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La Lectio Divina Dominical Domingo 14 de Septiembre de 2014 Domingo XXIV del Tiempo Ordinario -

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TEXTO BIBLICO Mateo 18, 21 - 35 Dale click en la imagen

viernes, 6 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Domingo II de Adviento Ciclo A



TEXTO BIBLICO: Mateo 3, 1-12
         «Estén en vela para estar preparados» 



3,1: En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea, 
3,2: proclamando: 
 —Arrepiéntanse, que está cerca el reino de los cielos. 
 3,3: Éste es a quien había anunciado el profeta Isaías, diciendo: 
 —Una voz grita en el desierto: 
 Preparen el camino al Señor, 
 enderecen sus senderos. 

 3,4: Juan llevaba un manto hecho de pelo de camello, con un cinturón de cuero en la 
cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 
 3,5: Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de la región del Jordán, 3,6: y se hacían 
bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 
 3,7: Al ver que muchos fariseos y saduceos acudían a que los bautizara les dijo: 
 —¡Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a escapar de la condena que llega? 
3,8: Muestren frutos de un sincero arrepentimiento 3,9: y no piensen que basta con decir: 
Nuestro padre es Abrahán; pues yo les digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos  

para Abrahán. 3,10: El hacha ya está apoyada en la raíz del árbol: árbol que no produzca 
frutos buenos será cortado y arrojado al fuego. 
 3,11: Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno 
con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con 
Espíritu Santo y fuego. 
 3,12: Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha: reunirá el trigo en el granero, y 

quemará la paja en un fuego que no se apaga. 


LECTURA: ¿Qué dice el texto? 
Estudio bíblico del texto. 
 
La Iglesia nos sigue presentando en el inicio del año litúrgico, en el Adviento de preparación a la llegada 
del Señor, textos que nos van adentrando en el espíritu de la Espera y de la Esperanza. 
 
Mateo nos habla de Juan, a quien llama “el bautista”, y es el profeta que esperaban para preceder al 
Mesías (ver 2 Reyes 1, 8 ss y Zacarías 13,4). Juan lleva una vida muy austera, porque su bien supremo es 
el encuentro con Dios. Su vida ya es gran parte de su prédica. Porque él con toda autoridad proclama y 
vive. El encuentro de todos los peregrinos que venían a recibir el bautismo, hacía que confesaran sus 
pecados y el arrepentimiento de los mismos para volver a Dios. 
 
El primer párrafo se refiere al arrepentimiento. Es decir, hacer un verdadero acto de conciencia sobre las 
cosas que en el Pueblo de Israel, se han apartado de la Ley de Dios, porque llega el Señor, el Dios de 
Israel, y en su llegada debe encontrar al Pueblo viviendo en las promesas que ambos se han hecho. “Yo 
seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. Y si se habían torcido los senderos hay que enderezarlos. Hay que 
volver a vivir de acuerdo a la ley de Dios. 
 
El bautismo de Juan prepara para el encuentro con Jesús, el Señor, el Cristo. Éste encuentro es un 
acontecimiento final y definitivo para una vida nueva. Pero Juan aclara que es necesaria la conversión, el 
arrepentimiento, y critica a los fariseos y saduceos (dos importantes ramas del judaísmo recalcitrante) 
porque van al bautismo como un rito externo, cuando él dice que lo más importante es la conversión del 
corazón. El arrepentimiento y una vida nueva, producirá frutos. Ya llega, dice Juan, el que tiene el hacha 
en la mano, y quien no tenga frutos para mostrar, será cortado como el árbol del que se esperan frutos. 
 
Juan dice que él no es digno ni siquiera de desatar la correa de sus sandalias. En la antigüedad, ésta era 
una actividad reservada sólo para los esclavos no judíos. Es algo que implica una gran distancia entre el 
amo judío y el esclavo que ni siquiera estaba en el pueblo de la salvación. Con esto Juan quiere decirnos  
 
que quien viene (es decir Jesús) es tan importante, y también tan distante. Como la distancia que hay 
entre un Señor y un esclavo. Y él ni siquiera merecería este puesto. 
 
Y el que viene después de Juan, o sea Jesús, el Cristo, Él es el único esperado para redimir a la 
humanidad. Y Él tiene la autoridad de bautizar con el Espíritu Santo y con Fuego. (Recuerden que el 
Fuego en la Biblia también se usa para purificar). 
 
La preparación para recibir a Jesús, el Cristo implica entonces una conversión y una disposición, pues 
como aclara Juan el Bautista, quien no acepte al Señor será separado como el trigo se separa de la paja 
para que ésta sea quemada. 
 
Reconstruimos el texto: 
 
1. ¿Cómo comienza el pasaje leído? ¿Quién es el personaje que aparece en el desierto de 
Judea y qué dice? 
2. ¿Qué profeta había anunciado la presencia del precursor? 
3. ¿Cómo vivía Juan? ¿Cuál era su actividad principal? 
4. ¿Quiénes iban a verlo? ¿Qué es lo que Juan les decía a los fariseos y saduceos? 
5. Juan bautiza con agua ¿Cómo bautizará el que viene luego de él? 
6. ¿Cómo se sintetiza la predicación de Juan? 

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación: 
 
1. Estamos en un momento de espera del Señor ¿en verdad yo estoy en esta tensión 
dinámica preparándome para recibir a Jesús? 
2. ¿Qué significaría en mi vida arrepentirse? ¿De qué cosas debo arrepentirme? ¿Y 
enderezar mi sendero? ¿De qué se trata esto en mi propia vida? 
3. ¿Es mi vida un modelo de sencillez evangélica? ¿habrá en mi vida algo que estorbe 
para decir que sí vivo el Evangelio? ¿las cosas que yo tengo las pongo al Servicio del 
Señor? ¿Habrá alguien que en mi vida se escandalice porque estoy viviendo lejos del 
Evangelio? 
4. Cuando me acerco a la vida de la Iglesia ¿Creo que sólo son ritos externos, pero no 
me cambio desde adentro? ¿Soy capaz de verme con la mirada de Jesús? ¿Cuáles 
cosas creo que el Señor me pediría que cambie para ser su discípulo? 
5. ¿Doy frutos de cristianismo? ¿Realmente mi vida es una forma de conversión para los 
demás? ¿Cuáles son las cosas buenas que hago que podría multiplicar? ¿Cuáles son 
las cosas buenas que no hago y que siento que el Señor me llama para hacerlas?  

6. ¿Estoy convencido que debo prepararme para su venida? ¿Cómo será este encuentro 
con el Señor? 

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. 
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
 
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. 
Gracias por recordarme que tú volverás. Quiero esperarte. Quiero tener una actitud de espera. 
Señor, a través de tu Palabra, descubro que también yo puedo ser un fariseo o un saduceo, que se 
sentían los religiosos del momento, porque cumplían con ritos externos. Dame valor para cambiar lo 
que tengo que cambiar. 
 
Oremos con el salmo 71 preparándonos a la celebración de la Eucaristía del próximo Domingo 
 
71,1: A ti, Señor, me acojo nunca quede defraudado. 
71,2: Por tu justicia, líbrame y rescátame, tiende tu oído hacia mí y sálvame. 
71,3: Sé mi roca de refugio, siempre accesible, la que prometiste para liberarme, pues mi peña y mi alcázar 
eres tú. 
71,4: Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y opresor. 
71,5: Tú eres mi esperanza, Señor mío, y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 
71,6: Desde el seno materno me apoyaba en ti, desde la entrañas de mi madre me sostenías. ¡A ti la 
alabanza continua! 
71,7: Eres un prodigio para muchos, pues tú eres mi refugio fortificado. 
71,8: Llena está mi boca de tu alabanza, de tu elogio todo el día. 
71,9: No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones, cuando decaen mis fuerzas, 
71,10: porque mis enemigos hablan de mí, quienes me espían dictaminan: 
71,11: Dios lo ha abandonado, persíganlo, aprésenlo, que no hay quien lo libre. 
71,12: Oh Dios, no te quedes lejos, Dios mío, apresúrate a socorrerme. 
71,13: Sean confundidos y humillados los que atentan contra mi vida; cúbranse de humillación y de 
vergüenza los que buscan mi daño. 
71,14: Yo en cambio esperaré siempre, reiterando tus alabanzas. 
71,15: Mi boca anunciará tu justicia y tu salvación todo el día, aunque no sepa contarla. 
71,16: Entraré en tu fortaleza, Señor mío, recordaré tu justicia, Señor, sólo tuya. 
71,17: Me instruiste, Dios mío, desde mi juventud y hasta hoy he anunciado tus maravillas.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para 
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. 
 
Muestren frutos de un sincero arrepentimiento . (versículo 3,8) 
 
Y de esta forma nos ponemos en contemplación 

ACCION: ¿A qué me comprometo? 

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. 
 
Si estoy solo, volver sobre este texto, buscando lo que el Señor me está diciendo, demandando. Él 
quiere entrar en contacto más personal conmigo. Profundizo en mi oración y cercanía con Él. Pero como 
signo exterior, voy a realizar alguna acción humilde. Por ejemplo ayudar en la limpieza a alguna persona 
anciana o pobre que necesite ayuda, visitar a algún enfermo y llevarle consuelo y cariño, o alguna obra 
de caridad, que manifieste mi actitud de espera en el Señor. 
 
En el grupo proponerse una actividad que nos ayude a demostrar que estamos a la espera del Señor. Si 
bien, un cambio personal es necesario, es bueno revisar la vida del grupo y proponerse actividades de 
servicio del Evangelio. Es tiempo propicio para una actividad externa que manifieste a Jesús que llega. 
Puede ser organizar una pastorela, una oración comunitaria, tal vez si puedes apoyar en la parroquia 
alguna actividad que apoye el sacramento de la reconciliación y un acto penitencial, sería muy oportuno. 




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