Domingo III de Cuaresma Ciclo A
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de
su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BIBLICO: Juan 4, 5-42
«El agua que yo daré brotará en él como un manantial de vida eterna»
4,5: Llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo
José. 4,6: Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó tranquilamente
junto al pozo. Era mediodía. 4,7: Una mujer de Samaría llegó a sacar agua.
Jesús le dice:
—Dame de beber. 4,8: Los discípulos habían ido al pueblo a comprar comida.
4,9: Le responde la samaritana:
—¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Los judíos no se tratan
con los samaritanos.
4,10: Jesús le contestó:
—Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría
agua viva.
4,11: Le dice [la mujer]:
—Señor, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es profundo, ¿dónde vas a conseguir agua
viva? 4,12: ¿Eres, acaso, más poderoso que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que
bebían él, sus hijos y sus rebaños?
4,13: Le contestó Jesús:
—El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; 4,14: quien beba del agua que yo le daré no tendrá
sed jamás, porque el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna.
4,15: Le dice la mujer:
—Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed y no tenga que venir acá a sacarla.
4,16: Le dice:
—Ve, llama a tu marido y vuelve acá.
4,17: Le contestó la mujer:
—No tengo marido. Le dice Jesús:
—Tienes razón al decir que no tienes marido; 4,18: porque has tenido cinco hombres, y el que
tienes ahora tampoco es tu marido. En eso has dicho la verdad.
4,19: Le dice la mujer:
—Señor, veo que eres profeta. 4,20: Nuestros padres daban culto en este monte; ustedes en
cambio dicen que es en Jerusalén donde hay que dar culto.
4,21: Le dice Jesús:
—Créeme, mujer, llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén se dará culto al
Padre. 4,22: Ustedes dan culto a lo que no conocen, nosotros damos culto a lo que conocemos;
porque la salvación procede de los judíos. 4,23: Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los que dan
culto auténtico adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque esos son los adoradores que busca
el Padre. 4,24: Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.
4,25: Le dice la mujer:
—Sé que vendrá el Mesías —es decir, Cristo—. Cuando él venga, nos lo explicará todo.
4,26: Jesús le dice:
—Yo soy, el que habla contigo.
4,27: En esto llegaron sus discípulos y se maravillaron de verlo hablar con una mujer. Pero ninguno
le preguntó qué buscaba o por qué hablaba con ella.
4,28: La mujer dejó el cántaro, se fue al pueblo y dijo a los vecinos:
4,29: —Vengan a ver un hombre que me ha contado todo lo que yo hice: ¿no será el Mesías?
4,30: Ellos salieron del pueblo y acudieron a él. 4,31: Entretanto los discípulos le rogaban:
—Come Maestro.
4,32: Él les dijo:
—Yo tengo un alimento que ustedes no conocen.
4,33: Los discípulos comentaban:
—¿Le habrá traído alguien de comer?
4,34: Jesús les dice:
—Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y concluir su obra. 4,35: ¿No dicen ustedes que
faltan cuatro meses para la cosecha? Pero yo les digo: levanten los ojos y observen los campos que ya
están madurando para la cosecha. 4,36: El segador ya está recibiendo su salario y cosechando fruto
para la vida eterna; así lo celebran sembrador y segador. 4,37: De ese modo se cumple el refrán: uno
siembra y otro cosecha. 4,38: Yo los he enviado a cosechar donde no han trabajado. Otros han
trabajado y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos.
4,39: En aquel pueblo muchos creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: Me ha
dicho todo lo que hice. 4,40: Los samaritanos acudieron a él y le rogaban que se quedara con ellos. Se
quedó allí dos días, 4,41: y muchos más creyeron en él, a causa de su palabra; 4,42: y le decían a la
mujer:
—Ya no creemos por lo que nos has contado, porque nosotros mismos lo hemos escuchado y
sabemos que éste es realmente el salvador del mundo.
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio bíblico del texto.
Este conocido pasaje del diálogo entre Jesús y la samaritana, tiene como todos los textos de Juan,
mucha reflexión y mucho contenido. La Iglesia nos propone en esta Cuaresma tomarlo para prepararnos
sinceramente de forma integral para celebrar la Pascua. Tomaremos sólo algunas ideas principales:
En el capítulo anterior, un fariseo, un hombre conocedor de la Ley, se acerca a Jesús, pero ahora es una
mujer de un pueblo que por haber permitido que en sus lugares se levantaran altares a dioses
extranjeros eran despreciados por los judíos. Los samaritanos y los judíos no se hablaban, de hecho la
mujer se lo reprocha a Jesús.
Jesús rompe con esas barreras culturales, va en busca de las personas concretas, sin importar la raza, la
religión, o el estado como están ellas. Le importa cada uno y su salvación. Le busca conversación, le pide
que le dé de beber. Cosa que sorprende a esta mujer, porque no debería hablar con ella un judío. Pero
Jesús dice la frase central y fundamental: ¡Si conocieras el don de Dios! Él se va presentando ante la
mujer. Y le explica que tiene un agua nueva, un agua viva que llega hasta la vida eterna. La mujer
obviamente ve que él no tiene cómo sacar agua. Pero va abriendo su corazón al diálogo. Y ahora ella le
pide que le dé de esa agua.
Jesús, le dice que llame a su marido y como ella responde que no tiene marido, Jesús le cuenta su
historia personal: cinco maridos has tenido y ahora el que tienes, no es tu marido!!! Es algo muy fuerte
para ella, por eso desvía la atención inmediatamente, para no quedar más al descubierto. Y le pregunta
sobre el lugar donde hay que adorar a Dios (¿Será en Jerusalén o será allí en el monte Garizím?). La
habilidad de la mujer para desviar la conversación, da a Jesús una nueva respuesta importante:
“…los que dan culto auténtico adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque esos son los
adoradores que busca el Padre. : Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y
verdad.” (versículos 23 y 24).
Es aquí donde Jesús le dice con claridad que Él es el Mesías. Y llegando los apóstoles, ella fue al pueblo a
contar lo ocurido: éste que le ha dicho toda su vida ¿no será el Mesías? Jesús se vale de una mujer
forastera para que vaya a anunciar que Jesús es el Señor, el Mesías esperado. La mujer se transforma de
incrédula, en creyente dudosa, en creyente ferviente y luego en misionera.
Los apóstoles ruega a Jesús que coma, pero Jesús dice otra cosa fundamental: “Mi alimento es hacer la
voluntad del que me envió y concluir su obra.” (versículo 34). Al finalizar el texto, los del pueblo vienen,
se encuentran con Jesús y creen en él. No son judíos, son samaritanos, pueblo que estaba peleado con
los “oficialmente salvados israelitas”. Ahora creen porque han visto y escuchado a Jesús. Pero se
necesitó el servicio invaluable de esta mujer samaritana.
Nos hacemos unas preguntas para recordar:
1. ¿Cómo comienza el texto? ¿En qué lugar se sitúa?
2. ¿Qué hace Jesús y con quién dialoga?
3. ¿Quién comienza a dialogar? ¿Qué le responde la mujer? ¿Por qué Jesús no debía
hablarle?
4. ¿Cuál fue la respuesta central de Jesús?
5. ¿Qué es lo que la samaritana le pide al Señor?
6. Jesús le dice que llama a alguien ¿a quien? ¿qué le respondió?
7. ¿Cómo reaccionó la mujer ante la respuesta del Señor?
8. ¿Cuál fue la pregunta que desvió la conversación? ¿Qué contestó Jesús?
9. ¿Qué hizo luego la mujer, a quién fue a buscar?
10. ¿Qué le pedían los discípulos al Señor? ¿Qué contestó Jesús?
11. ¿Quiénes llegaron finalmente y qué reconocieron en Jesús?
MEDITACION: ¿Qué me o nos dice el texto?
Para profundizar el texto nos hacemos unas preguntas.
1. ¿Reconozco que Jesús es quien toma la iniciativa de acercarse a mi vida?
2. Al igual que la Samaritana, ¿creo que Jesús no debería dirigirse a mí?
3. Cuantas veces está Jesús cerca de mí ¿reconozco el don de Dios? ¿lo dejo pasar?
4. ¿Soy consciente que en muchas ocasiones mi vida es como beber un agua que me vuelve a dar
sed y estoy lejos del agua viva?
5. ¿Me acerco a Jesús para pedirle que me dé el agua viva, es decir su vida, su cercanía?
6. ¿Qué implica en mi vida que el verdadero adorador lo hace en Espíritu y en Verdad? ¿cómo vivo
esta forma de adorar a Dios?
7. ¿Mi encuentro con Jesús me lleva, como a la Samaritana a anunciarlo a todos?
8. Podría decir ¿cuál es el paso que me falta para transformarme de creyente, en seguidor y de
seguidor en misionero?
9. ¿Cuál es la voluntad del Padre que también puede transformarse en mi alimento?
10. Ahora que ya estoy con Jesús y creo en Él ¿Cómo puedo definir un proyecto para anunciarlo a
todos mis hermanos que necesitan conocer sobre Él?
ORACION: ¿Qué le digo o decimos al Señor?
Orar es responderle al Señor que nos llama. No sólo pedirle nuestras necesidades. Él las conoce, Él sabe.
Pero nosotros necesitamos devolver el diálogo de la propuesta de su Palabra.
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias porque cuando no te conocíamos Tú viniste a nuestra vida.
Gracias por ofrecernos un agua viva.
Te pedimos perdón por todas las veces que queremos saciar nuestra vida con un agua que nos
vuelve a dar sed y nos olvidamos que sólo Tú puedes saciar nuestra vida completa.
Ayúdanos Señor, te necesitamos. Queremos estar contigo.
Muchas veces tenemos miedo que al acercarnos a Ti, tú nos recuerdes nuestros pecados, muchos de
ellos son reincidentes y no queremos cambiarlos. Perdón Señor por esto.
Me doy cuenta que Tú quieres darme vida en abundancia, que me enseñas que para orar y estar
cerca de ti no es necesario tantos gestos externos, sino serlo en espíritu y en verdad. Enséñame
cómo ser auténtico y mostrar con mi vida que en Ti creo Señor.
Dame la gracia de cumplir con la voluntad del Padre, de buscar primero hacer esta voluntad, para
dedicarme luego a las cosas de este mundo.
Que también tenga la fuerza para ir a llevar tu Buena Noticia a mis hermanos, que no esconda la
amistad que tú me das, sino que la comparta, que entusiasme con tu vida, para que también los
demás puedan decir: ahora creemos porque hemos vivido con el Señor.
¡Amén!
CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos el
texto?
Contemplar, es quedarse con la idea central del texto. Ir como masticándola no sólo en nuestra mente
sino en nuestro corazón, para que vaya haciéndose vida en mi propia vida.
Te propongo que repitas muchas veces esta frase del texto del Evangelio de Hoy:
“El agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota
dando vida eterna” (versículo 14)
ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos?
Si la Palabra Leída, meditada, orada y contemplada, no se traduce en una acción concreta que cambie
mi vida, que me transforme, que me haga diferente; entonces no ha sido completamente escuchada, ni
ha entrado a formar parte de mi nueva vida en Cristo. Por eso proponemos:
Si estás solo: relee el texto muchas veces y fíjate dónde te sientes más interpelado. Ahora, como la
samaritana, ve a buscar a algún amigo/a para compartirle la Buena Noticia. Es posible que tengas temor,
eso es lo que importa, que puedas vencer el temor al qué dirán. Y trata de invitar a seguir a Cristo y su
Iglesia a quien vayas como misionero. Tómalo como un ejercicio cuaresmal.
Si estás en grupo: fíjate todas las formas que tenemos para dirigirnos al Señor, y veamos la síntesis que
dice: los verdaderos adoradores del Padre lo serán en espíritu y en verdad. Como grupo, convencidos
del amor de Jesús hacemos una visita a personas que sufren, a enfermos, ancianos, prisioneros, para
poder demostrar públicamente el amor de Jesús para todos.
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