“La viña del Señor, es la casa de Israel.
Mateo 21,33-43
Escuchen otra parábola:
« 33 El dueño de
una finca plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el
vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos
labradores y se fue de viaje. 34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó unos
criados a pedir a los labradores la parte que le correspondía. 35 Pero los
labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y
apedrearon a otro. 36 El dueño volvió a mandar más criados que al principio;
pero los labradores los trataron a todos de la misma manera.
37Por fin mandó a su propio hijo, pensando: “Sin duda, respetarán a mi
hijo.”
38 Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron
unos a otros:
“Éste es el que ha de recibir
la herencia; matémoslo y nos quedaremos con su propiedad.”
39 Así que lo agarraron, lo sacaron del viñedo y lo mataron.»
40Y ahora, cuando venga el dueño del viñedo, ¿qué creen ustedes que hará
con esos labradores? 41Le contestaron:
Matará sin compasión a esos
malvados, y alquilará el viñedo a otros labradores que le entreguen a su debido
tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
42Jesús entonces les dijo:
¿Nunca han leído ustedes las
Escrituras? Dicen:
“La piedra que los
constructores despreciaron
Se ha convertido en la piedra
principal.
Esto lo hizo el Señor, estamos
maravillados.”
43 Por eso les digo que a ustedes se les quitará el
reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha.
LECTURA: QUE
DICE EL SEÑOR ATRAVES
DEL TEXTO
Algunas
preguntas para una lectura atenta:
¿A quiénes alquiló el dueño de
la finca su terreno? ¿Qué hizo el dueño cuando llegó el tiempo de la cosecha?
¿Cómo trataron los labradores a los enviados por el dueño? ¿Con qué fin le
hicieron daño al hijo del dueño? Al preguntar Jesús, “¿Qué creen ustedes que
hará con esos labradores?” Qué contestaron? ¿Qué dicen las Escrituras respecto
a “la Piedra que los constructores despreciaron”? ¿A qué tipo de pueblo se le
dará el reino de los cielos?
Algunas pistas para comprender el texto
En el evangelio de hoy Jesús
continúa hablando con los jefes de los sacerdotes y los ancianos a los que había
dirigido la parábola de los dos hijos el domingo pasado (21,28-32).
El texto está formado por una
parábola sobre el trato que reciben los enviados del dueño de su viña cuando
van a recoger sus frutos (vv. 33-40) y culmina con una pregunta de Jesús (v. 40)
que los oyentes responden (v. 41) y que Jesús les aplica a ellos mismos con una
cita de la Escritura y una explicación (vv. 42-43).
La imagen de la viña era común
para representar al pueblo de Israel (ver Is 5,1-7). La descripción inicial con
el cuidadoso trabajo del dueño, que planta la viña, levanta un cerco, construye
un lugar para hacer el vino, y edifica una torre, muestra el esmero con el que
Dios trata a su pueblo.
La parábola, con el repetido
rechazo de los enviados del dueño y finalmente con el asesinato del hijo, tiene
un mensaje tan claro, que los destinatarios lo advierten rápidamente: “Los
jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oír las parábolas que Jesús contaba,
se dieron cuenta de que hablaba de ellos” (v. 45), y Jesús les aplica a ellos
la cita del Sal 118,22 “La piedra que los constructores despreciaron se ha
convertido en la piedra principal. Esto lo hizo el Señor, y estamos
maravillados.”
Por una parte, Jesús se
identifica con la piedra “despreciada”, realidad que se va a ver particularmente
en su pasión y muerte, pero no deja de vislumbrar también la obra del Señor a
través de ese “desprecio”. Por eso, la primitiva comunidad va a utilizar este
salmo refiriéndolo también a la resurrección de Jesús, porque esa piedra
rechazada “se ha convertido en piedra principal”, como lo dice Pedro en su
discurso ante “los jefes de los judíos, los ancianos y los maestros de la ley”
(Hch 4,8-11). Es interesante que los destinatarios tanto de la parábola del
evangelio como los del discurso de Pedro en el libro de los Hechos son los
mismos: “los jefes y los ancianos”. Al escuchar esta misma referencia, ¿habrán
recordado las palabras del Señor?
Jesús que ha venido para “las
ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mateo 15,24) va viendo cómo el pueblo, y
sobre todo sus autoridades, los jefes de los sacerdotes y los ancianos lo van
rechazando, y por eso se les quita a ellos “Por eso les digo que a ustedes se
les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida
cosecha.” (v.43).
Somos nosotros la Iglesia a la
que el Señor hace referencia con este “pueblo que produzca la debida cosecha” y
a la que el Padre sigue enviando sus criados, (tantos profetas actuales) para
percibir sus frutos, lo que nos lleva a preguntarnos, y a revisar nuestras
vidas y la de nuestras comunidades para ver si estamos dando el fruto que el
Señor espera de nosotros.
MEDITACION: QUE MEDICE EL SEÑOR EN EL TEXTO
“Él es «la piedra que desecharon
los constructores», (cf. Mt 21, 42), porque lo consideraron enemigo de la ley y
peligroso para el orden público… De esta verdad habla la parábola de los
viñadores infieles, a los que un hombre confió su viña para que la cultivaran y
recogieran los frutos. El propietario de la viña representa a Dios mismo,
mientras que la viña simboliza a su pueblo, así como la vida que él nos da para
que, con su gracia y nuestro compromiso, hagamos el bien. San Agustín comenta
que «Dios nos cultiva como un campo para hacernos mejores» (Sermón 87, 1, 2: PL
38, 531). Dios tiene un proyecto para sus amigos, pero por desgracia la
respuesta del hombre a menudo se orienta a la infidelidad, que se traduce en
rechazo. El orgullo y el egoísmo impiden reconocer y acoger incluso el don más
valioso de Dios: su Hijo unigénito. En efecto, cuando «les mandó a su hijo
—escribe el evangelista Mateo— [los labradores] agarrándolo, lo sacaron fuera
de la viña y lo mataron» (Mt 21, 37.39). Dios se pone en nuestras manos, acepta
hacerse misterio insondable de debilidad y manifiesta su omnipotencia en la
fidelidad a un designio de amor, que al final prevé también el justo castigo
para los malvados (cf. Mt 21, 41).
Firmemente anclados en la fe en
la piedra angular que es Cristo, permanezcamos en él como el sarmiento que no
puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid. Solamente en él, por él
y con él se edifica la Iglesia, pueblo de la nueva Alianza.”2
Ahora preguntémonos:
¿Reconozco a Jesucristo, como el enviado del Padre?¿En
alguna ocasión me ha dado vergüenza reconocerme como cristiano católico? ¿Me he
arrepentido de ello y me he confesado? ¿Me considero parte del pueblo que
produce la debida cosecha? ¿Cuál es esa “debida cosecha”?
ORACION:
Señor Jesucristo, mi
misericordia y mi salvación,
te alabo y te doy gracias.
Eres la esperanza de mi
corazón, la fuerza de mi alma,
el auxilio de mi debilidad.
Que tu bondad poderosa complete
todo
lo que mi tibieza
y mis limitaciones no pueden
hacer.
Mi vida, el fin de mi destino, es
amarte.
¡Oh, dulce Señor!, cambia mi
tibieza contigo en un ferviente amor; sé mi apoyo.
Tengo hambre y sed de Ti; yo te
deseo, yo suspiro por Ti, yo anhelo ardientemente por Ti.
Me acuerdo de Ti, y espero tu
llegada como mi único consuelo,
y ardo en deseos de contemplar la gloria de tu rostro.
CONTEMPLACION:
Señor, permite que tus
enseñanzas produzcan en mí la cosecha apropiada
para participar del reino de los cielos.
ACCION:
Hablaré con algunos compañeros acerca del mensaje del evangelio, y les
invitaré a no desechar a Jesús de sus vidas, contándoles las experiencias más
valiosas en mi camino de Dios.
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