la cena pascual, donde Jesús anuncia que uno lo va a
“entregar” y todos preguntan “Señor, seré
yo?” salvo Judas, que en vez de decirle Señor se dirige a
él y le dice “seré yo Maestro”. Pués, Judas, ya
no reconoce a Jesús como el Señor. Así lo dice el texto.
Judas luego se ahorcó, pues si bien su traición fue
gravísima, también lo fueron las negaciones de Pedro.
Pero Pedro pudo arrepentirse y fue perdonado, Judas no
creyó en el perdón, él se juzgó a sí mismo y
prefirió pagar orgullosamente su pecado. Fue incapaz de
dejarse amar por Dios.
Mateo narra con detalle el injusto momento de acusación a
Jesús. Pilato finalmente se lava las manos y
lo entrega para que lo crucifiquen. Otra vez está el verbo
entregar… y lo llevan al lugar llamado Gólgota
(que significa de la Calavera). En ese pequeño cerro, en
las afueras de Jerusalén, la tradición judía tenía
un pequeño lugar, en el que veneraban la tumba de Adán, o
su cráneo. Adán, es la representación de
toda la humanidad, y su pecado, es el pecado de todo el
género humano. No significa que fuera la
tumba real, sino la representación memorial, en aquel
lugar, del destino de la humanidad caída.
Representaba a todos los que en Adán han muerto y morirán.
Justo arriba, estaba la cruz de Jesús. En el
credo recitamos que Jesús descendió a los infiernos. Esto
significa a las profundidades, ¿A dónde fue
Jesús? Justamente abajo, a la tumba que representaba toda
la humanidad en la que la muerte había
triunfado antes, para redimirla.
Pasando al momento de la crucifixión de Jesús, tan
conocida, tomemos esta idea fundamental: Cristo
reina desde el trono de su cruz. La sentencia de muerte era
esa: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Jesús
vino a reinar, pero no como los reyes poderosos que
vinieron a sentarse en tronos, y dictaminar leyes
muy duras. Como dijo el Papa Francisco, en su primera
Eucaristía, si predicamos a un Cristo sin cruz,
nuestra prédica es la de una ONG y no de la Iglesia
Cristiana. Muchas cosas podemos decir del momento
de la Pasión, pero una es la más importante: Jesús se
entregó a sí mismo, para rescatarnos a nosotros. Y
nos dio ejemplo con su propio sacrificio.
Jesús en la Cruz exclama: Dios mío, Dios mío, porqué me has
abandonado. Y lamentablemente muchos
predicadores que desconocen la Sagrada Escritura y las
tradiciones del Pueblo de Israel, explican muy
mal este pasaje. La costumbre judía de aprenderse los
salmos de memoria nos remite a este momento.
Cuando alguien quería recordar un Salmo, simplemente lo
comenzaba a recitar para que todos lo
siguieran (como nos pasa cuando decimos en voz alta:
“¡Recemos! Y comenzamos… Padre Nuestro… -
todos seguirán recitando la oración del Padrenuestro…).
Jesús nunca se sintió abandonado del Padre,
eso es hasta una blasfemia. Jesús está comenzando a recitar
el Salmo 22, que comienza justamente así:
“Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado…” pero este
salmo (que también puede tener la otra
numeración entre paréntesis como 21), narra prácticamente
toda la pasión, culmina diciendo que todos
los confines de la tierra se volverán hacia el Señor.
Porque el Señor es Rey y gobierna a Todos. El salmo
22 comienza narrando la tristeza, que se transformará en la
alegría permanente.
Pero no habrá acción del Señor, sin su cruz, donde Él
Reina.
Reconstruimos el texto:
1. ¿Quién entregó a Jesús? ¿Qué le ofrecieron a cambio?
2. ¿En qué momento anunció Jesús que sería entregado?
3. ¿Qué dijo Jesús dando el Pan y dando el vino?
4. Presentaron a Jesús ante Pilato, ¿Cuál fue la pregunta
que éste le hizo al Señor?
5. ¿Qué dijo la esposa de Pilato sobre Jesús?
6. Cuando Pilato se lavó las manos diciendo que era
inocente ¿Qué respondió el pueblo?
7. ¿Cómo se llamaba el lugar donde crucificaron a Jesús y
qué significa?
8. ¿Qué le decían los sumos sacerdotes a Jesús crudificado?
9. ¿Qué gritó Jesús con voz potente? ¿Qué Salmo estaba
recitando?
MEDITACION: ¿Qué me o nos dice el texto?
Para nuestra Meditación, recordamos que no existe un
cristianismo light, un cristianismo sin cruz, un
cristianismo que sólo se quede en momentos sentimentales.
Recordar el momento de la pasión y
muerte del Señor, es también la centralidad de nuestra fe.
Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús,
conformarán la noticia esperada. Pero no podemos quitar
nada a este anuncio para que sea completo y
para que sea salvífico.
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta
Palabra de Salvación:
1. ¿Con cuáles personajes me identifico más de esta
narración y porqué?
2. ¿Soy consciente que Cristo sin su cruz, no tendría el
sentido completo en mi vida?
3. ¿Qué significa abrazar la cruz de Cristo en mi propia
vida?
4. ¿Acepto las ofensas y humillaciones que pueden
sucederme?
5. ¿Me glorío de Cristo Crucificado?
6. ¿Me he sentido como dice el Salmo 22 como “abandonado
por Dios? ¿Soy capaz de completar
este proceso de dificultad llegando al fin del salmo donde
Cristo Reina?
7. ¿Cómo dejo a Cristo reinar en mi vida?
ORACION: ¿Qué le digo o decimos al Señor?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.
Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor, te
propongo que hoy usemos algunos párrafos del salmo 22 para
orar:
22,2 : ¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has abandonado?,
¿por qué estás ajeno a mi grito,
al rugido de mis palabras?
22,3 : Dios mío, te llamo de día y no respondes,
de noche y no hallo descanso;
22,4 : aunque tú habitas en el santuario,
gloria de Israel.
22,5 : En ti confiaban nuestros padres,
confiaban y los ponías a salvo;
22,6 : a ti clamaban y quedaban libres,
en ti confiaban y no los defraudaste.
22,7 : Pero yo soy un gusano, no un hombre:
vergüenza de la humanidad, asco del pueblo;
22,8 : al verme se burlan de mí,
hacen muecas, menean la cabeza:
22,9 : Acudió al Señor, que lo ponga a salvo,
que lo libre si tanto lo ama.
22,10: Fuiste tú quien me sacó del vientre,
me confiaste a los pechos de mi madre;
22,11: desde el seno me encomendaron a ti
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
22,12: No te quedes lejos,
que el peligro se acerca y nadie me socorre.
22,13: Me acorrala un tropel de novillos,
toros de Basán me cercan;
22,14: abren contra mí sus fauces:
leones que descuartizan y rugen.
22,15: Me derramo como agua,
se me descoyuntan los huesos;
mi corazón, como cera,
se derrite en mi interior;
22,16: mi garganta está seca como una teja,
la lengua pegada al paladar.
¡Me hundes en el polvo de la muerte!
22,17: Unos perros me acorralan,
me cerca una banda de malvados.
Me inmovilizan las manos y los pies,
22,18: puedo contar todos mis huesos.
Ellos me miran triunfantes:
22,19: se reparten mis vestidos,
se sortean mi túnica.
22,20: Pero tú, Señor, no te quedes lejos,
Fuerza mía, ven pronto a socorrerme;
22,21: libra mi vida de la espada,
mi única vida, de las garras del mastín;
22,22: sálvame de las fauces del león,
defiéndeme de los cuernos del búfalo.
22,23: Contaré tu fama a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
22,24: Fieles del Señor, alábenlo,
descendientes de Jacob, glorifíquenlo,
témanlo, descendientes de Israel,
22,25: porque no ha desdeñado ni despreciado
la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio, lo escuchó.
22,26: Te alabaré sin cesar en la gran asamblea:
cumpliré mis votos ante los fieles.
22,27: Comerán los pobres hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡No pierdan nunca el ánimo!
22,28: Lo recordarán y se volverán al Señor
todos los confines de la tierra,
se postrarán en su presencia
todas las familias de los pueblos;
22,29: porque el Señor es Rey, él gobierna a los pueblos.
22,30: Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
en su presencia se encorvarán los que bajan al polvo.
Mi vida la conservará.
22,31: Mi descendencia le servirá,
hablará de mi Dueño a la generación venidera
22,32: contará su justicia al pueblo por nacer:
Así actuó el Señor.
CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos el
texto?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias
veces este versículo del Evangelio para
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?.
(versículo 46 )
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y
agradeciendo a Jesús que venga.
ACCION: ¿A qué me comprometo?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio,
entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, volver a leer el texto bíblico, pensando en
mi nueva manera de actuar. Y tomar una
decisión de cambio radical, especialmente ante las
adversidades. Cómo demostrar mi cristianismo
sincero, con las personas que me hacen daño, que me hacen
mal. Busca la manera de hacer una buena
acción especialmente con alguna de estas personas que en tu
corazón no entra.
En el grupo. En el grupo puedes releer el texto y preparar
a los demás miembros de la comunidad con
una cartelera que indique los verbos esenciales del texto,
como entregar, o alguno que les parezca
oportuno. Pero nunca mejor momento de hacer una obra de
caridad, visitando personas que necesitan
de
nuestro tiempo, de nuestro amor y nuestro servicio real y concreto.
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